Algunos de los detenidos por trapichear reinciden al salir en libertad

El hecho de que los juicios salgan al cabo de dos o tres años de los hechos hace que no se lo piensen dos veces en volverlo a hacer

05 agosto 2018 20:44 | Actualizado a 04 septiembre 2018 11:05
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La mayoría de los detenidos no escarmientan. La pena para el tráfico de hachís y marihuana es de como máximo tres años de prisión. Y como además el juicio tarda como mínimo dos años en salir hay un alto grado de reincidencia, reconocen los agentes de la UDU. Uno de estos casos de reincidencia sería el de un joven detenido el 16 de enero de 2016 y ahora condenado a dos años de prisión. Se le ha tenido en cuenta la atenuante de confesión y la agravante de reincidencia. Ya había sido sentenciado el 17 de diciembre de 2008 a tres años de prisión.

En esta última condena, el procesado, a las siete y media de la tarde, vendió a otra persona 0,42 gramos de cocaína –de una pureza del 66 por ciento-, valorada en 40,98 euros. El comprador se encontraba al lado de su coche y llegó el acusado. Bajó de su vehículo y se acercó al otro joven, realizándose el intercambio. Ocurrió en la calle Marquès de Montoliu.

De cocaína

La última sentencia en salir de la Audiencia Provincial de Tarragona en un caso llevado a cabo por la UDU tiene fecha del pasado 31 de julio. Sin embargo, los hechos se remontan al 7 de diciembre de 2015. Ocurrieron sobre la una de la tarde en la calle Vint-i-dos de Bonavista. El acusado se encontraba en la acera y vendió a otra persona una papelina que contenía 0,52 gramos de cocaína a cambio de una cantidad de dinero sin determinar. Dicha sustancia tenía una pureza del 27 por ciento y un precio en el mercado de 20,35 euros.

El procesado fue condenado a un año y medio de prisión y a pagar una multa de 20 euros. Los magistrados de la Sección Segunda basaron la condena en la declaración prestada por los agentes de la UDU, quienes presenciaron directamente la transacción. Dijeron que vigilaban las inmediaciones del domicilio del acusado tras haber recibido diversas quejas referentes a trapicheos en los alrededores del Col·legi Joan XXIII. 

El acusado ya era conocido de los agentes de anteriores intervenciones. Vieron que hablaba por el móvil y seguidamente un individuo bajaba de un vehículo y realizaba un intercambio con el sospechoso. Uno de los guardias se encontraba a unos ocho metros de la venta. Una patrulla uniformada paró el vehículo del comprador y el conductor reconoció que acababa de comprar cocaína.

El acusado negó los hechos y dijo que era amigo del supuesto comprador. Dijo que se conocen desde hacía años y que su amigo fue a su casa a buscar un ordenador portátil que él le había arreglado, después de comprar una tarjeta con memoria RAM por 40 euros, señalando que su amigo no llevaba dinero y se fue al cajero, y volvió a su casa a entregárselo y llevarse el ordenador. Incluso negó el encuentro entre ambos en la vía pública, algo que contradice la versión de los agentes. Los magistrados dieron más credibilidad a estos.

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