Corporación Dermoestética deja a sus pacientes tarraconenses en la incertidumbre

Operaciones, dietas, visitas al psicólogo... Son algunos de los tratamientos pagados que no se han hecho o han quedado a medias

19 mayo 2017 23:08 | Actualizado a 22 mayo 2017 21:18
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Marta (nombre ficticio), de 43 años, respiró un poco más aliviada hace dos semanas, cuando finalmente en una clínica de Barcelona le retiraron a ella y a su marido los balones intragástricos que llevaban en el estómago. La intervención para colocárselos se había desarrollado en la clínica de Corporación Dermoestética de Tarragona, tal como habían contratado (pagaron unos 4.000 euros cada uno), pero la retirada se quedó en el aire tras la quiebra de la empresa.

«No sabe la angustia que hemos pasado», relata Marta. Su preocupación estaba justificada. Se recomienda que dichos balones, que se usan para el tratamiento de la obesidad, no permanezcan en el estómago más de seis meses porque podrían romperse y causar graves problemas de salud. Cuenta que, afortunadamente, su doctora en Tarragona se preocupó de que les intervinieran. La parte negativa es que, además de la angustiosa espera, tuvieron que pagar de su bolsillo los traslados. Además, se quedaron sin los dos años de tratamiento ya pagados, que incluían un seguimiento por parte de un dietista y visitas a un psicólogo. «A cambio lo que tenemos es esta ansiedad, que no es normal», refiere.

 

Carteles de protesta

El caso de esta pareja es uno de los mil que se calcula que deja la clínica tras su caída en España. Visitamos la clínica de Tarragona, en la Calle Pere Martell. A las once de la mañana de un día laborable la encontramos cerrada. Toda la entrada está ‘decorada’ con carteles de protesta, la mayoría contra José María Suescun, fundador, presidente y principal accionista de la empresa, a quien tildan de ‘chorizo’. Los establecimientos de los alrededores dicen que hace aproximadamente un mes que no ven a nadie.

Desde la central de la corporación insisten en que la clínica de Tarragona no está cerrada, sino que abre sólo para atender a los pacientes que ya tienen un tratamiento contratado. Aseguran que los clientes que lo necesiten pueden llamar al 902 25 25 25.

Pero lo que explican los pacientes es muy distinto. Carmen, de 40 años, pagó más de 1.300 euros por adelantado por un tratamiento que incluía una dieta personalizada y tratamientos con máquinas. «Me costó mucho ahorrar este dinero, pero lo hice por un tema de salud», comenta. Si bien es cierto que le entregaron la dieta y la ha visto la doctora, ya no le han vuelto a dar hora y le han anunciado que no habrá más sesiones de tratamientos.

Pero entre los afectados también hay otros que llevaban más tiempo batallando por tratamientos que habían pagado y no habían recibido o con los que no habían quedado satisfechos. Es lo que le sucedió a Luisa, de 53 años, que pasó por el quirófano porque quería una elevación del pecho y reducir la flacidez de los brazos; tenía ilusión por ponerse manga corta. El resultado no fue el esperado, «apenas se nota nada», así que le prometieron volverla a intervenir a principios de año.

A día de hoy no tiene noticias sobre un tratamiento que le costó 10.000 euros. «Me siento estafada, tengo una depresión del cataplún. Toda la vida ahorrando para esto», se lamenta.

Alba, por su parte, resume el sentimiento de muchos clientes, una mezcla de impotencia y de cierta vergüenza. Ella lleva dos años batallando porque contrató una dieta personalizada por la que pagó 800 euros y que no pudo hacer porque sus médicos se lo desaconsejaron. «Fueron 800 euros tirados a la basura», confirma, aunque no ha dejado de luchar. «Me van toreando y cambiando la persona de referencia». No se lo ha contado a su familia.

 

Trabajadores sin cobrar

Tanto Alba como el resto de pacientes consultados destacan el buen trato que, a pesar de las circunstancias, han recibido en la clínica local. Algo que valoran especialmente, porque son conscientes de que los empleados de toda España no cobran desde noviembre. No fue posible hablar con ellos, pero Pilar Gómez, delegada de CCOOen el centro de Barcelona, explica que «estamos desesperados, agotados». En el centro de la capital catalana la clínica fue desalojada el martes de la semana pasada.

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