La sentencia se enmarca dentro de una investigación por la difusión de noticias falsas en la que figura el empresario sudafricano bajo la sospecha de haber cometido delitos de obstrucción a la justicia, organización criminal e incitación al crimen.
Las acusaciones contra Dúrov son graves e incluyen la facilitación de actividades delictivas como el tráfico de drogas, la ciberdelincuencia, el acoso cibernético, y la promoción del terrorismo