Cristóbal López: «Pretendemos poner en evidencia lo que nos une»

Mons. Cristóbal López fue nombrado Cardenal de Rabat en 2017 y, desde entonces, ha centrado su labor en fomentar el diálogo entre musulmanes y cristianos. A esta etapa le preceden sus años como director de una escuela salesiana, misiones en Latinoamérica y numerosas acciones dentro de su actividad pastoral.

¿Qué le llevó a venir a Reus?

El es motivo muy sencillo y concreto, es mi amistad y mi fraternidad con Mosén Joan Brull que es una persona a la que quiero mucho, porque fuimos ordenados el mismo día y en la misma ceremonia, vivimos juntos 5 años en nuestra juventud, antes de ser sacerdotes. Y, durante un año, tuvo la gentileza de acompañarme en Rabat, y ahora que estoy de paso por España, me invitó a venir a la Parroquia.

¿Por qué es tan importante establecer un diálogo?

Musulmanes y cristianos somos personas que creemos en Dios, en el único y mismo Dios, y no estamos llamados a vivir enfrentados. El camino es dialogar para conocernos, respetarnos y apreciarnos. Pretendemos poner en evidencia lo que nos une más que lo que nos separa, en este mundo donde hay mucha gente dispuesta a construir muros, barreras y fronteras que nos dividen. En la Iglesia Católica hemos optado por ser puentes que unen, que ayudan a destruir los prejuicios negativos que tenemos sobre los otros.

¿Por qué es tan diferente la aproximación a la diversidad?

Allí los cristianos estamos comprobando en el día a día que es posible trabajar juntos por las grandes causas de la humanidad, como la defensa de los derechos humanos, la promoción de la mujer, la abolición del trabajo infantil, la educación, la cultura, etcétera. Por contra, aquí en Europa muchos ven la llegada de personas musulmanas como una amenaza, como si ellos vinieran a quitarnos algo o pusieran en crisis nuestra fe.

Fue nombrado Arzobispo de Rabat. ¿Qué le supuso?

Acabé de ser director de la escuela Don Bosco de Kenitra, me mandaron a Bolivia y al regresar a España alguien se acordó de mí y me nombraron arzobispo de Rabat. Entonces, tuve otro tipo de experiencias más amplias en el campo pastoral, cultural e incluso político. Tengo mucho contacto con los embajadores de distintos países y también con autoridades del gobierno marroquí.

¿Cómo le acogieron?

Me recibieron como una persona que fue a trabajar por ellos, con ellos y no para ellos. Fue un tiempo de conocimiento mutuo y acabamos estableciendo una relación de amistad muy positiva, tanto que yo suelo decir que hay musulmanes que estarían dispuestos a dar su vida por mí, como yo también por ellos. No encontré absolutamente ninguna actitud negativa de rechazo, mucho menos aún de desprecio.

Entonces, ¿cuáles son los valores más importantes?

Los valores fundamentales son el amor a Dios y al prójimo, la misericordia, la compasión, ser artesanos de la paz, trabajar por la justicia y la libertad, el respeto a la vida.... Todo eso es común. No es difícil encontrar factores comunes en torno a los cuales articular y vivir nuestra colaboración mutua.

¿Cómo se ha vivido la pandemia en Marruecos?

Ha habido una muy buena gestión de parte del Gobierno y una reacción muy favorable de muchísimos ciudadanos que se han volcado en solidaridad hacia los más vulnerables. Nos hemos encontrado a muchas personas literalmente en la calle, sin casa, sin trabajo, sin amigos… y eso nos ha ayudado a remover las conciencias, a explotar la solidaridad de las personas y salir al encuentro de aquel que está en necesidad y ser una Iglesia samaritana.

Con todo, ¿cree que el diálogo interreligioso evolucionará positivamente?

Cada vez hay más gente que se interesa y que ha descubierto que tener la cabeza dura y no querer entrar por el camino del diálogo no lleva a ninguna parte, es un callejón sin salida. En los próximos años vamos a ver cómo la humanidad es capaz de transformar en amistad lo que muchos años les diferenciaba y era motivo de conflicto.