ERC vence en el 81% de municipios de la provincia

Los republicanos mandan en 150 de las 184 poblaciones, dos menos que el 28-A. El PSC gana en núcleos costeros clave del Tarragonès y el Baix Penedès. JxCat crece y se impone en pueblos pequeños del interior

12 noviembre 2019 09:20 | Actualizado a 12 noviembre 2019 10:10
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El análisis municipio a municipio en Tarragona deja prácticamente la misma foto en la provincia que tras el 28-A. ERC ha vuelto a conseguir una victoria apabullante, pese a perder más de 15.500 votos. Eso se traduce en que los republicanos han ganado en dos localidades menos, algo que no es obstáculo para teñir de amarillo buena parte de las comarcas. De las 152 victorias de abril se ha pasado a las 150 de este 10-N, un mínimo retroceso. El color de Esquerra marca el mapa con una supremacía que va de norte a sur, y con apenas unas pocas islas.

Al partido de Oriol Junqueras le come algo de terreno Junts per Catalunya, que pese a igualar prácticamente los votos logrados en la provincia, consigue más triunfos: de siete pasa a 15, si bien es verdad que estas victorias neoconvergentes se circunscriben a pequeños municipios del interior como La Bisbal de Falset, Nulles, Pradell de la Teixeta, Arnes, El Masroig o Prat de Comte.

Llama la atención cómo el llamado ‘partido de los presidents’ –Carles Puigdemont, Quim Torra, Artur Mas– mantiene cierta resistencia en la zona norte, justo en la frontera provincial con Lleida.

En ese ámbito, Junts gana en poblaciones más o menos cercanas entre ellas como Passanant i Belltall, Forès, Vallfogona de Riucorb, Llorac o Pontils y dibuja una curva como campo de influencia. Supone una cierta recuperación ante el evidente repliegue que había experimentado la formación en los últimos tiempos, pero se queda lejos, por ejemplo, de los 32 pueblos en los que se impuso en 2016 la entonces Convergència (CDC) y de las 58 victorias fraguadas en 2015, antes de que quedara fagocitada por una ERC en expansión a medida en que los acontecimientos en torno al Procés se han ido acelerando.

La CUP manda en La Vilella Alta. ERC le quita al PSC La Pobla de Mafumet y Els Pallaresos

Como ya sucediera en abril, el único contrapeso a ERC y, por extensión, al independentismo, lo ejerce el PSC en la zona norte, sobre todo entre el Tarragonès y el Baix Penedès. Nuevamente, como ya ha pasado en otros comicios, la lectura de las urnas deja una provincia dividida, básicamente por una cuestión clave como el eje identitario (soberanismo-unionismo), que marca de nuevo una votación. En esa línea, el PSC aguanta con ese sufragio más cosmopolita y urbano, de gran ciudad, y de litoral. El PSC se impone en feudos históricamente ‘rojos’ como La Canonja, Creixell y Constantí, y en localidades tan importantes como Vila-seca o Salou, además de en la propia capital, Tarragona, que demoscópicamente continúa siendo socialista a pesar de su alcaldía republicana fruto de acuerdos.

Destaca también la victoria socialista en un núcleo relevante como Roda de Berà y también cómo el PSC pierde, por tres votos, una población como La Pobla de Mafumet que pasa a ser de ERC. Los republicanos también le conquistan Els Pallaresos al PSC.

Baluarte socialista

Pero mucho más representativo es lo que sucede en el Baix Penedès, una comarca marcadamente socialista que ha vuelto a demostrarlo en esta visita a las urnas. El triunfo en El Vendrell, Calafell, Cunit, Santa Oliva, L’Arboç, El Montmell o La Bisbal del Penedès sirve para fundamentar esa resistencia del PSC ante el vendaval republicano en un enclave con un alto índice de inmigración y fuertemente golpeado por el desempleo. Albinyana o Banyeres del Penedès son otros de los dos núcleos de rojo socialista. Nueve poblaciones del Baix Penedès configuran ese bastión del socialismo. Eso sí, Bellvei pasa en seis meses del dominio del PSC al de ERC.

En suma, el PSC gana en mucho menos sitios que ERC pero lo hace en lugares estratégicos y de relevancia, otra tónica instalada desde hace tiempo. Tampoco hay que perder de vista, sin embargo, que el socialismo, a pesar de haber ganado un diputado por la circunscripción (crece de un escaño a dos), ha perdido 16.400 apoyos y también se deja en el camino las victorias por municipios, que pasan de 24 a únicamente 18.

La geografía de estos comicios deja este atlas político libre del color morado de las victorias de En Comú Podem. La marca catalana del partido de Pablo Iglesias no ganó en ninguna localidad en abril y se queda otra vez sin victorias ‘municipales’. Lejos quedan los resultados de 2016, cuando En Comú Podem venció en 47 poblaciones que le dieron también la victoria en el global. Los votos de Cs, PP y Vox son irrelevantes en cuanto a victorias, si bien el partido de Santiago Abascal repunta en la Costa Daurada (es segunda fuerza en Vila-seca, por ejemplo).

El resultado, pese a la fragmentación, tiende a un mapa bastante monolítico en Tarragona, fundamentalmente por el amarillo de ERC. Esquerra, casi hegemónica en las Terres de l’Ebre, es fuerte en el ámbito rural pero también en municipios fundamentales como Reus, Valls y Cambrils.

Hay, sin embargo, una nota igualmente llamativa, que corre a cargo del resultado de la CUP. En su primera participación en unas elecciones generales, la formación de la izquierda independentista logra la victoria en La Vilella Alta, el único pueblo de la provincia donde se impone. Las 25 papeletas a su favor superan a las 19 de ERC. Los antisistema solo vencen en cinco poblaciones catalanas. A la citada del Priorat, se añaden también Farrera (Lleida), Llucà (Barcelona), Palau de Santa Eulàlia y Viladamat (Girona).

En suma, las elecciones pueden ser analizables también desde el eje independentista, lo que arroja aritméticas a tener en cuenta. El 44,69% de los votos se pueden catalogar como independentistas (la suma de ERC, JxCat y la CUP), por el 40,88% del considerado bloque constitucionalista (integrado por PSC, PP, Vox y Cs). En esos equilibrios, sería clave el 12,10% en Tarragona de En Comú Podem, una fuerza a caballo entre los dos bloques, no independentista, sino más bien partidaria de la convocatoria de una consulta pactada.

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