«Blindamos el cuarto de contadores, ¿y ahora qué?»

Pinchazos. Recibos de 200€ en casas donde no vive nadie, un butrón, un electrocutado... Así es la batalla contra de unos vecinos contra los ocupas

21 abril 2021 18:00 | Actualizado a 22 abril 2021 05:38
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Israel Colom lleva desde diciembre del año pasado intentando que le pongan electricidad en el piso donde ha ido a vivir de alquiler en la calle Gaudí de Vilallonga del Camp. La razón que le da la empresa que se encarga de la instalación para no darle de alta el suministro es el modelo de la puerta del cuarto de contadores. Se trata de una puerta blindada que los vecinos han instalado para evitar conexiones ilegales, pero el operador le insiste en que para poder hacer la instalación es necesario que la llave sea «estándar».

Y es aquí donde estalla, de pura frustración, el presidente de esta comunidad de 16 vecinos: «¡Le piden una llave que se puede comprar en cualquier ferretería por un euro, y con la que cualquiera con mala intención puede acceder! No lo entiendo».

Colom, al final, cansado de la situación, está buscando otro piso, pero el presidente de la comunidad explica que este es apenas el penúltimo «y el más kafkiano» de los capítulos que han tenido que vivir en su batalla contra los empalmes ilegales.

Le preguntamos qué les llevó a poner una puerta blindada y nos explica que se han decidido por ese modelo «porque primero instalamos una semiblindada que reventaron en tres días». La primera puerta les costó 1.157 euros y la segunda 1.716. Nos enseña las facturas.

Un ‘butrón’ en la pared

Pero como la puerta blindada se convirtió en un problema para quienes querían conectarse ilegalmente, en diciembre del año pasado hicieron un ‘butrón’ en la pared del cuarto de contadores para poder acceder. Sucedió una tarde, después de que por la mañana los técnicos eliminaran los empalmes ilegales. Ese día los vecinos del edificio de enfrente fueron alertados por el humo y los gritos de alguien pidiendo socorro. La persona que se coló manipuló el ‘embarrado’, la conexión de la red eléctrica de la calle y se electrocutó. Se la llevaron en ambulancia, sufrió quemaduras importantes y a día de hoy sigue viviendo allí.

Después de esto, como se demostró que la puerta no era suficiente para evitar el acceso, tuvieron que ‘acorazar’ la pared averiada con una lámina de acero de cinco milímetros... Y aquí se les fueron otros 764 euros. «No sé qué más podemos hacer, el riesgo de incendio es elevadísimo». explica el presidente.

Pero ante las barreras los que están dispuestos a ‘pinchar’ no paran de hacer gala de su creatividad. El presidente nos muestra una foto del extractor de humos del párking. A simple vista no hay nada que llame la atención, pero se fijaron e él después de encontrar discordancias en el precio de la factura eléctrica de la comunidad. Descubrieron que allí también se habían enganchado. Lo denunciaron a los Mossos d’Esquadra, igual que el butrón.

Un año de facturas imposibles

Pero tal vez quien más ha sufrido en sus propias carnes las consecuencias de los pinchazos ha sido Andrés Lazo, otro vecino que hace aproximadamente un año comenzó a notar cómo la factura de la luz le subía inexplicablemente. De le empresa suministradora le revisaron el contador y le dijeron que funcionaba bien. Se quedó sin poder demostrar lo que pasaba «y en la policía tampoco me cogieron la denuncia».

El último recibo de la luz fue por 253 euros, pese a que Lazo y su mujer están viviendo en un huerto urbano. «Tenemos todo desconectado para demostrar que no somos nosotros los que consumimos», explica.

Él es jubilado y su mujer pensionista, y los recibos de la electricidad los están ahogando. Finalmente han contratado un electricista particular que hace una semana les ha dicho que un vecino sí que les ha pinchado la electricidad. Ahora están a la espera de que la compañía eléctrica les vuelva a visitar.

«Nos fuimos al huerto porque no podemos pagar esa cantidad de luz. Nada más comenzar la pandemia tuvimos que pagar a plazos los 500 euros que nos llegaron de dos recibos... No sé quien lo ha hecho, pero nos está haciendo mucho daño. Nos está afectando mentalmente», dice.

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