Colores en el horizonte nocturno

Empezó ayer el concurso de fuegos artificiales, a cargo de la empresa valenciana Pirotecnia Turís. Hizo buen tiempo, con espléndida visibilidad para disfrutar del primer día de espectáculo de luces y sonido.

29 junio 2017 08:05 | Actualizado a 29 junio 2017 08:13
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La primera jornada del concurso de fuegos artificiales corrió ayer a cargo de la Pirotecnia Turís, una empresa valenciana fundada en 1984, la cual disparó 736 kilogramos de masa pirotécnica y recibió a cambio unas pocas ovaciones, un gran silencio continuado y un gran aplauso final. 

La punta de la playa del Miracle estaba bastante solitaria en comparación con otros años, tal vez por las ráfagas de lluvia que azotaron la ciudad ayer o quizás por desconocimiento o pereza. 
Había un grupo de familias que llevaban en el lugar desde la hora de la cena, emplazando sus mesas y sus sillas en la dorada arena. 

Una fila de minusválidos en sus sillas de ruedas estaban expectantes, rodeados de niños correteantes e impacientes.

Pero la gran mayoría del público apostado en el lugar eran personas de mediana edad y adolescentes, grupos de amigos y amigas con suficiente espacio alrededor como para relajarse.

La gente no podía dejar de comentar la poca aglomeración, a pesar de que una masa considerable de personas se unió a la fiesta justo al empezar los fuegos, alumbrándose con sus teléfonos móviles. 

Cuando se apagaron las luces de la playa algunos aullaron, como llamando a los destellos de fuego que iban a sustituir a la desaparecida luna. 

Hubo disparidad de opiniones entre la gente sobre el espectáculo, ya que, por ejemplo, Mimi M.M. declaró que «me ha gustado el colorido y que se veía el cielo despejado, tampoco había olor a pólvora», además, «los fuegos que salían de debajo del agua eran muy bonitos».

En cambio, Pilar Esteve opinó que «el principio y el final han estado muy bien pero el resto muy suave, muy soso».

Algo en el que el público estuvo de acuerdo fue en la suerte de que hubiera ausencia de viento, lo que permitió ver los fuegos artificiales en todo su esplendor. Colores, gran sonoridad, petardos acuáticos y otros enormes en el cielo se pudieron contemplar en la noche tarraconense mientras la gente que miraba guardaba escrupuloso silencio. Tan sólo ovacionaba cuando resonaban en el horizonte despejado los fuegos más grandes, mientras que los demás, delicados y hermosos, pasaban más desapercibidos a ojos de los demás. 

El público sentado en la arena y los periodistas de pie, a pesar de lo que prometía ser una noche nefasta por las inclemencias del tiempo, disfrutaron de un espectáculo de luces y sonido poéticas, a las que sólo faltaba música de fondo. 

Ciertamente en algunos momentos no se comprendía la sintonía y el compás, pero los móviles de los espectadores no dejaron de grabar en ningún momento. 

Pero esto es solo el principio, ya que hasta el sábado el concurso seguirá activo para todo aquel que desee presenciarlo, y no sea abatido por un ataque de pereza incontrolable.

El inicio de ayer fue bien recibido, muestra de lo cual fue que se hizo corto, si bien es cierto que hubo personas que esperaban más del primer día. Tal es el caso de Pilar Ansaldo, «tarraconense de toda la vida», quien aunque «he acabado muy satisfecha con lo que he visto, me he quedado con ganas de más, como si no fuera suficiente».

Aún hay tiempo para disfrutar. El colofón final fue ampliamente aplaudido por todos, por unos imperceptibles 30 segundos, ya que rápidamente todos se lanzaron a sus coches y a la calle para irse antes que nadie. 

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