Vía pública
Tarragona prepara un plan de árboles: ¿dónde hacen falta más?
El consistorio ha identificado diversos puntos con déficits en los que quiere actuar con una hoja de ruta que está empezando a dibujarse. Con un 46,9%, la ciudad supera la media europea y española en el porcentaje de zona urbana cubierta por arbolado, aunque los expertos reclaman una reflexión

La decisión de qué especie de árbol se planta en un punto depende de múltiples factores.
Tarragona se prepara para repensar su paisaje urbano. El Ayuntamiento trabaja en un plan que pretende mejorar la distribución de los árboles viarios en toda la ciudad, aumentar la sombra en las calles más expuestas al sol y garantizar una masa más resistente al calor y a la sequía, con la finalidad de disponer de una hoja de ruta para los agentes externos que actúan en una nueva calle o en una obra que afecte al espacio urbano.
"Es importante diferenciar el término municipal del núcleo urbano", explica Francisco Domínguez, director de la Brigada Municipal de Parcs i Jardins. "El primero, en Tarragona es muy boscoso, con un gran espacio como la Anella Verda, que es un valor natural enorme, de oxígeno físico y también psicológico. Pero la zona urbana es otra cosa muy diferente", ya que convive con la mayoría de la población.
De hecho, según los datos que publica de forma periódica la European Environment Agency, el 46,9% del área de la ciudad de Tarragona está cubierta por árboles, por el 28% de la media española y el 29,2% de la europea.
Francisco Domínguez: "Estamos estudiando nuevas alineaciones en zonas de aparcamiento"
Domínguez subraya que la ciudad cuenta con espacios forestales de gran valor, pero advierte que "el reto está en mantener zonas verdes artificiales dentro del entramado urbano –parques, jardines y arbolado viario–, que aportan sombra, reducen ruido y retienen contaminantes". Destaca especialmente el arbolado viario, cuyo papel ve más infravalorado.
En 2022, según los últimos datos, la ciudad disponía de unos 36.000 ejemplares, sin contar los de espacios no urbanos como Boscos. Domínguez afirma que el objetivo actual es conservar, adaptar y aumentar esta masa: "Nos centramos en renovar árboles viejos o inseguros y por no reducir nunca el número total. Incluso estamos estudiando nuevas alineaciones en zonas de aparcamiento, de modo que se pueda incluir verde sin restar espacio al peatón y sin molestar mucho a los coches, aunque se les quite algo de espacio".
La Part Baixa
Uno de los puntos objetivo de este tipo de acciones municipales es la Part Baixa. Cuando se urbanizó, se pusieron árboles en todas las calles, algunos de los cuales se han ido eliminando por, según Domínguez, "problemas de accesibilidad".
En 2022, según los últimos datos, la ciudad disponía de 36.000 árboles viarios
Se trata de una de las zonas más castigadas por la falta de árboles –junto con la Part Alta– y el equipo técnico estudia soluciones como "crear pequeñas islas o refugios climáticos de sombra con puntos de agua". Domínguez recuerda que "a veces no puedes poner una zona verde en un punto, pero sí pacificarlo".
Sin embargo, transformar el paisaje urbano no es una tarea fácil. "El árbol debe convivir con alcantarillado, fibra óptica, gas, luz, cimientos y pavimentos... Bajo tierra hay tantos obstáculos como en la superficie", apunta Domínguez, que insiste en que cada nueva plantación requiere un equilibrio entre el confort ciudadano y la sostenibilidad.
Se tiene en cuenta también la especie, ya que todas y cada una de ellas tienen sus particularidades, a la vez que sus pros y sus contras: "Entre la ciudadanía hay algunas quejas de que la Rambla Nova está llena de flores amarillas en primavera, y yo digo ‘¿cuánta gente pagaría por tener un jardín de flores amarillas?’", argumenta el jefe de Parcs i Jardins.
Subraya otra casuística que le sucede: "La tendencia de las exigencias ciudadanas es pavimentar, y nosotros queremos explicar que cuanto menos pavimentado esté un espacio, menos calor se percibe en el entorno".
Júlia Valero: "Olvidamos que las ciudades no son solo para trabajar o desplazarse, sino también para vivir, criar y descansar"
El mantenimiento
El nuevo Pla d’Ordenació Urbanística Municipal (POUM) será clave para ampliar la vegetación y pacificar calles. "Cada vez que se pacifica una calle hay que reservar espacio no solo para las personas, sino también para lo que necesitan: sombra, árboles y zonas de descanso", remarca Domínguez.
Además, subraya que el arbolado no es únicamente un elemento decorativo, sino una infraestructura ambiental: "Los árboles no solo dan sombra. Retienen partículas contaminantes, amortiguan el ruido, bajan la temperatura, reducen el estrés y aportan valor al entorno".
Aun así, el mantenimiento no siempre es sencillo: "Hay especies que ensucian más o levantan pavimentos, otras duran menos o necesitan más agua. No existe la especie perfecta, y por eso hay que encontrar un equilibrio entre estética, funcionalidad y sostenibilidad", indica Domínguez. Para su mantenimiento, son esenciales las podas, que se llevan a cabo dependiendo de la especie y de su ubicación.
El nuevo POUM será clave para ampliar la vegetación y pacificar calles
El responsable de Parcs i Jardins insiste además en la corresponsabilidad ciudadana: "A veces, el vandalismo o la falta de civismo nos hacen perder tiempo y recursos. Si todos cuidáramos un poco más los espacios comunes, podríamos dedicar más esfuerzos a mejorar la calidad de los jardines y menos a reparar daños".
Pensar la ciudad para vivirla
La arquitecta e investigadora Júlia Valero, de la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de la Universitat Rovira i Virgili, amplía la mirada más allá del arbolado: "El debate no es solo cuántos árboles plantamos, sino para quién pensamos las ciudades". Según ella, buena parte del urbanismo moderno se ha diseñado "para el rendimiento, la velocidad y la productividad", lo que ha favorecido la impermeabilización del suelo y la pérdida progresiva de espacios naturales.
"Vamos perdiendo suelos que podrían drenar y conectarnos con ecosistemas más vivos. En cambio, priorizamos infraestructuras que favorecen al coche y la vida rápida. Olvidamos que las ciudades no son solo para trabajar o desplazarse, sino también para vivir, criar y descansar", reflexiona.
A su juicio, Tarragona no escapa a esta dinámica: "Como muchas otras ciudades, ha respondido al mismo modelo de planificación orientado al rendimiento. Ahora sería buen momento para revisar qué hemos hecho y cómo podemos recuperar ciertas condiciones que favorezcan el bienestar y la salud mental".
La investigadora defiende que el urbanismo debe contribuir también a "reducir el estrés social" y fomentar ritmos de vida más pausados: "Cuando las especies muestran síntomas de estrés, están anunciando su desaparición biológica. En el caso de las personas, el estrés urbano tiene mucho que ver con la falta de espacios para estar, para respirar y simplemente sentirse bien".
Guillermo García de Castro: "El plan garantizará una masa arbórea más saludable"
Reinterpretar el paisaje local
Algunas ciudades, como Girona, cuentan con un río que vertebra su paisaje y les ofrece un corredor verde natural. Tarragona, según Valero, "no ha dedicado su río al habitante, sino a otras actividades". Aun así, insiste en que "no hay preexistencias mejores o peores, sino diferentes maneras de leerlas y aprovecharlas".
Reus, dice, "ha tenido rieras y una amplia llanura agrícola, pero en lugar de integrar esas lógicas naturales en la ciudad, las ha transformado en urbanizaciones o polígonos". En el caso de Tarragona, "todo depende de la actitud con la que se planifiquen los espacios y de si se quiere extender el asfalto hacia los bosques o traer las dinámicas de esos bosques hacia dentro de la ciudad".
Para la investigadora, el límite entre la ciudad y su entorno "puede tener el grosor que queramos". Es decir, puede convertirse en una franja de transición rica en vegetación y biodiversidad, o seguir siendo una frontera rígida de hormigón y tráfico: "También es una cuestión de cultura urbana", insiste.
Hay vecinos que aún piden sustituir el césped de los parques por caucho para que los niños no se ensucien
Hay vecinos que aún piden sustituir el césped de los parques por caucho para que los niños no se ensucien: "Eso demuestra que el cambio de mentalidad debe ser tanto de quienes planifican como de quienes viven la ciudad", sentencia.
Sin perder funcionalidad
El concejal de Medi Ambient, Espai Públic i Joventut, Guillermo García de Castro, resume el espíritu del nuevo plan: "Trabajaremos para garantizar una masa arbórea más saludable para la población actual y las generaciones futuras, donde la naturalización y la extensión del verde sean factores clave para un espacio público vivo y habitable".
La intención es clara, pero el reto será equilibrar esa ambición con la realidad. Tarragona tiene a su favor un entorno natural privilegiado; ahora le toca decidir cómo quiere que ese verde forme parte del corazón urbano.