Vacunas que te hacen menos invisible

Vulnerables. A Pablo, que vive en su coche, lo inocularon en el local de la Comunitat de Sant Egidi, donde acude a recibir comida

17 junio 2021 05:30 | Actualizado a 17 junio 2021 06:19
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Pablo Martín tiene 56 años y recibe la vacuna de Janssen (una sola dosis) en el local de la Comunitat de Sant Egidi, en la Part Alta. Aquí suele venir a recibir alimentos y, de paso, un poco de conversación y compañía.

Reconoce que tenía algún recelo con la vacuna, pero al final se ha decidido. Es de los pocos que dice su nombre (algunas personas de las que están esperando se encuentran en situación irregular o, simplemente, no quieren que se sepan sus circunstancias). Como no tiene casa, duerme en su coche «porque en Tarragona nadie te alquila un piso si no tienes un contrato. Yo soy prejubilado y pese a que tengo unos 700 euros de ingresos mensuales no encuentro casa», cuenta.

Como muchos de los que han acudido a recibir la vacuna, este peón forestal se ha visto abocado a pedir ayuda después de la pandemia. A pocos metros están Luis (nombre ficticio) y su mujer, que llegó a España en pleno confinamiento. Tienen dos hijos y no tienen papeles. O José, que trabajaba en la construcción de un hotel en Salou y se quedó en la calle, como todos sus compañeros, cuando se pararon las obras por el coronavirus. Vive con su abuela y ahora que estarán los dos vacunados vivirá más tranquilo.

También hay personas que viven en la calle desde hace años, como un señor alemán, siempre sonriente, al que conocen bien los voluntarios de Sant Egidi. Él es de los pocos que no tiene tarjeta sanitaria. El resto, pese a tenerla y, en algunos casos, a estar en los grupos de edad que se están vacunando, no habían tenido la oportunidad o no sabían cómo pedir hora por internet.

Kiko Marsal, médico jubilado, es uno de los voluntarios de Sant Egidi y explica que estuvieron muy contentos cuando pudieron coordinar con el CAP Muralles que fueran a vacunar a sus amigos (así llaman los voluntarios a las personas que acuden a la entidad). La acogida fue muy buena y en poco tiempo tenían apuntada a una treintena de personas. Los voluntarios se encargaron, además, de organizarlo todo para facilitar el trabajo a las enfermeras.

Montserrat Llurba, otra voluntaria, explica que más allá de ofrecer alimentos, muchas de las personas que acuden al local necesitan alguien que les ayude a situarse, a saber qué puertas tocar, y con la vacuna no ha sido diferente. «Además saben que esta es su casa, así que han venido tranquilos».

Mano a mano con las entidades

Las dos enfermeras que acuden, además de vacunar en su CAP, han acudido a inocular ‘in situ’ a personas vulnerables en otras zonas de la ciudad. Cuentan que la gente, en general, tiene ganas de vacunarse y, los que van preocupados suelen salir más tranquilos a base recibir información. Las vemos en acción con un hombre grande, visiblemente nervioso, que termina repitiéndoles varias veces «muchas gracias».

Aunque estas vacunaciones no son tan mediáticas como las de la Anella Mediterrania (merecidamente alabada por la organización), aquí también hay un esfuerzo de coordinación muy importante que tal vez no sea tan visible. Aquí, de hecho, no vemos a nadie haciéndose fotos para compartir en las redes sociales.

Anna Bocio, jefa de servicio de Promoció de la Salut de la subdirección regional del Camp de Tarragona y Terres de l’Ebre de la Agència de Salut Pública, explica que se ha contactado con los ayuntamientos que, a su vez, les han ayudado a identificar cuáles son los diferentes recursos en los que podría haber usuarios vulnerables, como albergues, comedores sociales, pisos de acogida...

Con esta información, y en colaboración con las entidades, realizaron un censo que en el Camp de Tarragona consta de unas 250 personas de las cuales ya hay en torno a la mitad vacunadas. Hay que tener en cuenta, además, que en algunos casos se trata de personas que acuden a más de un recurso. En Tarragona, por ejemplo, también se ha inoculado a personas en el albergue de la Fundació Bonanit o en Café i Caliu de Cáritas. En todos los casos son los equipos de atención primaria los que acuden a vacunar.

Una vez que las personas son vacunadas (siempre con Janssen, que es la vacuna que ha elegido la comisión de salud pública para estos colectivos) la información queda registrada en el sistema. Igual que pasaba en Sant Egidi, explica Bocio, la mayoría de las personas que están vacunando en estos operativos tienen tarjeta sanitaria. Si no la tienen basta con cualquier identificación, pero incluso en los extraños casos en que no tienen ningún documento, también se les vacuna.

Además de estos operativos concretos los trabajadores sociales municipales también están informados para ponerse en contacto con los trabajadores sociales de los CAP para allanar el camino para personas que tienen dificultades para acceder al sistema por diferentes motivos, como la brecha digital o no poder coger un transporte, por ejemplo.

Ayer en Sant Egidi no había la tradicional sopa, pero el pinchazo alegró la cara a más de uno.

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