El teatro de la vida y el de la muerte

Diario de un desescalado. Las terrazas serán las imagenes icónicas de la desescalada, y las fotos de Díaz Ayuso las de la utilización política y partidista de la muerte 

13 mayo 2020 10:01 | Actualizado a 13 mayo 2020 10:04
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Las imágenes de personas besándose fueron las favoritas de los fotógrafos para ilustrar la alegría por la liberación y la victoria en la Segunda Guerra Mundial. La semana pasada volvimos a ver algunas a raíz del 75 aniversario de la capitulación de Alemania y el final de la guerra en Europa, pero la más famosa es la del beso de un marinero y una enfermera en Nueva York el día de la rendición de Japón. Muchos fotoperiodistas animaban a soldados y civiles a besarse para obtener el retrato más efusivo de la celebración, pero ese 14 de agosto de 1945 a Alfred Eisenstaedt no le hizo falta incitar al marinero que paseaba por Times Square para que se abalanzase sobre una enfermera a la que no conocía de nada.

Siempre he pensado que para los que festejaban la paz y la victoria tuvo que ser desgarrador conciliar esa euforia desbordada con el recuerdo de todos aquellos que no sobrevivieron al conflicto.

Los besos no serán, dadas las circunstancias, la imagen icónica de la desescalada del Covid-19, que a día de hoy tiene un símbolo más prosaico: las terrazas. Bares y restaurantes se han convertido en la punta de lanza del desconfinamiento, como no podía ser de otro modo en un país que tiene la densidad per cápita más alta del mundo.

Terrazas y primavera, un escenario ideal para el teatro de la vida y un reclamo irresistible para estrenar la fase 1 de la desescalada. Los propietarios que decidieron abrirlas se vieron recompensados, pese a la reducción del aforamiento al 50%, las distancias de seguridad y las medidas de higiene y prevención. Los ayuntamientos han apoyado al sector facilitando ampliaciones de superficie y exenciones temporales del pago de licencias. Como cantaba Gabinete Caligari, no hay como el calor de una copa en un bar. ¿O era del amor?

Quizá también habría que modificar el sistema de medidas para acortar la unidad de longitud conocida como metro y facilitar así el cumplimiento de la normativa, porque lo que más llamaba la atención el día de reapertura de terrazas y comercios era la dificultad de algunos clientes y viandantes para interpretar la distancia equivalente a uno o dos metros. En cualquier caso, la ciudad recobra la vida con el regreso de los paseantes, la actividad comercial, las tertulias alrededor de un café o una cerveza...

Por contra, hay que asumir que la relajación de la emergencia sanitaria tienta a bajar la guardia y practicar algún desahogo, lo que inevitablemente acarreará consecuencias. No es cuestión de ser agorero, sino realista, ya que el desconfinamiento viene acompañado de rebrotes puntuales incluso en los países que han afrontado la pandemia de manera más efectiva y ejemplar. 

Como en aquel 1945, aunque a menor escala, el alborozo no puede hacer olvidar a los muchos que se han quedado en el camino, a menudo solos, sin que sus familiares hayan podido despedirles, enterrados o incinerados de manera casi clandestina... 

Y también como entonces, una imagen resume el momento, aunque no se trate de una escena espontánea. Unas fotografías de estudio de la presidenta de la Comunidad de Madrid se han convertido en la foto más reveladora de la teatralización del dolor y la utilización política y partidista de la muerte. No ha sido la única en hacerlo, desde luego, pero es la que ha quedado más retratada.

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