Es la primera vez que Reus se queda sin salas de cine: Cambio de tendencia

Cuando hubo en la ciudad más locales de proyección fue a mediados del siglo XX

19 mayo 2017 15:52 | Actualizado a 21 mayo 2017 14:20
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Es la primera vez que Reus se queda sin salas de cine comercial, al margen de al final de la Guerra Civil, cuando durante un tiempo no hubo programación de cine. «Entonces fue un caso excepcional», afirma Pedro Nogales, miembro de la Unitat d’Investigació del Cinema de la Universitat Rovira i Virgili (URV). Y puntualiza: «Aunque ahora nos quedamos sin local cinematográfico, de cines siempre habrá». Se refiere a la actividad de entidades, cineclubes, más allá de locales específicos de cine comercial. «Esta es la tendencia normal en todo el mundo», apunta, señalando la vuelta a las salas multifuncionales con programación diversa, que años atrás se concentraba sobre todo en los pueblos. Ocurre en el Teatre Bartrina o en la Sala Santa Llúcia, por ejemplo.

El cierre del Palace llega en un momento marcado por dos tendencias destacadas, apunta Nogales. Una de ellas, el consumo individual. El cine se concentra en un ámbito más cerrado. Y por otra parte, una vuelta a los inicios. «Muchas entidades tenían una programación de actividades culturales, hacían teatro, proyecciones cinematográficas, y muchas otras propuestas. Luego el cine se consolidó. Pero ahora volvemos hacia este modelo», añade.

Los orígenes del primer cine estable de Reus se remontan al año 1906 con la Sala Reus, primero como un barracón de feria provisional y luego ya como un edificio de obra en el arrabal de Santa Anna. Y el gran momento, a nivel de número de salas, fue seguramente en los años 80 del siglo XX, recuerda el estudioso del cine. Aun así, cuando hubo más locales sería sobre los 50-60. Nombres como Monterrosa o Kursaal han marcado la historia del sector en la ciudad. También el Bartrina.

El cierre del Palace tampoco le sorprende especialmente. Cree que fue más inesperado que lo hiciera el Lauren. Pero en su caso, ocurrió por la propia dinámica de la empresa», apunta Nogales, subrayando la longevidad que ha alcanzado el multisalas de la calle Batan.

Nogales remarca la relevancia del Palace en el mapa cinematográfico de la ciudad. Sobre todo en el momento en que se creó. Llegó en una época de cambio. «Entonces había la oferta tradicional con el Monterrosa, la Sala Reus o el Kursaal, y el Palace supuso la primera adaptación: la creación de los multisalas», explica. Esto permitió abaratar costes y fue un modelo que, recuerda, funcionó durante muchos años. «En los noventa llegó otro cambio, el de los centros comerciales. Pero se produjo al margen de Reus, donde ni siquiera lo hemos vivido. Y llegará ahora a la ciudad, cuando ya está obsoleto», puntualiza el miembro de la Unitat d’Investigació Cinematogràfica de la URV.

El modelo de sala de proyección comercial se recuperará con el multisalas de La Fira. «Pero cuánto puede aguantar una empresa subvencionada? ¿Puede funcionar? Creo que es un parche provisional que llega cuando ya no es su momento y habría que buscar nuevas fórmulas», plantea Nogales. Considera imposible compensar la baja asistencia con aumentos constantes del precio de la entrada, «algo que se ha llevado haciendo en los últimos veinte o treinta años, porque ahora, al marge de grandes estrenos, si puedes conseguir una película por tres euros y verla en casa en tu pantalla de 40 pulgadas, no pagarás ocho o nueve euros». Lo que cree que hará aguantar el modelo, al menos durante un tiempo, es el hecho de que la gente podrá hacer otras actividades distintas en un mismo espacio, combinando la propuesta con las compras o la restauración.

Pero Nogales insiste en que ahora se produce un cambio profundo. Y en que todo ello gira alrededor de otra forma de actividad cinematográfica, de camino a ser más cultural y no empresarial, como ya ocurrió en su día con el teatro tras ser desbancado, precisamente, por el cine.

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