Agustí Mallol: «Mi WhatsApp es dar la mano y mirar a la gente a la cara»

El exedil del Ayuntamiento paseó la bandera de Tarragona por lugares tan dispares como la sede de la ONU en Nueva York o el Monumento de la Paz de Hiroshima 

05 abril 2018 11:36 | Actualizado a 06 abril 2018 12:39
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¿Qué recuerda de sus inicios en el Ayuntamiento?

Fui el primer concejal de Medioambiente de Tarragona. Ni siquiera tenía despacho, lo teníamos que compartir. En los primeros días llamé a Barcelona para presentarme al conseller. Me contestaron que no había… Más tarde el que se estrenó fue Vilalta, de Reus. Mis amigos me decían que no duraría ni tres meses, como venía de la industria química (Terquimsa), pensaban que me estaban haciendo la cama… Durarás dos días, se reían.

Fue uno de los que comenzó a trabajar en el famoso equilibrio química-turismo...

He viajado mucho para ver los mejores ejemplos y no hay una ciudad en Europa que haya conseguido algo parecido. Esta convivencia es el trabajo de muchos años. Un trabajo de Tarragona, porque Barcelona nunca nos ha dado nada. Una provincia con dos centrales nucleares y dos refinerías merece un régimen económico especial que tanto la Generalitat como el Estado siempre nos han negado.

¿De dónde le viene la vena pública?

Yo tuve dos másters, el movimiento vecinal, que es el mejor para conocer los barrios y pedir que te ayuden en tu tarea, y el movimiento sindical, para conocer los resortes de las empresas desde abajo. Allí aprendí a buscar un equilibrio, sin excesos ni abusos.

¿Cómo ve la política actual?

Quizá adolece de falta de valores. Yo recuerdo lo que me enseñaron mis padres: ser sincero, tener palabra y querer a la familia y a Tarragona. La envidia y la ambición hacen mucho mal. Hay más política de salón que de patear la ciudad. Antes todo se hacía más de cara, con más nobleza.

Siempre ha mantenido contacto con la gente.

En menos de dos años he pronunciado cerca de 30 charlas en los barrios ante más de 3.000 personas. Es mejor que el Facebook o el WhatsApp. Mi WhatsApp es dar la mano a la gente y mirarla a la cara, a los ojos. Así ves la verdad, a los abuelos que ayudan a los nietos en paro… La gente te expresa sus necesidades, de toda índole. Lo que más duele es la pobreza.

¿Cómo ve el ‘procés?

Con mucha tristeza. Veo que Tarragona está llorando. Veo gente que corrió delante de los grises, con Franco, para defender Tarragona y Catalunya, y que se sienten españoles. Entonces los independentistas no estaban allí. Y veo también un castigo injusto de cárcel para políticos que no han matado ni han robado. Si se han extralimitado, que los inhabiliten, pero no se merecen un castigo así. No calcularon bien. Ahora lo que pide el pueblo es un Govern cuanto antes con un president que no tenga ni una multa de tráfico.

¿Y los Juegos Mediterráneos?

Pido que estemos a la altura. Estoy al 100% con el proyecto, porque no son de ningún partido, son de la ciudad. No entiendo los plantes a un ministro, que lo es del Estado y no del PP. Lo hemos de recibir y atender como merece; Tarragona siempre fue elegante.

Es un evento muy ligado a la impronta de Ballesteros. Usted era un hombre de Nadal que luego apoyó al actual alcalde…

Yo no era convergente ni ahora soy socialista. Yo era nadalista, y con Nadal  pasé los mejores años de mi vida, pero mi partido se llama Tarragona. Nací trabajando por mi ciudad y me moriré igual. Algún día explicaré a fondo mi transición.

¿Está preparando una especie de memorias?

Sí, y tengo mucho que contar. Algunos, al verse retratados, se arrepentirán de su modo de obrar. Ahora estoy cerrando los patrocinios para afrontar la edición, cuya recaudación donaré íntegramente a La Muntanyeta y a Creu Roja.

 

 

 

 

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