Cambiar el parque por la Catedral de Tarragona

Cerca de un centenar de personas, entre adultos y niños, asistieron a 'Els avis ensenyen la Catedral als seus néts', una actividad gratuita organizada por Els amics de la Catedral

19 mayo 2017 16:50 | Actualizado a 19 mayo 2017 16:50
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El sonido de las campanas indicaba las once en punto de la mañana. En un día normal de vacaciones, la mayoría de niños y niñas hubieran estado trasteando bajo la atenta mirada de sus abuelos, puesto que «hasta que no empiece el colegio nos quedamos con ellos porque sus padres trabajan», expresaba Fonsi Lorenzo, abuela de tres pequeños.

Sin embargo, la mañana de ayer era distinta a las demás. Los más pequeños de cada casa dejaron atrás el parque, la televisión o la consola para dirigirse a uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad: la Catedral. «¿Sabéis cuántos años hace que se construyó?», preguntaba a los asistentes la guía de la actividad ‘Els avis ensenyen la Catedral als seus néts’, Joana Virgili. Ella era la que asumía la difícil misión de convertir una mañana vacacional en una sesión lúdica y entretenida.

El Pla de la Seu fue el punto de encuentro. «Hemos superado todas las expectativas», exclamaba uno de los miembros de Els amics de la Catedral, entidad que organizaba el evento. Siendo la de ayer la segunda edición de la actividad, no cabe ninguna duda de que la afirmación era totalmente cierta. «Se nos han terminado todas las bolsas. Aquellos que no la tengan, pueden compartirla con el de al lado», expresaba Joana Virgili. En el interior de las pequeñas bolsas verdes se encontraba el material necesario para disfrutar al completo del acto: lápices y un cuaderno que serviría para resolver todas las incógnitas que se les presentarían en el interior.

Joana Virgili consiguió crear una estampa que muchos profesores envidiarían. Un círculo con más de cincuenta niños y niñas en silencio. La conexión entre la guía y los alumnos fue perfecta desde el primer momento. «Estoy encantada de cómo les está dirigiendo», expresaba una asistente que había llegado con sus dos pequeños.

Algunas preguntas relacionadas con las estatuas del exterior del templo inauguraron la actividad. «Sabéis quién lleva una corona», preguntaba Virgili bajo la atenta mirada de los asistentes. Pol, de unos siete años, levantó su mano. «Ese de ahí», respondió convencido. Se trataba del Rey David, algo que le permitió a Pol ponerse la corona y ser la envidia del resto durante un buen rato.

La interacción fue constante entre los pequeños y la guía. Virgili conseguía mantenerles atentos con constantes interrogatorios. Por su parte, los abuelos y las abuelas presentes también se lanzaban a participar. Aunque como expresaba Maite, que había llegado con sus tres nietos, «creo que saben más ellos que nosotros».


‘Una alternativa excelente’
Para muchos de los abuelos y abuelas que llegaron a la Catedral, la de ayer fue «una alternativa excelente, porque muchas veces no sabemos qué hacer con ellos». Durante la época vacacional, los abuelos pasan a ser una pieza clave para cuidar de los pequeños mientras los padres trabajan. Por este motivo, visitar la Catedral y descubrir sus secretos fue un plan perfecto para pasar la mañana.

«Hacen falta más actividades lúdicas. Estos días hace frío y ya no apetece tanto ir al parque», aseguraba Maite. En la misma línea se situaba la opinión de otra participante, que expresaba que «estoy encantada. Es una forma de divertirse mientras aprenden».

Por su parte, los pequeños también estaban felices por poder participar en una iniciativa así. «Creo que voy a aprender más que en el colegio», decía Josep, que había venido con su abuelo, con el mismo nombre que él. «Ya puedes aprender, que en la vida hay que saber muchas cosas», le espoleaba el mayor de los dos Josep.


Descubriendo los secretos
Todos los asistentes se dirigieron al interior del templo cuando Virgili dio la orden. Hicieron falta casi dos minutos para que la pequeña entrada al templo pudiera absorber a la gran cantidad de gente que se reunió para disfrutar de la actividad.

Una vez en el interior, los pequeños formaron un gran círculo alrededor de una cartulina blanca. En ella, había dibujado un plano de la vidriera central de la Catedral. «¿Por dónde creéis que tenemos que empezar a construirla?», preguntó Virgili a los pequeños. «Por la mitad o por abajo», respondió uno de los niños más mayores.

Poco a poco, y con la participación de casi todos, los alumnos de Virgili fueron completando, como si de un puzzle se tratara, una de las joyas que guarda la Catedral de Tarragona. Incluso uno de los más pequeños, que no llegaba a los tres años, pudo colocar una de las piezas.

El silencio era casi total hasta que la guía pedía la participación de los presentes. Tan sólo lo rompía algún flash inoportuno. Y es que los abuelos, por muy abuelos que sean, también se han adaptado a las nuevas tecnologías. Smartphone en mano, aprovecharon la idílica estampa para sacar fotografías a sus nietos dentro de la Catedral. Un lugar que algunos ya habían visitado con el colegio, pero que para otros «es totalmente desconocido», según expresaba otra de las asistentes al acto.

Una vez terminada la réplica de la vidriera de colores, los alumnos y la guía emprendieron un viaje hacia el interior del templo. Todavía les quedaban por conocer muchos secretos, tantos como los que esconde una Catedral con cerca de mil años de historia.

¿Dónde se encuentra Moisés o el sol de seis brazos retorcidos? Fueron algunas de las incógnitas que resolvieron paso a paso los alumnos en su cuaderno. También conocieron quién custodia la capilla de la patrona, Santa Tecla, unas fiestas que «vivimos con mucha pasión», aseguraban dos pequeños. El lugar que esconde la bruja petrificada fue otra de las incógnitas que desveló Joana Virgili, un secreto que abrió las puertas a a la última de las misiones: saber cómo se llega al campanario de la Catedral.

Abuelos y nietos se marcharon a sus casas habiendo aprendido muchas más cosas de las que se aprenden habitualmente en el parque, y con las esperanzas puestas en que alguien organizará, durante las vacaciones, más actividades lúdicas. Porque también está bien cambiar el parque por la Catedral por un día.

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