Tarragona

Historia

Viaje al siglo XVI, la Tarragona del Cardenal Cervantes y los orígenes de la universidad

Una acción teatralizada en el Antic Ajuntament ha acercado este domingo, 7 de diciembre, la figura y su legado al público general

Durante la acción teatralizada, el actor Anton Ferraté ha encarnado al Cardenal Gaspar Cervantes, quien fue arzobispo de Tarragona.

Durante la acción teatralizada, el actor Anton Ferraté ha encarnado al Cardenal Gaspar Cervantes, quien fue arzobispo de Tarragona.Àngel Ullate

Montse Plana
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¿Quién fue el Cardenal Gaspar Cervantes? El actor Anton Ferraté, ‘Ton’ para los amigos, explicaba la mañana de este domingo, 7 de diciembre, que lo buscó en Wikipedia cuando le propusieron encarnarlo en la acción teatralizada Tarragona amb els ulls del cardenal Cervantes, organizada por el Museu d’Història de Tarragona.

En el interior del Antic Ajuntament, y ante un público expectante, Ton leía: «Nació en Trujillo… Estudió en la Universidad de Salamanca y en la Universidad de París… Fue vicario general de la diócesis de León, inquisidor y vicario general del arzobispado de Sevilla, e inquisidor en Zaragoza y en Nápoles…». También participó en el concilio de Trento y fue arzobispo de Tarragona, donde creó la universidad. «Así que la calle Cervantes de Tarragona no está dedicada a quien escribió el Quijote...», murmuraba.

Pero volvemos al kit de la cuestión: «¿Cómo era? Alto, bajo, delgado, graso…», seguía planteándose el actor. La única imagen del Cardenal Cervantes que se ha conservado no es demasiado reveladora. Aunque sí que da pistas de su indumentaria. Ferraté necesita profundizar. Saca la lupa y libros que dan algunas pistas: «Pacífico, enemigo de las etiquetas… Pero, ¿no era inquisidor?». Ferraté seguía buscando: «El arzobispo es viejo y su salud no es demasiada buena». Ahora lo tiene claro, ya puede interpretar su papel.

Con sotana, muceta y capelo de color granate, se presentaba ahora ante el público el Cardenal Gaspar Cervantes, en un viaje a la ciudad de Tarragona del siglo XVI. Los espectadores dejaban de serlo para convertirse en maestros aspirantes a ocupar plazas en la futura universidad. «No me esperaba que tantos maestros se acogieran a nuestra llamada –admitía el cardenal–. Busco maestros de gramática, hay tres plazas; maestros de filosofía, tres; y de teología, cuatro. Por ahora lo tendremos que dejar aquí. Este es el mínimo para tener un buen funcionamiento».

Tosiendo, llamaba al escribano, y empezaba a dictar parte de su testamento, dejando bien ligada la continuidad de la universidad, impidiendo su extinción. El escribano (interpretado por Josep Maria Piñol) usaba entonces su poderoso mando con el que podía parar el tiempo, rebobinar y avanzar, lo que hacía reír especialmente a los más pequeños. Un ‘poder’ que usaba a modo de paréntesis para contextualizar a los espectadores y hacer apuntes, como el caso de esta cláusula del testamento del cardenal, que impidió que la universidad desapareciera cuando Felipe V quiso cerrar todas las universidades catalanas. «Qué vista el cardenal...», aplaudía.

Aunque la universidad es el principal legado que dejó Gaspar Cervantes en Tarragona en su breve estada en la ciudad (entre 1572 y 1575), impulsó proyectos, como baluartes de defensa contra los piratas, la implantación del seminario «siguiendo el concilio de Trento», así como el asentamiento de los jesuitas.

En octubre de 1575, moría. Quizá ha perdurado más en la memoria el nombre de su pariente, Miguel Cervantes (sí, el del Don Quijote de la Mancha), pero el legado del arzobispo y cardenal todavía late en la ciudad.

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