«Las bombas de la Guerra Civil son muy inestables. Tienen un equipamiento de hierro que se oxida. Con el paso de los años, ese óxido se come los sistemas de seguridad del motivo por el que no funcionaron. Eso los hace más inestables. Igual lo mueves tres veces y no pasa nada y a la cuarta explota, porque ha desaparecido el muelle que impedía que bajara un percutor, por ejemplo», explica Carlos del A., sargento de la unidad de TEDAX-NRBQ de Mossos en Tarragona.
El procedimiento
Detonación ‘in situ’ o traslado hasta una cantera
Los restos pueden aparecer en casas, en garajes o en zonas de cultivo. «Si el sitio es idóneo y el artefacto es pequeño, lo podemos explosionar ahí», indica el sargento de la Guardia Civil José Manuel Chacón. Si no, se procede al traslado, extremando la precaución: «A veces llevamos el explosivo a una cantera, con unas medidas de seguridad, y allí lo explotamos, siempre de forma controlada, para evitar daños personales y materiales y también incendios». En otras ocasiones, se detona ‘in situ’, como sucedió con un proyectil de artillería que se explotó controladamente en una finca de Gandesa en 2018 por el área TEDAX-NRBQ de los Mossos. Un perímetro de seguridad y un agujero para el artefacto son algunas de las técnicas usadas.