Cultivar la tierra como terapia

Quince usuarios del Club Social de l’Associació La Muralla de Tarragona se benefician de la experiencia de la horticultura terapéutica para mejorar su salud y bienestar

25 octubre 2017 06:23 | Actualizado a 25 octubre 2017 06:30
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Cultivar la tierra, cuidar de animales y respirar aire fresco. La Associació La Muralla de Tarragona abre la puerta a todas estas experiencias a través del Hort i Granja-Escola Aigües-Verds. Se trata de un huerto terapéutico que permite a una quincena de usuarios con problemas de salud mental, del Club Social de la entidad, sentirse «mejor y distraerse», aunque se benefician indirectamente de la iniciativa los 130 usuarios del Club Social a través de otras actividades que se realizan en las instalaciones. «El huerto es un servicio del Club Social de l’Associació La Muralla y en el que se trabaja el ocio terapéutico, es decir, la recuperación de personas con problemas de salud mental», afirma Paula Ulloa, técnica de la Taula de Salut Mental del Camp de Tarragona y coordinadora de la Associació La Muralla del Camp de Tarragona.


A través de la horticultura terapéutica los usuarios estrechan lazos con el entorno natural y aprovechan los frutos de este trabajo para mejorar su salud y bienestar personal y emocional. Xavi es uno de los quince usuarios que acuden cada día al huerto terapéutico. «Vengo feliz y contento», asegura. Para Marcos, otro de sus compañeros, la experiencia también es de gran valor. «En lugar de estar en otro sitio estoy aquí y me lo paso bien, es una gran terapia para mí», afirma. Simón coincide con sus compañeros y asegura que «me ayuda a distraerme». 

Visitas
El Hort i Granja-Escola Aigües-Verds abre sus puertas a entidades, instituciones, voluntarios y escuelas. «También tenemos un proyecto de voluntariado dirigido a empresas, que permite a los empleados pasar la mañana con nosotros y ver lo que hacemos», explica Paula Ulloa.
La visita al Hort i Granja-Escola Aigües-Verds consiste en un recorrido guiado por las instalaciones, que cuentan con una zona de plantas aromáticas, otra de plantas ornamentales, olivos, diversos espacios reservados para verduras de temporada, etc. Después si los visitantes son voluntarios se ponen manos a la obra y ayudan al grupo de usuarios con las tareas del huerto. En cambio, si son escolares dan rienda suelta a la creatividad a través de diferentes talleres. La peculiaridad es que todas las visitas son impartidas por Marcos, Paco, Simón, Xavi y Eugeni, y el resto de usuarios. «Todos ellos están formados como técnicos medioambientales, y están capacitados para poder realizar las visitas de manera autónoma», destaca la técnica de la Taula de Salut Mental del Camp de Tarragona.

El Club Social

Es uno de los servicios que ofrece la Associació La Muralla de Tarragona y que está subvencionado por la Generalitat de Catalunya.

Integración
Todos ellos luchan por sentirse útiles y el Hort i Granja-Escola Aigües-Verds les brinda esta oportunidad. «El proyecto les permite tener algo que hacer, a la vez que empuja su integración», coinciden en señalar Anna, monitora del huerto junto a Joaquim Ripollès, y Rosa, miembro de la junta directiva de la Associació La Muralla. Al respecto, Paco, usuario de la entidad y miembro de la Federació Salut Mental Catalunya, habla con conocimiento de causa. «Me doy cuenta de que existe mucha voluntad para que nosotros tomemos las riendas de nuestra vida, pero que todavía hay cierta reticencia en la sociedad». Él mismo y el resto de usuarios aseguran que el simple hecho de tener algo que hacer y de poder crear y dar vida a un proyecto es muy positivo para todos ellos. «Sentirnos útiles es muy importante para nosotros porque, además del estigma que uno mismo puede sentir, no hay nada peor para la autoestima que sentirte inútil». Hablar del proyecto contribuye a revivir todo tipo de experiencias personales. «La época en la que estuve encerrado en casa fue la peor y no hay que olvidar que cada persona con problemas de salud mental tiene una evolución, lo que no significa que no podamos tener una vida normal y plena», afirma Paco. 

Xavi tiene más recuerdos. «Yo estuve una temporada encerrado en casa, solo dormía y dormía. Tuve dos depresiones, de la primera me curé, pero de la segunda no fui capaz. Mi madre me llevó a la asistenta social del barrio que fue quien me habló de l’Associació La Muralla. Y desde entonces aquí estoy», relata contento de haber descubierto la entidad. 
Él mismo y sus compañeros están de paso por el Hort i Granja-Escola Aigües-Verds. «Cuando dejan la entidad para irse a otro servicio es lo que llamamos una desvinculación positiva, porque hay gente que se va a estudiar, otras personas encuentran un trabajo…», detalla Paula Ulloa. Pero siempre regresan a ver a sus compañeros. Todos entonan el «somos una gran familia». 

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