Supervivencia y futuro de las escuelas rurales de Reus: una cuestión de implicación social

Mientras en el Baix Camp un grupo de familias se moviliza para recuperar la escuela de Arbolí, en el Priorat habitantes y comunidad educativa se unen para no cerrar ningún centro

12 diciembre 2020 19:10 | Actualizado a 15 diciembre 2020 09:25
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Sara Wade volvió a su pueblo, Arbolí (Baix Camp), hace cuatro años de la mano de su pareja, haciendo el camino a la inversa que de joven la llevó a abandonarlo. Llamada por una tendencia en alza desde hace tiempo de abandonar el estrés de las ciudades para conectar con la forma de vida en consonancia con la naturaleza, que conlleva vivir en pequeños pueblos, no se planteó que en un futuro se quedaría embarazada y decidiría establecerse definitivamente en ese pequeño municipio de la Serra de Prades. Hubo un factor determinante que la empujó a quedarse cuando supo que esperaba un hijo: en este pueblecito, de 137 habitantes (según datos del Idescat 2019), había un par de familias más con niños pequeños, y otra pareja embarazada. De la necesidad de compartir experiencias y la voluntad de hacer del pueblo una comunidad viva y atractiva para los más pequeños nació en 2019 la Associació de Famílies d’Arbolí. Tras un año de encontrarse consideraron interesante impulsar un grupo de crianza o un espacio de actividades extraescolares en el pueblo, pero viendo la tendencia al alza de la llegada de familias jóvenes con hijos se plantearon un reto más grande: «¿Por qué no luchar para volver a tener la escuela pública que teníamos hace 40 años?».

En el Baix Camp hay 49 centros públicos de educación infantil y primaria, pero seis municipios de la comarca no tienen escuela. Arbolí es uno de ellos. Los niños de este municipio van a los centros de Alforja o de Cornudella. También pasa en La Febró, Colldejou, Capafonts y L’Argentera. A todos ellos les corresponde un centro asociado en otro municipio. Por ejemplo: los de Capafonts van a la Zona Escola Rural (ZER) Montsant–Serra de Prades (donde actualmente hay 46 alumnos y 4 profesores); destaca el caso de L’Albiol, dado que el municipio, según datos del Idescat, tiene un 18,56% de la población menor de 14 años y, sin embargo, tienen que acudir a los centros escolares de La Selva del Camp o de Alforja porque no tienen ninguno propio.

Según explica Wade, la asociación de familias se ha reunido varias veces con Serveis Territorials y desde allí les han respondido con buena intención: «Vemos que nos muestran un apoyo muy alto a la idea», que apunta que todo dependerá de una cuestión de factores para valorar si es factible recuperar el centro «porque no se trata de tener un número de niños por escuela, sino de demostrar una tendencia continua, una apuesta por la repoblación del municipio». La asociación ha llegado a un acuerdo con el Ayuntamiento, que le ha cedido un antiguo almacén por un periodo de cinco años. Este ha sido reformado y los padres y madres se encargaron de buscar una monitora. Ahora, cuatro niños de hasta tres años del pueblo acuden al centro. «Es un gran logro que ilusionó a los vecinos del pueblo. Muchos de ellos vinieron a aportar material o juguetes», dice.

El papel del consistorio ha sido determinante. En este sentido, la alcaldesa, Magda Serial, explica que «haremos todo lo posible para conseguir la Escuela el año que viene». Para ello, están configurando un plan municipal para lograr que los propietarios de casas no habitadas en el pueblo accedan a alquilarlas: «Si impulsamos la materia de la vivienda ayudaremos a impulsar la escuela. Hemos detectado casas vacías y hemos tenido muchas llamadas de personas que quieren venir al pueblo a raíz de la pandemia». Ahora, en Arbolí hay 8 familias con niños de entre 0 y 8 años, pero todo indica que este rejuvenecimiento irá a más.

El Priorat, contra la despoblación

El impulso de las escuelas rurales en el Baix Camp se contrapone con el intento de supervivencia de éstas en la comarca vecina del Priorat, ya que la despoblación de los municipios pone algunas en situación de riesgo.

Hace un año, el AMPA de la ZER les Vinyes dels Guiamets decidió impulsar el servicio comedor ‘Carmanyola’ para no perder a ninguno de los nueve alumnos que tenía. Un recurso que se basa en que los niños traen la comida de casa mientras que el pago del monitor de las horas de comedor corre a cargo del Ayuntamiento. La valoración «es extraña en un año marcado por la Covid, pero positiva. Además, el número de alumnos se ha mantenido», explica Núria Juanpere, miembro del AMPA y concejal del consistorio de Els Guiamets, que añade que «con la Covid, dos familias con bebés se han instalado en el pueblo y sabemos que el servicio escolar y de comedor ha sido determinante». Ahora mismo, Els Guiamets tiene esta decena de alumnos de entre P3 y sexto de primaria. En el Fórum d’Ensenyament del Consell Comarcal del Priorat, participado por políticos, agentes educativos y padres y madres, se ha hablado de metodologías y recursos para intentar salvar los centros educativos. A pesar de que solo siete municipios de la comarca no tienen escuela propia (La Figuera, El Lloar, Margalef, La Morera del Montsant, La Torre de Fontaubella, Torroja del Priorat y La Vilella Alta), algunos de los que disponen del servicio están en situación de riesgo.

Desde el Consell explican que los dos principales movimientos han sido la inclusión de servicios extra como el comedor escolar –en su mayor parte pagado por los consistorios correspondientes– o un cambio del centro de referencia. Por ejemplo, en el caso de escuelas en peligro como la de Gratallops, donde ahora van alumnos de Torroja que solían ir a Falset o a El Molar, donde se han derivado alumnos de La Figuera. «Es importante la inquietud de los Ayuntamientos de no perder las escuelas, así como de las propias familias», argumenta la técnica del Consell, Elisa Barceló, que añade que «con la Covid han aumentado las inscripciones». Por ejemplo, según ha podido saber el Diari, en la escuela ZER Aglà, de Gratallops, se ha pasado de los 47 alumnos del curso 2019-20 a los 56 en el actual. Un dato importante dado que este centro, como en el caso de El Molar, Gratallops o La Vilella Baixa, está en situación de riesgo.

Una nueva forma de educar

«Es muy buen momento. Ya había una tendencia a volver a los pueblos que se ha visto agudizada por la pandemia», valora Sara Wade, una de las implicadas en la recuperación de la Escuela Pública de Arbolí. Desde su punto de vista, la educación y la supervivencia de los pueblos dependen el uno del otro: «Si añadimos este servicio, esto implicará que otros niños no tengan que desplazarse, lo que hará más atractiva la vida de pueblo».

Con todo, Wade considera que las escuelas rurales pueden aportar un toque distintivo al método educacional más corriente. Y esta metodología novedosa la quieren aplicar en el posible nuevo centro educativo: «Desde los inicios teníamos ya claro que no solo queríamos pedirla, sino impulsarla y ser partícipes del proyecto. Queremos que sea un centro distinto, con una pedagogía que llame la atención a la gente e incluso les anime a venir a vivir al pueblo». Wade se refiere a crear un centro educativo que siga la línea marcada por Escola Nova 21 o les Escola Bosc y ofrezca una educación viva, que también ponga el protagonismo en la naturaleza y la educación sentimental y la libertad». Su referencia: el caso de Mont-ral (Alt Camp), que reabrió las puertas de su escuela en 2016, tras 18 años cerrada, con diez alumnos, basada en una educación activa y vivencial aprovechando el entorno natural.

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