15 días de viaje por 9 países para huir de la guerra en Ucrania

Una familia de seis, con abuela, dos niños y una embarazada, narra su éxodo de 15 días por nueve países hasta llegar a Tarragona. Más de 1.000 refugiados se alojan ya en la provincia

27 marzo 2022 11:42 | Actualizado a 28 marzo 2022 09:16
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Las caras son alegres y tristes a la vez, por esa mezcla rara de sentimientos. «Estamos agradecidos a la acogida y tranquilos, porque aquí estamos muy bien, pero a la vez preocupados por saber qué va a pasar. Es una situación muy incierta, saber cómo vamos a vivir, si podremos volver en algún momento, echamos de menos a nuestra tierra y a la familia que se ha quedado allí», dice Elena Labivka, madre de dos hijos, Vladimir y Timur, uno de un año y otro de tres, y embarazada de otro. Aún no se le nota y lo dice con una sonrisa, de pasada. Su marido no ha podido salir y se ha quedado alistado en Járkov, una de las ciudades más asediadas. «Hablo cada día por WhatsApp con él», dice ella.

Ellos vivían en Chuguev, una ciudad en la región de Járkov, al noroeste del país. Sin vínculos con Tarragona y sin conocer el idioma –tampoco el inglés–, han pasado unos días en el hotel Lauria y ahora están instalados en un establecimiento de Salou, bajo el cobijo de Creu Roja. La entidad indica que 1.033 refugiados han recalado en Tarragona en un mes. 

«Estamos agradecidos y tranquilos pero preocupados por saber qué va a pasar»

Elena Labivka

Podrían parecer a simple vista unos turistas del este, pero la peripecia de estas seis personas es casi una epopeya desde que salieron del Donbás el 5 de marzo, solo unos días después de estallar la guerra. «Ya existía peligro, aunque aún no había acciones militares. Preferimos salir cuando escuchamos las primeras sirenas antiaéreas porque luego todo se iba a complicar. En esa situación se escuchaban sirenas y ya bajábamos a los refugios», narra Elena. Se trata, de hecho, de una huida constante, como de estar siempre un paso o varios por delante de donde se libran los conflictos más crudos. Vivían en Donetsk, zona en guerra desde 2014, y cuando el marido de Elena se tuvo que movilizar para el ejército se marcharon a Járkov, un área zona lejos del control prorruso, pero a la vez cercana. «Ya entonces tuvimos que salir y dejamos nuestra casas», recuerda.

El segundo éxodo, recién completado ahora, ha sido un desplazamiento más intrincado, por un rodeo que buscaba hacer el viaje en familia. Desde Járkov tenían que bajar en tren hasta Odesa, en el sur, y allí hacer un reencuentro. «Pensábamos que en el sur del país podríamos tener más tranquilidad, pero no fue así. Todas las advertencias nos decían que teníamos que salir porque se iba a complicar la situación», recuerda Elena. Esas zonas han ido quedando arrasadas por los combates. 

Allí vivía Valentina, la madre de su suegra, que era natural de Donetsk, pero los planes se truncaron porque la búsqueda de la calma no prosperó. El puerto de Odesa, un enclave estratégico para controlar la salida al Mar Negro, entraba dentro de los planes de los invasores rusos. El ejército iba a bombardear esa zona y tocaba salir. «La frontera estaba muy cerca de allí», relatan. Apenas 70 kilómetros separan Odesa del límite moldavo pero huir por el sur de Ucrania iba a tener un coste. Aun así, lo hicieron, en una extensa comitiva formada por la joven, Elena, y sus dos hijos; su suegra, Inna Barbarosh, y su hija, Sofiya Barbarosh; y la abuela, Valentina Nazarenko, madre de Inna, y la persona a la que habían recogido en Odesa. 

Todos, con vínculos en el Donbás, se habían reencontrado en Odesa y tenían que salir, con sus respectivas maletas y equipajes, y su perro. «La situación en Moldavia es muy distinta, allí no tienen una estructura tan consolidada de ayuda a los refugiados», cuenta Luis Purcalla, una de las personas que acudieron a recogerles a Cracovia

«Estoy embarazada y tengo dos hijos. Mi marido se ha quedado alistado»

Elena Labivka

. Pero antes de eso: después de tres días en Moldavia, cruzaron la frontera hacia Rumanía, siempre en tren. Tampoco la situación mejoró allí, donde permanecieron cuatro días. De ahí pasaron a Hungría, un día más, y finalmente hasta Polonia, donde estuvieron dos. Allí se hospedaron en un albergue de los escolapios, hasta que la comitiva procedente de Tarragona les recogió. Habían salido de casa el día 5, en el maltratado Donbás, y llegaron a Tarragona el 20, tras 15 días cruzando Europa hasta España, el décimo país que pisaban y a la vez destino final tras transitar por casi una decena de fronteras. 

«Traemos cientos de historias»

«No nos hemos traído personas, nos hemos traído cientos de historia. Cruzar tantos países en tan poco tiempo…», cuenta Carlos Ferrer, otro tarraconense que ha participado en el viaje de rescate, en el que varias furgonetas y un autocar recogieron a la familia de Elena y a otras 60 personas en Cracovia. «Siempre pasa que hay un poco de inseguridad en ellos. Al ser mujeres y niños, ellas se fiaban más de las mujeres que iban, al menos en los primeros momentos, hasta que van cogiendo más confianza con los hombres», explica Carlos, que añade: «Ahora les veo relajados, tranquilos». 

La vida se ha reiniciado en Tarragona, lejos de las bombas. Elena necesita ir al ginecólogo por su embarazo, otra chica ha precisado acudir a una óptica, y otra al médico, en Joan XXIII. También ha tocado cambiar las bolsas de plástico con todos los enseres por maletas en condiciones. La escolarización también está en marcha. Después de tantas vueltas, muchos de ellos han superado el recelo inicial y se deshacen en gratitud. Elena y su familia les dicen a sus ‘rescatadores’: «Sois nuestros ángeles y os hemos encontrado».

Marta Buqueras también ha participado en la misión:«Ha sido duro, hemos pasado días sin dormir entre la preparación y el viaje pero hemos hecho piña. Recibimos mucho agradecimiento. Al principio tienen desconfianza, porque la situación es muy complicada». No fue tan rápido llenar el autocar de refugiados. «Algunos preferían esperar, por si se llegaba a un acuerdo que parara la guerra. Algunos querían estar cerca por si podían volver», dice Marta. 

«Fuimos de Donetsk a Járkov y luego hasta Odesa, pero también allí había peligro»
Elena Labivka

En Tarragona sigue la urgencia. «Nos estamos volcando todos para ayudarles. Todo esto les ha generado inseguridad. En general están tristes, tocados, lo están pasando mal. Algunos te dicen: ‘Ayer pude contactar con mi familia pero hoy ya no sé nada, no sé si han bombardeado’. Y aquí necesitan estar juntos, tener paz, vivir en un ambiente que les dé tranquilidad. Tienen que arroparse por el que pasa por situaciones similares», comenta Marta Buqueras.  

Los impulsores de la iniciativa plantean ahora impulsar una fundación para seguir ayudando. Más información en ‘www.ayuda-ucrania.es’ y donaciones a la cuenta ES56 0182 3304 3902 0349 7144 (concepto Donación Ucrania).

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