'Cambio la herencia porque mi nieto no ha venido a verme en Navidad'

Varios notarios tarraconenses admiten que tras las citas familiares de esta época se cambian testamentos para dar o sustraer bienes a los descendientes en función de los méritos

06 enero 2019 19:31 | Actualizado a 21 febrero 2019 16:38
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Recuerden el chascarrillo común: ¿Cómo has pasado la Navidad? ¿Bien o en familia? La broma, de un costumbrismo exagerado –casi de sitcom–, no dista mucho de la realidad. Ya sea por el cuñadismo, por aguantar a un primo que no cae bien, o precisamente por todo lo contrario, por la ausencia de aquel nieto que no ha tenido un momento en todas las fiestas para visitar al abuelo.

Todos esos conflictos, acaso rencillas íntimas y personales, se cuelan de alguna manera en las notarías durante el mes de enero, convertido en el momento para cambiar los testamentos.

«No es algo que haga todo el mundo, por supuesto, pero tampoco es raro que suceda por estas fechas. Hay muchas reuniones y uno acaba pensando quizás que el hijo no es tan bueno como pensaba o el abuelo considera que por qué tal nieto no ha venido verle en Navidad. Es entonces cuando pueden surgir este tipo de conflictos o de problemas», explica Martín Garrido, notario y delegado del Col·legi de Notaris de Catalunya en Tarragona.

No hay estadísticas al respecto ni balance numérico, pero sí la percepción por parte de algunos despachos de que, en mayor o menor grado, se da esa casuística. «La Navidad es el momento en el que te haces una composición de lugar respecto a la familia. En un momento dado alguien puede pensar: ¿por qué le voy a dejar estos bienes a alguien si ni siquiera ha venido a verme?

Luego, a lo mejor dentro de un mes, lo vuelven a cambiar. Es algo más bien de señores mayores. No hay demasiados jóvenes que piensen en eso. Hay gente que lo debe pensar y que no lo hace, pero otros sí, llevan a cabo el cambio», añade Garrido. A veces la modificación no tiene demasiado recorrido y llega el arrepentimiento al cabo de pocas semanas. «A veces esa mezcla de reuniones familiares, con gente a la que en realidad no sueles ver, y encima con alcohol de por medio, no son buena combinación», sostiene con sorna otro notario de la provincia.

El notario tarraconense José Manuel Valiente también confirma la dinámica: «Son fechas en las que se reúne la familia y entonces afloran según qué temas y eso se manifiesta luego en determinados documentos, como el testamento. Es verdad que a veces se modifican o se retocan en un sentido o en otro. Es un momento en el que se hablan más las cosas que en el resto del año».

No siempre se trata de un cambio en negativo. En ocasiones, las reuniones navideñas en torno a una mesa sirven para reconsiderar temas pendientes y provocar que se tomen decisiones tras los festejos. «A veces se dan más poderes a alguien, por ejemplo. No es sólo una cuestión de cambiar la herencia en un testamento», indica Valiente. No es una realidad que perciban todos los notarios, pero sí algunos. «Sí noto que cuando muere alguien que no ha hecho testamento, sus familiares toman conciencia y van a hacerlo en los días siguientes», aclara el notario tarraconense Miquel Roca.

Se trata, en parte, de algo similar a lo que sucede con los divorcios justo después de las vacaciones, no sólo las de verano sino también las de Navidad. De la misma forma que los abogados confirman que en septiembre suele haber más divorcios, enero se convierte en otra época donde suelen abundar más las separaciones. «Las parejas conviven durante más tiempo y hay más opciones de que afloren cuestiones espinosas y de que se discuta. Es una realidad que vemos en el día a día de la profesión», admite un abogado.

Los testamentos tampoco han escapado de la deriva de la crisis en los últimos años. A menos transacciones y menos compraventa, menos cantidad de bienes para legar. Asimismo, han aumentado considerablemente la renuncia a las herencias. En Tarragona los rechazos a un legado se han triplicado en diez años. Según los últimos datos disponibles, en 2017 hubo 789 en la provincia, a razón de dos diarias, un récord histórico. Muchos descendientes optan por renunciar a las herencias por las hipotecas y los impagos que acarrean tras la muerte del propietarios. 
 

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