El Francolí, la frontera invisible que divide TGN

La integración de este espacio es uno de los grandes retos. Uno de los modelos a seguir es Lleida, que ha conseguido que sus ciudadanos miren al río como una zona de recreo 

24 diciembre 2018 09:49 | Actualizado a 24 diciembre 2018 09:52
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Las riadas del pasado otoño hicieron que muchos tarraconenses se fijaran en el Francolí por primera vez después de mucho tiempo. Más allá de estas situaciones puntuales, cuando se registra una crecida esporádica, el río no despierta interés. No es una zona muy concurrida para la práctica del deporte o para salir de excursión. Los edificios se han mantenido alejados y los tradicionales huertos se han abandonado progresivamente, dejando un gran vacío en una zona relativamente cerca del centro de la ciudad.

El Francolí es la barrera invisible que divide Tarragona. Su entorno prácticamente es inexpugnable. En su tramo final, la presencia de CLH y el hecho de que la Tabacalera lleve más de diez años abandonada han contribuido a hacer más grande esta frontera. Mientras tanto, el entorno de la Horta Gran es un gran vacío por el que a diario circulan por sus alrededores miles de personas. El arquitecto Aleix Camas considera que el Francolí «es el gran reto urbanístico que debe articular la conexión entre dos ciudades que no se hablan».  

Cristina Berrio, presidenta de la Federació d’Associacions de Veïns de Tarragona (FAVT), considera que la integración del río «se ha quedado a medias». «Cuesta muchísimo llegar al centro, cuando debería poder irse a todas partes a pie», añade.

«Llenar» el agujero entre Torreforta, L’Albada, Riu Clar y el río es una de las asignaturas pendientes. Ponent y el centro urbano viven divididas por el Francolí. Sin embargo, en su entorno viven miles de personas que franquean esta barrera a diario. La inauguración de la pasarela de madera que permitía cruzar el río fue una primera iniciativa. Desde el mes de octubre el puente encuentra fuera de servicio, abandonado y deteriorado por el contacto con el agua. Su recuperación, por parte del Ayuntamiento, no se prevé «hasta que termine la temporada de lluvias». «La pasarela es una anécdota, pero al final te está diciendo que se ha detectado una necesidad y que puede trabajarse en este sentido», argumenta Camas. Añade un segundo ejemplo: «Cuando pasas por el puente de Ramón y Cajal siempre se ve a gente caminando. Es un síntoma social que te está diciendo que es el único paso».

Conservar el carácter ambiental de este entorno es una asignatura pendiente. En el POUM se planificó que el Francolí sea la puerta de acceso a la Anella Verda y hacia la zona de Llevant. Sin embargo, este gran pulmón verde no se ha articulado. También a nivel urbanístico hay un largo recorrido, que no tan solo pasa por el desarrollo del plan parcial de Horta Gran. Camas habla de la necesidad de «girar la ciudad al río». Parc Central y Tabacalera viven de espaldas a este entorno natural. También los edificios de la Avinguda de Roma y las nuevas promociones que se están desarrollando en la zona de Joan XXIII. «Se están construyendo edificios muy importantes en la zona del hospital que sería importante girarlos. Estamos hablando de que por allí no pasa una autopista, por lo que sus promotores deberían reconocer la calidad que aporta la posibilidad de tener una vivienda con vistas al río», argumenta Aleix Camas.

Para el arquitecto Enric Casanovas, la ciudad de Lleida es un ejemplo que Tarragona debería tener en cuenta. «Es un caso muy claro en el que han sabido construir un barrio nuevo junto al Segre, que se ha convertido en un gran parque, en el que la gente va a pasar el día», describe. Un río abierto e integrado versus un Francolí encajonado. Dos modelos de ciudad que nada tienen que ver.

Traza fluvial

Religar y compactar Tarragona. Son dos de los conceptos que utilizan más los arquitectos de esta ciudad cuando hablan de este entorno. Casanovas considera que «centrar el crecimiento más inmediato en proyectos como el plan parcial 10 no tiene ningún sentido. No podemos seguir creciendo hacia Ponent, mientras podría recoserse todo este ámbito, integrando el trazado fluvial como un elemento de paisaje. El río es un argumento fabuloso y un elemento de diversidad», defiende.

El POUM establece la hoja de ruta en materia urbanística de los próximos años. El desarrollo de nuevos sectores en torno al Francolí se dejó para la fase final. En cambio, en este espacio se dibujó la estación ferroviaria de Horta Gran, lo que está llamado a ser uno de los grandes equipamientos del futuro de la ciudad.

Cada vez son más las voces que defienden un cambio de prioridades en el plan general que se aprobó definitivamente en 2013, después de un largo debate de más de diez años. No obstante, más allá de si el Consistorio quiere o no abrir la caja de los truenos, los especialistas en materia urbanística defienden que debería definirse una estrategia para este entorno. 

Aleix Camas y Enric Casanovas coinciden en la necesidad de impulsar un plan estratégico con acciones a medio y largo plazo en el que se planifiquen las actuaciones. «Es una estupidez plantearnos una pasarela que ha aparecido de repente como por arte de magia. Debería ser un elemento dentro de un proyecto», argumenta Casanovas. La definición de esta hoja de ruta, con una planificación para la preservación y recuperación del entorno natural, así como también de las actuaciones en materia urbanística, comportan una reflexión profunda. «El río debe acabar siendo una cremallera entre estas dos ciudades. Por ello, es muy importante planificar a medio y largo plazo», describe Camas.

Es una parte de la ciudad en forma de queso de Guyère y hasta que no se llenen estos agujeros Tarragona no podrá avanzar hacia un modelo más sostenible. La ausencia de planificación hace que sobre el mapa este ámbito se presente como un bosque con trincheras y en el que van apareciendo las setas. Es el caso del Anillo Mediterráneo. Cuando se cumple más de medio año de su inauguración, no se ha avanzado para que los vecinos del centro puedan acceder a su parque en bicicleta. Los carriles bici son una vieja reivindicación de los residentes de Ponent. «Los viales de comunicación no están acabados. Es importante que todos nos pongamos las pilas para un modelo de ciudad que se lleve a cabo», concluye la presidenta de la FAVT.

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