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    En la cuna de la revolución ‘crece’ el tejido asociativo de Reus

    Plaza de la Patacada. La zona ha cambiado mucho desde los movimientos sociales, pero aún conserva puntos de referencia que explican la evolución del barrio del Carme

    30 octubre 2022 11:07 | Actualizado a 30 octubre 2022 11:09
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    Una zona verde, con grandes árboles que cubren el espacio de sombras, a un paso del centro de Reus. Enmarcada por las calles de Sant Llorenç, del Sol y de la Girada, la plaza de la Patacada es el sitio ideal para pasear y también para sentarse a descansar en sus numerosos bancos, escalones y bordillos. En ella, destacan una de las entradas a la Facultad de Medicina y Ciències de la Salut, el Consell Esportiu del Baix Camp, el Centre Cívic y el Casal de les Dones, instituciones que contribuyen a dinamizar e incrementar el movimiento social.

    Aun así, lo que hoy es plaza no siempre lo fue, pues hasta finales del siglo XX era un patio rodeado de almacenes y, a raíz de un antiguo local de baile para las clases populares, acabó adaptando el topónimo de La Patacada.

    Trasladarse y progresar

    La plaza ha cambiado mucho en los últimos tiempos, especialmente, a partir de la Llei de Barris que derivó en el traslado de un equipamiento público como «el Centre Cívic del Carme, que antes era el del Carrilet», describe Montserrat Flores, concejala de Participació, Bon Govern i Serveis Generals. Ello contribuyó a mejorar la imagen del barrio del Carme y su proyección en el conjunto de la ciudad.

    También el Casal de Dones se trasladó desde la calle de Santa Teresa, lo que le permitió «seguir creciendo, no solo en espacio, sino institucionalizando sus servicios», destaca Flores. Actualmente, es un referente de atención a las mujeres y de la igualdad.

    De hecho, el centro cívico se ha convertido en un «hotel de entidades» que conviven en un mismo espacio y que han sido determinantes para la progresión paulatina de la plaza. Además, como apunta Pere Turellols, presidente de la Federació Reusenca d‘Associacions del Carnaval –con sede en el edificio– y vecino del barrio, «el del Carme es el único centro cívico que está justo en el centro de Reus, mientras los otros están casi en la periferia».

    A su vez, las medidas urbanísticas de hace una década permitieron recuperar los lavaderos y el acceso al refugio antiaéreo de la Patacada, el único visitable de los cientos que hay en la ciudad. También era uno de los de mayor capacidad, pues «se construyó allí por todo el movimiento obrero que había, para que los trabajadores de las fábricas pudiesen acceder a él rápidamente», explica Montserrat Flores. «Es un vestigio del pasado, del contexto histórico que vivió el barrio durante la Guerra Civil», añade.

    Y los rentadors, precisamente, son patrimonio de la ciudad y de sus primeras muestras de asociacionismo femenino, de sororidad. El acceso es gratuito, está abierto al público de 8 a 22 horas, e incluso a veces acoge exposiciones artísticas y fotográficas.

    Con ello, la plaza de la Patacada cuenta con un entorno históricamente muy rico, que fue cuna de la revolución de la clase trabajadora, y que hoy en día se caracteriza por la variedad de actividades y multitudes que reúne.

    Garantía de versatilidad

    «En la Patacada confluyen lo público y lo privado, es lo que se busca en términos de urbanismo, porque si solo hay edificios públicos, cuando termina la actividad, queda desierto», evidencia la concejala. Ese es uno de los motivos por los que la plaza tiene tanta vida y muchas potencialidades.

    Es un espacio muy versátil, en el que se celebran fiestas del barrio, actos de la Festa Major y celebraciones de diferentes entidades locales. «El centro neurálgico festivo es la plaza del Mercadal, la Prim queda en segundo plano y otras como la Patacada quedan aún más separadas, aunque sigan siendo completamente céntricas», lamenta Turellols.

    Pero, con más o menos participación popular, sigue siendo espacio social por excelencia. Además del tejido asociativo y sus actividades, los alumnos del INS Baix Camp y los estudiantes universitarios habitan la plaza a diferentes horas del día. Así, como concluye Montserrat Flores, «en la Patacada se podría hacer la reflexión o el ejercicio de sentarse e ir haciendo fotografías, cambia mucho según cuando pases por ella».

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