«Cosa curiosa: sin los inmigrantes no funcionan los países ricos»

Heredero de monseñor Romero. Gregorio Rosa Chávez fue nombrado el año pasado como primer cardenal de El Salvador en un gesto inédito del Papa. Él lo ve como un reconocimiento al obispo asesinado

20 enero 2018 16:56 | Actualizado a 20 enero 2018 17:00
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Rosa Chávez vino a Tarragona invitado por el Comité Óscar Romero. «Romero se habría sentido cómodo aquí, en un barrio de gente trabajadora», dijo sobre la sede del comité en Torreforta. Arzobispo auxiliar de San Salvador desde 1992, el Papa lo llamó para nombrarlo cardenal cuando ya tenía preparada la carta de retiro. Es licenciado en comunicación por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, y un seguidor incansable de la actualidad. Participó en todos los procesos de paz para acabar con la guerra civil en su país, que se cobró 75.000 víctimas. Hoy la paz todavía está lejos, reconoce.

¿Qué sintió al escuchar las declaraciones de Trump llamando a su país «agujero de mierda»?

Es una ofensa inconfesable, la reacción mundial ha sido de rechazo total y por más que quiso arreglarlo, allí está. Eso indica cómo el pobre, el que sufre, sigue siendo aplastado por los poderosos. Lo interesante es que cada día se ve más claro que sin nosotros el mundo no tiene futuro. Pongo un ejemplo: En Washington, que tiene mayoría salvadoreña entre los latinos, pregunté en una misa qué pasaría si todos se ponían en huelga. ‘Se paraliza la ciudad’, me contestaron... Cosa curiosa: sin los inmigrantes no funcionan los países ricos. 

Cuando el Papa le nombró cardenal estaba muy sorprendido, dijo que ni siquiera sabía si tenía méritos. ¿Tan desconcertado estaba?

(Sonríe) Totalmente, porque es algo inédito. Nunca hubo un cardenal que fuera obispo auxiliar y yo lo soy desde hace treinta y cinco años en El Salvador. Lo he asumido como una especie de representante de Romero y así lo ve mucha gente. En cierto modo es hacer presente un mensaje que es de gran actualidad. Me alegra ver que el mundo lo va descubriendo y se va inspirando en él. 

«En una misa pregunté a  salvadoreños en Washington qué pasaría si todos hacían huelga. ‘Se paralizaría la ciudad’, me contestaron» 

En la distancia, ¿cómo recuerda usted a monseñor Romero?

Si me preguntan cómo era, yo lo definiría con una palabra: amigo. Eso no lo puede decir todo el mundo, me estremezco cuando lo digo. Él era un hombre atormentado por las dudas, por las incomprensiones. Sufrió una soledad institucional, le abandonó el sistema, el sistema eclesiástico, y hoy lo están redescubriendo. 

Pero es humano pensar que ante las amenazas podía haber abandonado.

Varios párrocos murieron durante su pontificado. Uno de ellos fue un joven sacerdote, llamado Octavio Ortiz. Le pasó por encima una tanqueta y aplastó su cabeza. Al terminar la misa Romero cuenta en su diario cómo la gente los rodeó y los envolvió con una inmensa ternura. Él se sintió siempre acompañado y correspondido. Eso hizo que él tuviera fuerza para no desfallecer. 

¿Cómo va la reconciliación en su país? ¿Cierran las heridas?

Ayer fue el aniversario de la paz. (el 16 de enero). Vi los discursos que se pronunciaron, pero no hubo fiesta. Con el tema de las pandillas en cierto modo estamos peor que antes porque no hay con quién negociar, formalmente hablando, y la gente está desesperada porque ve que sube el número de muertos, las extorsiones… Hay un promedio de 10 a 12 muertos diarios en un país de menos de 7 millones de habitantes. Aquí hubo un taxista asesinado en Barcelona y paralizaron la ciudad. Allá mueren 12 y todo sigue igual.  

Usted que ha participado en tantos procesos de paz, ¿qué le recomendaría a Catalunya?

No soy quién para dar recomendaciones, sólo le digo que sin tolerancia no se puede hacer futuro. El Papa dijo sobre esto: ‘Cuando no se dialoga se grita’ y en este mundo predominan los gritos. Hay que construir puentes, hay que derribar muros, así de sencilla es la respuesta a su pregunta. Hay que aceptarse como diferentes, respetarse y buscar juntos lo mejor. Hay que tener una mirada larga, no inmediatista. 

Sobre Catalunya: « Hay que aceptarse como diferentes, respetarse y buscar juntos lo mejor.Hay que tener una mirada larga» 

El Papa en su visita a Chile pidió perdón por los abusos de religiosos pederastas. Sé que usted también ha tenido que ver algún caso en su país. ¿Cree que de verdad la Iglesia está poniendo todo de su parte para acabar con esta lacra? 
El Papa quiso comenzar su pontificado pidiendo perdón, fue tal vez su primer mensaje. Eso requiere mucha valentía y él está muy claro. Ha dado normas muy claras a los obispos del mundo entero porque los niños tienen derecho a que se les respete. Es un crimen que pasa también fuera de la Iglesia, aunque nosotros somos más noticia que el resto de la gente. Es un cáncer que hay que erradicar al precio que sea y el Papa va adelante con la actitud tan firme que tiene, que es incómoda, ciertamente, pero era necesario que lo hiciera.

Tiene 75 años. ¿No piensa en la jubilación? 
Yo tenía mis planes, dedicarme a hacer retiros, a escribir algo. Tenía lista la carta de retiro para el Papa, pero él cambió mi agenda.

«Romero sufrió soledad institucional, le abandonó el sistema, el sistema eclesiástico, y hoy lo están redescubriendo»

¿Cómo se llevan los cardenales entre sí? 
Santa Teresa decía que era ridículo llamarse excelencia y eminencia, esos títulos que nos ponemos; y es verdad. Es importante verlo en la llanura, todos somos cristianos, el resto son accidentes y ciertamente se está democratizando mucho el colegio cardenalicio. (sonríe). El Papa ha llamado a un cardenal en Haití, por ejemplo, él es quien decide quiénes son este grupo de hombres.

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