Jóvenes payeses del baix Camp recuperan más de 50 fincas en 3 años con el Banc de Terres

El servicio de mediación pone en contacto propietarios de tierras en desuso con interesados en cultivarlas

09 noviembre 2020 05:30 | Actualizado a 11 noviembre 2020 08:51
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Mireia Sanz, Ramón Rojo y Dominique Curtil son tres amigos que viven en Arbolí. Recientemente, decidieron iniciar un proyecto agrícola y ecológico: L’Horta de la Vall. Producen hortalizas y aceite en tierras recuperadas del Baix Camp a través del Banc de Terres, un servicio comarcal de mediación entre propietarios y payeses operativo en el Baix Camp –a través del Consell Comarcal– desde 2017 para promover el relevo agrario. De momento, en estos tres años se han zanjado más de cincuenta contratos y la demanda no para de aumentar, siendo superior a la oferta de tierras.

Entre los payeses introducidos al mundo agrario a través de esta iniciativa se encuentran Mireia, Ramón y Dominique, quienes ven el Banc de Terres como una oportunidad: «Esto nos ha permitido acceder a unas tierras de forma asequible y justa. Hay muchas fincas abandonadas, pero es muy difícil saber quiénes son los propietarios y cómo contactar, así que el Banc de Terres facilita y agiliza mucho las cosas. Además, te da seguridad: hay un intermediario, todo está dentro del marco legal y hay unos derechos y unos deberes a cumplir», describen.

La aventura de estos tres amigos empezó a tomar forma a principios de año, coincidiendo con el confinamiento. Dominique acumulaba 20 años de experiencia en el sector, pero nunca de forma profesional: quería dedicarse a la huerta ecológica, fomentar los productos kilómetros cero, de proximidad, y ecológicos. Mireia y Ramón –que son pareja– son vecinos de Dominique, «y nos explicó el proyecto. No lo podía llevar a cabo él solo. Empezamos rápido a trabajar la idea», cuentan. Tenían un proyecto entre manos, pero necesitaban fincas para cultivar y acudieron al Banc de Terres. «Conocía el servicio de oídas», recuerda Ramón, por lo que se pusieron en contacto y mantuvieron una primera reunión con Gessamí Sardà, responsable del Banc de Terres del Baix Camp. En poco más de medio año, ya se encargan de distintas fincas: campos de olivos en Arbolí, Les Borges del Camp, Cornudella y Reus; y una huerta en Arbolí. Están en un momento de expansión, haciéndose un hueco en el mundo agrario y trabajando en la difusión. Y es que de momento no tienen web, «sino que trabajamos directamente con nuestros clientes. Cada semana les pasamos vía WhatsApp una lista de los productos que tenemos, sin ninguna obligación. Los interesados nos hacen el pedido y preparamos las cestas», explican.

Inicialmente, el proyecto tenía que ser un complemento de sus profesiones (Mireia y Ramon son profesores de yoga, y Dominique, de karate), «pero L’Horta de la Vall ya ha pasado por delante. Nos tenemos que reinventar», admite Ramón. Más allá de producir aceite y sus propias hortalizas, también distribuyen productos de otros agricultores con precios fijados por los propios productores. «Lo que queremos es fomentar el comercio local, de proximidad, justo, ecológico... Los otros productores no son competencia, sino que somos del mismo sector y lo que buscamos es fomentar la economía, la interconexión y crear sinergias. Es toda una filosofía de vida», remarcan.

Buscar nuevos propietarios

Gessamí Sardà, el responsable del Banc de Terres del Baix Camp, detalla que la demanda de fincas ha ido creciendo desde que el servicio se puso en marcha en verano de 2017, superando ya la oferta. En el primer año se cerraron cinco contratos; en 2018 fueron 13, el año pasado, 18 y este 2020 la previsión es cerrarlo con más de una veintena de contratos (de momento se han zanjado 18). De este modo, se superan ya los cincuenta contratos. «Hay muchas personas interesadas en trabajar la tierra. De hecho, tenemos el doble de demandas que de fincas: por cada tierra hay dos interesados. Así que lo que tenemos que hacer es buscar más propietarios», señala Gessamí.

Como detalla, la función del Banc de Terres es hacer mediación entre propietarios de tierras en desuso y demandantes, gente que quiera trabajar el campo. «Ponemos en contacto a ambas partes y asistimos a las citas para mediar y encontrar consensos», explica. Se ofrecen varias fórmulas, desde una cesión de tierras, a arrendamientos con opción de compra, por ejemplo. «Pero no llegamos a la venta directa», remarca el responsable del Banc de Terres del Baix Camp. En este sentido, subraya que el objetivo es incorporar nuevos trabajadores en el campo, no perder el tejido de los pequeños productores. «La última generación que se incorporó profesionalmente al campo se está ahora jubilando. A modo de ejemplo, en la última década se ha reducido en un tercio el número de autónomos en el sector», señala Gessamí Sardà, a la vez que Ramón añade: «Es una buena herramienta para el mundo rural, y con ética». En este sentido, Gessamí señala que las fincas se valoran «de forma justa, sin especular», lo que ayuda a los jóvenes payeses a poder acceder.

Perfiles variados

El servicio va dirigido principalmente a personas propietarias de tierras en desuso que buscan una opción para mantener y mejorar su patrimonio agrario; payeses que dejan el oficio y buscan un relievo; propietarios y payeses que ya tienen un acuerdo verbal y quieren formalizarlo en un contrato. Por otra parte, los demandantes pueden ser payeses profesionales que quieren ampliar las tierras que conrean; nuevos payeses que buscan un lugar donde desarrollar su proyecto; jóvenes que quieren probar el oficio antes de incorporarse; cooperativas que necesitan tierra agrícola para desarrollarse o ganaderos o apicultores que necesitan aprovechar tierras forestales o agrícolas.

Como señala Gessamí Sardà, «lo interesante del servicio es que contribuye a descentralizar el sector, incorporando una gran diversidad de perfiles».

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