El Ayuntamiento de TGN apuesta ahora por desmantelar la plataforma del Miracle

El Gobierno defiende el desmontaje de la plataforma del Miracle, ya que tiene cálculos precisos sobre el coste que comportaría, que se sitúa alrededor de los 400.000 euros

23 enero 2022 09:10 | Actualizado a 23 enero 2022 16:21
Se lee en minutos
Participa:
Para guardar el artículo tienes que navegar logueado/a. Puedes iniciar sesión en este enlace.
Comparte en:

«La postura del Gobierno es el desmontaje de la plataforma del Miracle». Así lo afirmaba esta semana el concejal de Territori, Xavier Puig. Una rotundidad que no esconde que este es un tema que ha generado divergencias dentro de la coalición de la Plaça de la Font y que ha llevado a la formación republicana a reconsiderar su postura, después de que este mismo concejal afirmara en un artículo publicado en este periódico, el pasado 23 de julio, que el Ayuntamiento tenía la intención de rehabilitar y reabrir el espacio.

Hay varios factores que explican este giro. En primer lugar, la presión que ha ejercido la CUP desde dentro del gobierno, seguido de la campaña de entidades SOS Costa Daurada, que incluso redactó su propio proyecto, convirtiendo el Parc de la Punta del Miracle en su caballo de batalla. A esto hay que sumarle que el desmontaje de la estructura es una de las condiciones que pide En Comú Podem en la negociación de los presupuestos.

Con todo, el tercer teniente de alcalde defiende que «no es un cambio de postura. Hay debates que son de blanco y negro y este no lo es». El máximo responsable de Territori explica que uno de los cambios que se ha producido en estos últimos meses ha sido que ahora se conocen mucho mejor los costes que supondría la operación de desmontaje, que serían de alrededor de 400.000 euros. Algunos informes técnicos municipales situaron esta cantidad muy por encima, alcanzando prácticamente los cinco millones de euros, por lo que, con el nuevo cálculo se ha visto que esta cifra es «asumible» y que «tiene mucho impacto».

El Gobierno defiende la renaturalización de los entornos fluviales y del litoral, por lo que asegura que «en la medida de lo posible vale la pena hacer las deconstrucciones oportunas y en el caso del Miracle esta es posible». Asimismo, que la primera línea de mar esté ocupada por un aparcamiento con capacidad para 360 vehículos no encaja con las nuevas políticas de movilidad que quieren impulsarse. Por este motivo, Puig defiende que «si tenemos la oportunidad de repensar este espacio, estamos mandando un mensaje importante de la transformación que queremos para la ciudad». Si los primeros números congelaron una posible demolición, ahora se ha visto que esta no está tan alejada. «Lo que hemos hecho ha sido despojar aquellos proyectos que no tienen que ver con el desmontaje del mamotreto, sino que tienen que ver con un replanteamiento del espacio, de forma faraónica, y que lo encarece todo», argumenta el responsable de urbanismo. Este análisis «más austero» se centra exclusivamente en el ámbito de la antigua plataforma, que está cerrada el público desde 2013, por la falta de mantenimiento. Asimismo, se contempla que una parte de los materiales que se utilizaron para la construcción de la plataforma –en la que se volcaron hasta 12.000 toneladas de hormigón– puedan reutilizarse para posteriores reformas urbanísticas de la ciudad.

Dos fases

Por el momento no se ha entrado en los detalles sobre el cómo y el cuándo. Esta inversión inicial permitiría abrir la superficie a la luz del día y el objetivo es que acabe transformándose en un espacio natural, con una continuidad del carril bici y para los viandantes. «Será una modesta y bonita zona verde para todos», sigue explicando Puig. No obstante, en la definición de esta segunda fase deberán intervenir también las concejalías de Medi Ambient, Parcs i Jardins, además de Espais Públics.

Desde la Plaça de la Font no se ve con malos ojos el proyecto que ha redactado la plataforma de entidades ecologistas SOS Costa Daurada. En este se prevé la creación de una gran zona verde, con la prolongación del carril bici y el tráfico limitado a un vial de emergencia. Uno de los elementos distintivos es que se contempla la reutilización de las vigas que conforman la plataforma para cubrir un tramo de la vía del tren. Esta parte es la que genera más dudas desde la administración local, ya que, además de valorar las consideraciones técnicas, afecta al ente gestor de infraestructuras Adif. Otra de las problemáticas que se plantea de partida es que podría dejar sin vistas a los edificios más próximos, por lo que se ve como difícilmente viable.

Sin embargo, para pasar de las declaraciones políticas a los hechos el Ejecutivo afirma que «hay una parte fundamental, que es condición sine qua non, que es el dinero y aquí es muy importante aprobar los presupuestos». Este es uno de los puntos en los que el equipo de gobierno y En Comú Podem están de acuerdo. Sin embargo, los de Carla Aguilar aún no han dado su ‘sí’ por lo que no está claro que pueda abordarse este año. «Si no tenemos presupuesto, que alguien me explique cómo podemos hacerlo», añade Puig. Esto hace que ahora mismo el Gobierno se muestre prudente en cuanto a lo que pasará.

¿Ricomà acabará sus cuatro años de mandato con el mamotreto fuera? «Hay demasiadas incertidumbres encima de la mesa para dar una respuesta que nos comprometa a una cosa que no podamos hacer», indica el edil republicano. Pese a ello, el inicio del desmontaje se valora como «relativamente fácil», por lo que no se descarta que este mismo año pudieran darse los primeros pasos.

La estética, junto con el estado de abandono de todo este entorno y el hecho de que el espacio lleve cerrado casi nueve años hacen que cada día sean más las voces que piden su demolición. Desde el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya en Tarragona su presidente, Joan Tous, defiende la necesidad de estudiar las diferentes alternativas «con profundidad» y «rigor técnico». «Ahora lo que hay encima de la mesa son ideas y lo interesante sería estudiar el desmontaje o su mantenimiento pensando en el uso que queremos darle», indica.

Mientras algunas voces reivindican el derribo, otras aún defienden su rehabilitación. «Eliminarlo todo puede suponer un dineral, por lo que podría explorarse una solución intermedia y arreglar la parte de arriba, para poner en valor todo aquel espacio», indica Manuel Sosa, vecino de la zona desde hace más de treinta años.

Comentarios
Multimedia Diari