La muerte comercial de la calle Reial de Tarragona
La avenida está llena de locales con las persianas bajadas con carteles de ‘Se alquila’ o ‘Se vende’. Algunos empresarios dicen que aguantarán hasta jubilarse, otros cerrarán en breve

Imagen actual de un día cualquiera en la calle Reial.
La calle Reial de Tarragona es la que más carteles de se alquila o se vende tiene en sus paredes. Y es que la mayoría de los locales están cerrados. El comercio en este punto de la ciudad ha muerto definitivamente. Los melancólicos vecinos recuerdan cuando la calle Reial estaba llena de entidades bancarias. Ahora, los pocos establecimientos que hay abiertos son, en gran parte, talleres mecánicos de coches. Los comerciantes aguantan porque no les queda otra, pero aseguran que están contando los días que les queda para jubilarse. Los vecinos ven que la falta de locales abiertos se convierte también en falta de seguridad. El futuro no se augura bueno para esta calle de la ciudad. La única esperanza que queda en el barrio es el plan especial que el Ayuntamiento tiene preparado para revitalizar la Part Baixa.
Una de las tiendas que aún resiste, aunque por pocos días, es la Botiga del Port, que vende artículos de pesca, loterías y petardos. Después de 40 años, el establecimiento cerrará sus puertas en las próximas semanas. «Los hábitos de consumo han cambiado mucho», explica Rosa Ferrando, dependienta, quien añade que el estado actual del barrio tampoco ayuda a tirar adelante los negocios. «Es vergonzoso el paso soterrado que hay para acceder al puerto. Ni las escaleras ni el ascensor funcionan. Además está todo sucio. ¿Quién vendrá a comprar aquí? Nadie», apunta Ferrando. La propietaria ha aguantado todo lo que ha podido, pero la cosa ya no da para más. Según Ferrando, la llegada de cruceros a la ciudad no les ha beneficiado en nada. «¿Saben cuántos imanes vendí a los cruceristas el verano pasado? Dos.», explica.
A pocos metros se encuentra Fèlix Medina, propietario de la tienda de animales. «Estoy esperando la jubilación. Tengo abierto por pura supervivencia», asegura. El problema es que no hay clientes porque tampoco hay gente paseando por el lugar. «La concentración de comercios en las grandes superficies, como Parc Central o Les Gavarres, han hecho mucho daño a los negocios pequeños como nosotros», apunta Medina, quien abrió la tienda hace 9 años. «No solo estamos mal en esta calle, está apagado todo el barrio», añade.
En la calle Reial todavía nos podemos encontrar con una peluquería canina, alguna tienda de material electrónico, una lavandería, un Spar, una empresa de servicios gráficos, talleres mecánicos, dos farmacias y un sex shop. Además, también se encuentra la sede territorial de Esquerra Republicana de Catalunya –partido que gobierna en la ciudad–, y el local social de la Associació de Veïns del Barri del Port, punto de encuentro y de actividades para los vecinos.
Daniel Hidalgo es, desde hace tres años, el propietario del sex shop de la calle Reial. «Vamos aguantando como podemos. Nos sentimos abandonados. Tenemos la sensación de que el Ayuntamiento solo promueve el turismo en la Part Alta de la ciudad», asegura Hidalgo, quien añade que «en lugar de facilitarnos la vida, solo nos ponen pegas administrativas para abrir negocios». Este joven empresario opina que parte de la responsabilidad de la situación que se vive en la calle es la falta de rehabilitación de los edificios. «Hay algunos en los que da miedo pasar por debajo. ¿Quién querrá venir de compras por aquí», se pregunta Hidalgo.
La muerte comercial de la calle también perjudica a los vecinos, quienes opinan que la falta de negocios abiertos implican inseguridad. «Hay poca luz y, por lo tanto, intento no pasar nunca sola por la calle Reial», asegura Anna Sola, vecina de la Part Baixa.
Por su parte, Walid Nassiri, otro vecino del Barri del Port, describe como la avenida se está quedando prácticamente vacía. «Yo recuerdo que esta calle era la principal del barrio, todos bajábamos aquí a comprar. Ahora, tenemos que salir de la Part Baixa. Apenas tenemos servicios», apunta Nassiri.
En esta misma línea, habla Carmen Puig, presidenta de la Associació de Veïns del Barri del Port. «Es muy triste. Hay algunos tramos que dan pena. Llevamos mucho tiempo reclamando a los gobiernos que han pasado por el Ayuntamiento que nos den herramientas para luchar contra la desertización comercial», explica Puig, quien reconoce que parte del problema es «el alto precio de los alquileres».
Como una mancha de aceite
«Se trata de una calle que, antiguamente, unía el Serrallo con el centro. Tenía mucha vida y muchos negocios», recuerda Florenci Nieto, presidente de Pimec Comerç Tarragona, quien responsabiliza del estado actual a los políticos, «a quienes les molesta el comercio». Nieto define la Part Baixa como un «barrio dormitorio», en el que solo hay viviendas. Finalmente, alerta de que el fenómeno del cierre de tiendas es como «una mancha de aceite. Se irá expandiendo por todo la ciudad. Prueba de ello es la calle Apodaca y Unió», apunta Nieto.