Caos en Joan XXIII por falta de luz durante parte del día

Los ascensores y los ordenadores no funcionaban y los trabajadores se vieron obligados a utilizar las linternas de sus móviles para poder dar la medicación a los pacientes

16 diciembre 2017 18:01 | Actualizado a 16 diciembre 2017 18:45
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«Nos hemos quedado sin luz y nadie nos ha avisado. Ha sido un caos», aseguraba Carme Sánchez, delegada sindical de la CGT en el Hospital Joan XXIII, que también es enfermera. La indignación entre los profesionales del edificio B del centro hospitalario –el bloque afectado– era máxima.

Las puertas correderas de la unidades quedaron bloqueadas, los ordenadores no funcionaba y las enfermeras y médicos tuvieron que trabajar a oscuras. Así vivieron una parte de la jornada de ayer los trabajadores del Hospital Joan XXIII. «Y lo peor de todo: nadie nos avisó», aseguraba Sánchez, quien añadió que «tuve que utilizar la linterna de mi móvil para poder ver qué medicación les tocaba a los pacientes». 

A las ocho y media de la mañana de ayer, cuando entraba el turno de mañana, se fue la luz. «Los compañeros que habían trabajado por la noche se quedaron atrapados, porque las puertas estuvieron bloqueadas, por lo menos, durante veinte minutos», explicó un enfermero, quien alertó de los riesgos que corrían los pacientes ingresados en el edificio. Aquí empezó el caos. Los ascensores no funcionaban y la mayoría de ordenadores, tampoco.

«Cuando llegó la doctora nos pidió si le dejábamos el ordenador para mirar el estado de los enfermos. Los que iban encima de los carros de la medicación eran los únicos que funcionaban», explicaba Sánchez, quien añadía que «los médicos se pusieron de nuestro lado».

La cafetería y los laboratorios también se vieron afectados por la falta de corriente. En el edificio B, el más perjudicado, se encuentra la unidad de pacientes críticos, también la de hematología, maternidad y ginecología y parte de las urgencias.

Se trata del edificio central y, a la vez, el más antiguo. Las puertas de acceso al hospital quedaron totalmente bloqueadas y se vieron obligados a dejarlas abiertas, lo que significó que el frío se adueñó del hall del hospital. «Si la administrativa que estaba allí no ha cogido ya una pulmonía, será muy raro», aseguraban los profesionales.

Por otro lado, las habitaciones donde había pacientes hospitalizados contaban con luz, aunque los enchufes no funcionaban. Solamente los de emergencia. «Tuvimos que ir corriendo a cambiar el enchufe de algunas máquinas, como por ejemplo, el respirador», explicaba Sánchez, quien celebró que no hubiera ninguna urgencia destacable, «porque no sé cómo lo hubiéramos solucionado», aseguraba Sánchez.

A media mañana les comunicaron que la avería duraría hasta las once. Finalmente, se alargó hasta las doce, aunque algunos trabajadores aseguraron que durante la tarde, y de manera intermitente, también se fue la luz y tuvieron algunos problemas.

La unidad de esterilización también se vio afectada, «ya que había máquinas que se estaban arreglando cuando, de repente, se fue la luz y el material quirúrgico quedó dentro», relataba Ferran Mansergas, delegado sindical de la CGT, quien trabajó en el turno de tarde en el edificio C.

Para los trabajadores del Joan XXIII lo más grave de la situación vivida ayer es que no se les informó de nada, aunque fuentes del hospital aseguran que sí que lo hicieron a través de un comunicado de Intranet, una especie de plataforma que sirve para comunicarse entre directivos y trabajadores.

Los delegados sindicales explicaban que «miramos todos los correos y todas las comunicaciones. Y no encontramos nada». Se mostraron convencidos de que si les hubieran avisado, hubiesen llevado a cabo un plan de contingencia «para que los pacientes no se vieran afectados».

«Sí que estaban avisados»

Fuentes del hospital aseguraron que se trataba de un cambio del interruptor general, que llevaban a cabo los trabajadores de mantenimiento del Joan XXIII. Relatan que había luz en las zonas más críticas del centro, ya que contaban con generadores propios, y que los trabajadores estaban avisados de la situación, a través de sus supervisores.

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