El Barri del Port de TGN, indefenso ante su degradación progresiva

Los locales vacíos y los pisos ocupados son la realidad de un barrio que ha solicitado al Ayuntamiento que invierta en la mejora de los espacios públicos de la zona

03 julio 2018 20:06 | Actualizado a 17 julio 2018 11:48
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Jordi Boronat asegura que el Barri del Port es ahora mismo la imagen de la «tristeza». Es el farmacéutico de la calle Real, un eje en el que los locales con alguna actividad prácticamente pueden contarse con los dedos de una mano. El resto son persianas bajadas, polvo y pintadas. «Tarragona está polarizada hacia la Part Alta y aquí la gente no baja a pasear», argumenta. 

Del núcleo histórico al Serrallo y evitando pasar por unas calles en las que el tráfico de viandantes es residual, más allá de los vecinos que lo habitan. «Cuando se hizo el paso a nivel en la Plaça dels Carros ya nos quitaron esta conexión con el puerto, que daba mucha vida», explica Nativitat Domènech, de la tienda Can Domènech. El establecimiento lleva 35 años abierto en la calle Apodaca y las hermanas Nati y Maria Trinitat apuntan que la situación no había sido nunca tan deprimente como ahora. «Al menos antes éramos el camino hacia la playa para mucha gente. Ahora con la pasarela, ni esto», lamentan.

La entrada en funcionamiento de la estructura por encima de las vías es un nuevo agravio del que venían alertando desde que se anunció esta inversión. Cuando hace tan solo unas semanas que entró en funcionamiento aseguran que ya han registrado este descenso. «Suerte que aún tenemos la estación de trenes, es lo único que nos queda», afirman.

Las hermanas Domènech consideran que la situación que se está viviendo en el Barri del Port es la de la Part Alta de hace unos años. Pisos ocupados, trapicheo, viviendas que no cumplen unas condiciones de habitabilidad y un largo etcétera de problemas. En su momento, los vecinos del núcleo histórico se movilizaron, colgaron pancartas en los balcones y consiguieron que se visualizase una situación que al final hizo que el Ayuntamiento impulsase el Pla Integral de la Part Alta. Sin embargo, el despliegue de la Llei de Barris quedó a medias y se dejaron perder hasta tres millones en inversiones previstas.

Mari Carmen Puig, presidenta de la Associació de Veïns del Barri del Port, considera que la situación se está haciendo insostenible. «Los de aquí de toda la vida lo ven de forma distinta, pero cuando hay tantos pisos vacíos y está todo tan sucio te da sensación de inseguridad».

Un tiempo de margen

Los vecinos hace unos meses que se vienen organizando para canalizar sus reivindicaciones. Piden al Ayuntamiento un plan de mejoras con una partida presupuestaria anual para los barrios en los presupuestos. Es una de las ideas que se trasladó a los partidos políticos en una mesa redonda. Esto hizo que Cs, PDeCAT, ERC y CUP presentaran en el último pleno una moción que se aprobó por unanimidad para revitalizar esta parte de la ciudad. De esto no hace ni un mes, por lo que los residentes quieren dejar un tiempo de margen. Si no, ya han avanzado que se movilizarán.

La presidenta de los vecinos considera que las actuaciones más urgentes pasan por la renovación de los arcenes de las calles Real, Barcelona y Apodaca, y acabar con los edificios en mal estado.  Consideran que esta reforma urbanística ya supondría una primera mejora para un área de la ciudad en la que los vecinos aseguran que hay gente que ya no lo aguanta más y se ha ido. «Hay alguna familia que ha venido a vivir aquí, porque pensaban que estarían cerca de la estación, pero no lo soportan. Están una temporada y luego se van», afirma Nati Domènech.

Los alquileres más bajos

Las últimas promociones inmobiliarias que se acabaron en el barrio se encuentran en la calle Real, cerca de la plaza Dels Infants. Aún quedan pisos que están en el mercado porque no tienen una salida. En un contexto en el que el mercado del alquiler está subiendo, con más demanda que oferta, en el Barri del Port los precios que se solicitan son de los más bajos de la ciudad.

«Hay un envejecimiento generalizado del barrio y el nivel de inmigración es elevado. Hay algunos pisos con sobreocupación», argumenta Nativitat Domènech. Frederic Capdevila hace once años que trabaja en un establecimiento de la calle de Sant Miquel. Conoce muy bien lo que pasa en el barrio. «Hace 25 ó 30 años esto era un estercolero. Era un barrio con prostitutas y droga. Ahora la situación no tiene nada que ver, porque sigue estando muy abandonado», argumenta.

Este dependiente explica que uno de los principales problemas es que el barrio está abandonado. «Pasas por aquí en invierno y a partir de las siete de la tarde no se ve ni un alma por la calle», dice. La última inversión a nivel municipal fueron las cámaras de seguridad. Según el Ayuntamiento, esto ha reducido la conflictividad y la inseguridad. Pese a ello, es un proyecto que los vecinos llevaban una década reivindicando cuando finalmente se pusieron en marcha. 

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