Un bar pone en juego el futuro de Capafonts

El municipio sigue sin recibir ofertas por la licitación de El Grèvol, el único establecimiento público al que los habitantes pueden acudir durante la temporada de invierno

01 diciembre 2019 22:20 | Actualizado a 04 diciembre 2019 12:48
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Suenan las alarmas en Capafonts. El pasado 30 de octubre, el Ayuntamiento de este municipio del Baix Camp abrió el proceso de licitación de su entidad local, el bar-restaurante El Grèvol. A día de hoy, el Diari ha podido constatar que el consistorio aún no ha recibido ninguna oferta. «Pase lo que pase, no podemos prescindir del bar, el pueblo se morirá si cierra», explica una vecina del municipio. Lo que en situaciones normales sería una simple oferta se convierte en algo crucial. Después de que cerrara la carnicería y la única tienda del pueblo, el futuro de Capafonts está atado al de este local. Sin él, el pueblo quedará desierto de opciones.

«Es el punto de encuentro entre los pocos habitantes que quedan en invierno», explica Judit Giró, alcaldesa de Capafonts. «Los actuales arrendatarios quisieron renegociar las condiciones laborales pero al tratarse de una entidad municipal el local no puede cerrar más de un día entre semana», aclara Giró. Es por eso que una vez los inquilinos anunciaron la fecha en la que se iban, el consistorio hizo una encuesta entre los habitantes para que estos decidieran que necesitaba el nuevo bar. Lo mandó por el grupo de Whatsapp, donde están casi todos las 98 personas censadas -poco menos de una treintena habitan en el pueblo en invierno- y dejaron papeletas en el ayuntamiento y en el propio Grèvol.

«Todos querían recuperar la emisión del fútbol en el bar. Es algo que hace grupo y que anima también a subir a clientes de municipios vecinos», explica la alcaldesa, que añade que por eso el precio de salida de alquiler es de 500€ «porque 400 los implica la contratación del pack deportivo. En caso de no recibir ninguna ofertas antes del día 6 de diciembre, quizás nos lo tendremos que replantear». Una petición popular que sí que está estipulada con carácter de obligatoriedad es el mínimo un servicio de restauración al mediodía y a la noche que incluya opción vegetariana.

Priscil·la y Manolo, los actual propietarios de El Grèvol, llevaban siete años a su mando. Ellos mismos aseguran que no tenían intención alguna de irse. Fueron las «duras» condiciones laborales que les forzaron a ello. Ahora la nueva licitación especifica que el bar puede cerrar un día a escoger entre lunes, martes y miércoles y que el horario mínimo permite cerrar, entre semana de 16 a 19. Además se podrá disponer de 21 días de vacaciones, condición que, según los actuales propietarios, ellos no pudieron disfrutar hasta este verano con el cambio de gobierno.

«Claro que se puede vivir de este bar. Entre semana es difícil, pero los fines de semana el ritmo de las comidas es muy alto y viene mucha gente de fuera. Esto mantiene el negocio en invierno», explica Priscil·la.

El gran reto de la Diputación

Otros municipios del Baix Camp están una situación similar a la de Capafonts. Vilanova d’Escornalbou licita también la explotación del bar-centro cultural y en el Arboç se concede la explotación del bar de campo de fútbol municipal. Se tratan de locales que en municipios con un rango de habitantes poco elevado son fundamentales para dotar de vida a los pueblos y evitar, así, la despoblación.

Desde la Diputació de Tarragona aseguran que la reducción de la despoblación es uno de sus principales objetivos, por ello destinan más dinero a estos municipios para que estos puedan dotarse y asegurar la existencia de equipamientos de uso social y mejora del espacio público.

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