El autobús de las playas de Tarragona pierde un 34% de usuarios

La Empresa Municipal de Transports defiende que la reducción es acorde a la menor afluencia de bañistas, aunque algunos ciudadanos aseguran que ahora prefieren el coche

24 agosto 2020 07:20 | Actualizado a 24 agosto 2020 18:53
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Conxita y Montse viven en el centro de Tarragona. Son dos de las usuarias de las líneas de autobús que llegan a la playa de la Arrabassada. «No tenemos coche y el bus nos va muy bien. Estamos muy satisfechas con el servicio», decían ayer por la mañana, después de echarse un baño. En esta playa empiezan y acaban su recorrido los vehículos de las líneas L161 y L162, que se ponían en servicio el pasado 24 de junio, para enlazar con los barrios de Ponent y del Nord.

Este refuerzo adicional, complementa los servicios de las líneas 11, 12, 13 y 16, que comunican con la zona de Llevant. Según datos de la Empresa Municipal de Transports, en su conjunto este verano han registrado un total de 127.692 viajeros. Durante el mismo periodo del año pasado la cifra fue de 194.939, un descenso de 67.247 usuarios, que representa una caída del 34,5%.

El presidente de la empresa de transportes, Jordi Fortuny, afirmaba que la caída que se ha registrado «es acorde con la realidad observada en nuestras playas, ya que, en lo que llevamos de verano no hemos tenido que cerrar ninguna estas por exceso de aforo».

El transporte público ha experimentado un descenso de usuarios a raíz de la pandemia sanitaria. A pesar de que desde un primer momento la EMT adoptó todas las medidas necesarias –con geles desinfectanes, la reducción del aforo y estableciendo una zona de protección para los conductores–, los datos demuestran que no se han recuperado las cifras de usuarios.

La escalonada vuelta a la normalidad de muchos trabajadores y el hecho que la presencia de turistas este verano está siendo muy baja no han contribuido a normalizar la situación. Sin embargo, respecto los servicios que comunican con la zona de playas, el segundo teniente de alcalde apunta que «es así como debe ser».

El edil republicano justifica que «los autobuses no permiten un aforo completo y las playas tampoco. Por tanto, el descenso de viajeros es coherente con la situación actual». Y, en este sentido, apela a que «sigamos siendo muy cuidadosos con la normativa de prevención ya que, ahora mismo, es la mejor actuación para evitar la propagación de la pandemia».

Sin embargo, esta reducción en la utilización del transporte público contrasta con la de los coches que intentan buscar un espacio para aparcar y que, especialmente durante los fines de semana, genera importantes problemas. «Es una de las cosas que no hemos conseguido solucionar nunca. Los coches aparcan a donde les da la gana», lamentaba el presidente de la Associació de Veïns de La Móra-Tamarit, Francesc Roig.

No es la única zona que se colapsa los domingos y, a pesar de sus inconvenientes, la gente sigue prefiriendo el vehículo privado. «La Llarga se pone a petar, pero con un poco de paciencia das unas cuantas vueltas y acabas encontrando un sitio», decía Irene Sánchez. Habitualmente va a la Savinosa, porque es una playa más tranquila. Ayer, por primera vez en esta temporada, cambió para ir a la Llarga con su hija, y lo hacían en coche. «Yo es que el autobús desde que tengo el coche no lo utilizo. Si no hay otra alternativa está bien, pero prefiero tener que dar alguna vuelta para aparcar, que estar pendiente de si hay servicio o no», añadía Sánchez.

Rogelio Fernández también se decanta por el vehículo privado. «Alguna vez había venido con el bus, pero es que si vienes a la Llarga te deja allí arriba y tienes que bajar andando y después subir de nuevo. Y este año, como parece ser que hay menos gente, es más fácil aparcar», decía.

Fomentar el transporte público para ir a la playa es una asignatura pendiente. También lo es la utilización de la bicicleta, que no podrá ser una realidad hasta que el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento de Tarragona lleguen a un acuerdo para el traspaso del segundo paquete de carreteras, entre las que se incluye la antigua N-340. Esto permitiría acondicionar la vía, habilitando un carril bici hasta La Móra. Es la contraprestación que va a exigir la administración local para asumir el mantenimiento de la vía. Mientras tanto, el coche es la alternativa.

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