Ases tarraconenses en el deporte más literario

Cuatro tarraconenses participarán en el Mundial de quidditch, juego surgido de los libros de Harry Potter

26 junio 2018 09:17 | Actualizado a 26 junio 2018 10:38
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El quidditch se ha emancipado de Harry Potter: ha salido de las páginas de los libros y se ha instalado en la calle. Es un deporte minoritario, pero al alza, que huye de estereotipos peyorativos. No es un pasatiempo para frikis, sino una disciplina seria que combina la estrategia, la velocidad y el contacto físico. 

«Desde que se creó (hace trece años en una universidad estadounidense) ha ido evolucionando hasta convertirse en un deporte de pleno derecho. Hay muchos jugadores que no son fans de Harry Potter o que ni siquiera les gusta la saga», afirma el altafullense Daniel Edward Price, capitán de la selección catalana de quidditch que, desde mañana hasta el domingo, disputará el campeonato del mundo en Florencia. El reusense Pau Moncusí y los hermanos tarraconenses Adrián y Raúl Medina también forman parte del equipo.

«Vamos con el objetivo de pasárnoslo bien. Representamos a Catalunya, por lo que vamos con la intención de dar los mejor de nosotros y luchar hasta el final», dice Price, que se estrenará en esta competición. 
Moncusí ya tiene experiencia en estas lides. «En la vertiente personal, ir al Mundial supone volver a ver a la gente que he ido conociendo desde que practico este deporte (empezó en 2013). Y en la deportiva, cuando compites fuera de tu zona y te enfrentas a otros rivales siempre aprendes», asegura.
 

Catalunya está encuadrada en el grupo G junto con el Reino Unido, México, Eslovaquia y República Checa. España también participa, está en el grupo F. «Desde que el quidditch llegó a España, hace cinco años, no ha parado de crecer. La creación de torneos a nivel nacional nos permite conocernos todos, estrechar lazos y atraer a más gente a este deporte», señala Price. 

Goles en aros

Su origen literario juega en su contra. «Venir de Harry Potter no ayuda. La gente tiene miedo a ser diferente del resto y, por mucho que este deporte crece y se separa de sus orígenes, siempre hay quien trata de ridiculizarnos. Pero ser un deporte minoritaria tiene sus ventajas: la gente que viene a probarlo y se une ya no tiene miedo al qué dirán, tiene la mente más abierta y eso enriquece a la comunidad del quidditch», explica Moncusí.

Catalunya es una gran cantera.   Dispone de su propia liga y copa. El equipo pionero es el Barcelona Eagles, al que luego se sumaron Nightmare Grims de Tarragona, Ashwinders de la Universitat Autònoma de Barcelona, Bocs Folls de Sant Joan de Vilatorrada y el recién fundado Draco Dormien de Terrassa. Price juega en los Ashwinders y Moncusí y los hermanos Medina en los Nightmare Grims. En Tarragona, no obstante, no hay instalaciones adaptadas para la práctica de este deporte. «Entrenamos en el césped que hay al lado del río Francolí (a la altura de Parc Central) con material hecho y pagado por nosotros. No es muy caro», comenta Adrián Medina.

El quidditch se juega en un campo rectangular con forma circular en cada lado. Mide 55 por 33 metros y tiene tres aros-portería de diferentes alturas en ambos extremos. Cada equipo tiene siete jugadores (tres cazadores, dos golpeadores, un guardián y un buscador), con cambios ilimitados. Todos deben llevar una escoba entre las piernas en todo momento, si no, es falta. Cada gol vale 10 puntos y se otorgan 30 al equipo que captura la snitch, una bola de tenis metida en una media colgada de la cintura de un jugador imparcial oficial (snitch runner) vestido de amarillo. 

«Muchos procedemos de otros deportes, como el fútbol, el baloncesto, el rugby o el waterpolo, y aplicamos al quidditch nuestros conocimientos en esas disciplinas: desde el placaje perfecto de rugby al gol de medio campo de waterpolo», comenta Price.

La reglamentación marca que cada equipo puede tener un máximo cuatro jugadores del mismo género dentro del campo. El género con el que se identifique un jugador es el considerado para este límite, independientemente de su sexo físico. Con esta norma, el quidditch es uno de los deportes pioneros en cuanto a igualdad para las mujeres y el colectivo LGBTI. 

«Soy aficionado al deporte en general y sentí curiosidad por el quidditch. Me gusta su dinámica, aunque es compleja y parece caótico cuando lo ves por primera vez. Sigo practicándolo por la gente y el buen rollo que hay», apunta Moncusí. «El compañerismo es enorme, no solo entre miembros del mismo equipo, también con los rivales aunque haya mucha competitividad. Somos un gran familia», concluye Price.

Campaña de mecenazgo
La selección catalana de quidditch ha recurrido al crowdfunding  a falta de subvenciones. En este enlace hay información para echarles una mano: https://www.totsuma.cat/projecte/1637/

 

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