Prades pasa de 600 a 6.000 habitantes durante la temporada estival

La Vila Vermella se ha tenido que adaptar a la alta demanda turística y ha profesionalizado el sector. El consistorio y las asociaciones ofrecen más de 90 actividades durante agosto

19 agosto 2019 19:30 | Actualizado a 25 agosto 2019 15:03
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Cuando hablamos de turismo, el Baix Camp siempre se ha reconocido por sus pueblos costeros: Cambrils, Mont-roig, l’Hospitalet se llenan de población estival gracias a la Costa Daurada. Sin embargo, últimamente hay una creciente tendencia a escoger espacios más frescos y tranquilos. Incluso lejanos a la costa. Prades situada en la Serralada Prelitoral, aparece como una elección irrechazable.

La Vila Vermella -por el rojo de las piedras con la que se han construido los edificios del núcleo- tiene durante el año 589 habitantes. Algunos pocos, siguen teniendo la agricultura de oficio, pero la mayoría viven del turismo. Y es que el municipio multiplica por diez sus habitantes en verano llegando a 6.000. Una cifra que lo acredita como destino turístico consagrado.

La mayoría de esa población creciente son personas que tienen una segunda residencia. «Forasteros», que dice la alcaldesa de Padres, Lídia Bargas. «Gente del Reus, pueblos del Baix Camp, Barcelona y Lleida en su mayoría que vienen a vivir en verano. Son como uno más en el pueblo», explica la edil.

Por otro lado, están los turistas ‘puros’. Porqué Prades tiene una oferta de 1.275 plazas en ocho diferentes establecimientos que van desde hoteles familiares, a albergues, campings y hasta casitas de maderas encima de un árbol. Además, dispone de una amplia oferta de restauración, con un total de 1.261 plazas dónde poder comer o tomar algo.

Prades, poco a poco, se ha ido adaptado a este gigantesco aumento. «En verano falta mano de obra para el servicio» explica Bargas, «ya hace dos años que cogemos a gente de fuera del pueblo para trabajar en verano». El crecimiento del turístico en Prades sobrepasado sus habitantes y dada la demanda la gente de pueblos de alrededor, como son Capafonts, Cornudella o incluso Reus optan por ir a trabajar a la Vila Vermella. «Muchas hijos de las familias que vienen a vivir aquí en verano aprovechan para trabajar», añade Bargas.

Ir cada verano a Prades es algo que ha pasado de generación en generación creando un vínculo afectivo con el pueblo. Muchos de estos ‘forasteros’ son miembros de las asociaciones del pueblo y participan en la organización del calendario de actividades.

Plan estratégico

Bargas, explica que cuando vieron que el turismo en Prades era algo consolidado, decidieron hacer un plan estratégico para poder ofrecer un servicio de calidad.

Esta año, Prades ofrece un total de 90 actividades en el mes de agosto. «Empezamos a planear el verano en octubre junto a las entidades y asociaciones del pueblo para poder permitir que tuviera vida cultural» dice, la alcaldesa. Y añade, «nos hemos adaptado a la demanda y hemos profesionalizado la oficina de turismo».

Además de todas estas actividades culturales, en las que hay desde conciertos hasta exposiciones, el entorno de Prades ofrece por si solo lo más apreciado por su habitante y por el turista. El clima, las vistas, la tranquilidad y el entorno natural.

El boca oreja

Una pareja de ingleses conoció el pueblo por un artículo en Internet. Tenían su hotel en Barcelona y decidieron pasar unos días de relax en la montaña. «Nos encanta, sobre todo el clima. La gente es muy amable y no hay ‘guiris’ por ningún lado», dice con humor Craig. Él y su esposa pasaran tres noches alojados en un AirB&B de pueblo, saltándose sus planes vacacionales.

Los internacionales, pero, no son el perfil del turista habitual. Predomina el nacional de estancias cortas. «Nosotros venimos cada dos por tres desde les Borges Blanques. Hemos decidido acercarnos a hacer el vermut para disfrutar de la temperatura y el ambiente festivo del pueblo», explica Ramon, que siente Prades como su segundo hogar, «volveremos a casa por la noche, tampoco estamos tan lejos». A pocos metros, un matrimonio de Riudoms pasea con su hija y su perro por la plaza Major. Cada verano vienen a pasar unos días a Prades a la casa de los abuelos. Según Javi, lo mejor que hay son las rutas de trekking para correr al aire libre. Además de la tranquilidad de estar viviendo en un pueblo y que su hija pueda hacer vida social en la plaza sin tener que preocuparse por los coches. A Lucía, sin embargo, le llama el clima y la calidad del cielo de Prades, que por las noches, es un observatorio vivo de las constelaciones.

Desde hace cuatro años, Astroprades, un proyecto centrado en el astroturismo y la protección del espacio natural en las montañas de Prades y el Montsant, está trabajando para crear un Parque Astronómico de las Muntanyes de Prades y poner en valor la calidad del cielo del municipio. De momento, ofrecen observaciones con telescopio acompañadas de gastronomía. Una forma más, de adaptarse al turismo en la Vila Vermella.

Sin embargo, si algo hay claro de Prades, es que su transformación hacia destinación turística nació con el boca oreja de la gente que ha ido y se ha enamorado. «Tener tan al alcance sitios como el Tossal de la Baltassana es un lujo», resume Marta, una chica que acaba de llegar de hacer una excursión de BTT.

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