Detener el tiempo

Tarragona. El artista Lluc Queralt expone en el Espai Nautilus, mientras inmortaliza el mundo con su objetivo

28 julio 2019 07:20 | Actualizado a 08 agosto 2019 08:14
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

«He transitado por diferentes ramas en el mundo de la fotografía pero todas se unen en un camino muy amplio, que es mi lenguaje fotográfico. No deja de ser un lenguaje en blanco y negro con el que trabajo desde hace veinte años. Me he quedado aquí parado». De esta manera define el tarraconense Lluc Queralt su expresión artística a través de las imágenes. Con ellas congela instantes de personas anónimas, eternos paisajes de los rincones más recónditos del planeta. «Me gusta atemporizar. Cuando ves una imagen que puede pertenecer a cualquier época», revela. Un rostro, un gesto, una mirada del aquí y del ahora pero que también pueden identificarse con un pasado más o menos lejano. Unas fotografías que además «deben conectar entre ellas», comenta Lluc.

«He trabajado en muchas temáticas, desde menonitas en Bolivia, monjas de clausura y tema social. Pero también en aspectos más poéticos. He estado veinte años tomando imágenes de carreteras, sobre todo en Islandia», relata. Este polifacético artista, que también es pintor y escultor, llegó a Islandia con un voluntariado europeo donde encontró una galería que le abrió sus puertas y en la que se quedó una década. Tiempo que combinó con estancias en Finlandia y Nueva York. Otros destinos han sido Palestina, Etiopía, Siria, Irán, Kulusuk en Groenlandia... Por donde le ha llevado la vida, como dice él.

 

A pesar de que escapa a la etiqueta de fotógrafo de guerra, sus inquietudes sociales le han situado en diferentes campos de refugiados. En Salónica, Grecia, fue testigo de la realidad de esas personas que buscan una segunda oportunidad al otro lado del Mediterráneo. También en Siria, país al que viajó en los primeros años del conflicto.

 

«Fui a Kilis, cerca de la frontera con Turquía, cuando todavía se podía cruzar. Y pocos meses después bombardearon el campo». Paralelamente, Queralt centra sus esfuerzos en su gran proyecto. A saber, mostrar lo que ha quedado del comunismo. ¿Y qué ha quedado? «Hay lugares en los que todavía hay mucho lastre», afirma. En este sentido, dispone de series sobre Ucrania, Bielorrusia o Corea del Norte, por citar solo algunos países.

 

Y cuando se le interpela sobre el poder de esas imágenes, es categórico. «Cuando nos levantamos, durante los cinco primeros minutos vemos en un móvil muchas más que nuestros abuelos en un día entero. Y cuando ellos veían las primeras imágenes de guerra, de sangre, les afectaba mucho. Hoy en día ya no afecta tanto porque estamos inmunizados. Es un bombardeo. Sí que se pueden remover conciencias con imágenes, pero cuesta mucho», sentencia.

Comentarios
Multimedia Diari