'Tenemos pequeñas muertes todos los días'

ENTREVISTA: María Die es psico-oncóloga y miembro del grupo asesor del Grup Mémora, presente en Reus desde hace más de un año

19 mayo 2017 17:37 | Actualizado a 21 mayo 2017 15:34
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- ¿Tenemos que hablar de la muerte con total naturalidad?

- Sin ninguna duda.

- ¿Pero sigue siendo un tema tabú?

- Si. La gente habla cada vez menos de la muerte, sino que intenta quitarla cada vez más de su vida. Por ejemplo, antes a los muertos se los velaba en casa y ahora se llevan inmediatamente al tanatorio.

- Entiendo entonces que se le sigue teniendo miedo...

- Sí, porque desde pequeños ya nos enseñan a temerla. Cuando un niño le pregunta a su madre si se va a morir, ésta acostumbra a mandarlo callar. Eso transmite la idea de que es un tema del que no hay que hablar.

- ¿Y de qué manera se puede hacer desaparecer este miedo que tenemos a morirnos?

- En primer lugar hace falta mucha educación social y en las familias. Enseñar a los padres a hablar de la muerte como algo natural. No hay que olvidar que tenemos pequeñas muertes todos los días. Un profesor mío siempre decía que nos enfrentamos a pequeñas muertes de forma continuada.

- Como por ejemplo...

- Pues un despido laboral, un cambio de trabajo, o que un amigo se vaya a vivir a otro país. Eso son pequeñas muertes que, según como reaccionemos ante ellas, nos dirá un poco como nos enfrentaremos a la muerte final. Por eso, educando a cómo hacer frente a estas pequeñas muertes a lo largo de nuestra vida, y aprendiendo formas de aceptar el dolor, podremos afrontar mejor nuestra muerte y la de seres queridos.

- ¿Qué tenemos mas miedo, a nuestra propia muerte o a la de un ser querido?

- Es muy común que se tenga miedo a perder a alguien muy querido y cercano. De hecho, mucha gente dice que prefiere irse antes que tener que vivir sin un familiar. Esto suele ocurrir porque, salvo una enfermedad lagar, nadie se plantea que se vaya a morir. Lo normal es que no pensemos que nos vamos a morir porque nos genera mucha angustia. Lo sabemos de una forma racional pero no nos lo creemos. Pero después llegan las enfermedades, los accidentes, etc. los que nos enfrentan a nuestra propia mortalidad y tomar conciencia de lo vulnerables que somos.

- ¿Cuál es la edad ideal para hablarle a un niño de la muerte?

- Desde siempre. Desde que son pequeñitos y empiezan a hablar. Evidentemente no se le va a explicar igual a un niño de cuatro o cinco años que a uno de diez, que tiene un concepto más maduro de la muerte, como algo universal e irreversible.

- ¿Y de qué manera tenemos que hacerlo?

- Lo óptimo es utilizar situaciones que estén desprovistas de carga afectiva. Por ejemplo, siempre le digo a los padres que cuando vayan a un museo y vean una momia expliquen a los niños cómo los egipcios enterraban a sus muertos o su ritual de la muerte. También es muy común, cuando un niño pierde a un abuelo, aunque en este caso si que haya un componente afectivo.

- ¿Las religiones ayudan a hacer más soportable la idea de la muerte?

- Suelen ayudar a darle un sentido diferente. A veces también una sensación de continuidad, como las religiones que creen que hay vida después de la muerte reconforta a muchos creyentes. Pero eso no implica que todo el mundo que es religioso no se angustie ante la muerte.

- ¿Cómo ayuda a una persona que sabe que tiene una enfermedad irreversible a vivir lo que le queda con esa idea?

- La gente que tiene una enfermedad grave pasa por un proceso y le da tiempo a procesar y a digerir que se está yendo. Porque el mismo deterioro de tu cuerpo te lo está diciendo. La gente que se está muriendo lo sabe. ¿Qué necesitan estas personas? Pues ayuda para despedirse, para decir adiós o para irse con la conciencia tranquila y cerrar asuntos pendientes.

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