El médico que cura a los que otros olvidan

Praveen Kumar es médico especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatológica en el Hospital de Bathalapalli de la Fundación Vicente Ferrer en Anantapur, India. Sus pacientes son, en general, personas pobres, de castas bajas, habitantes de zonas rurales y muchos han visto empeorar situaciones de salud que aquí se tratan con éxito sólo por no tener acceso a un médico a tiempo.

Queda claro cuando le preguntamos si recuerda algún caso con el que haya quedado especialmente satisfecho. Dice que ve a muchos pacientes (y no exagera, en su unidad se hacen 700 operaciones al año) «y subiendo».

Finalmente relata un caso que le tocó de cerca. Se trata de un chico de 19 años que, en su último día de clases, tuvo un accidente de moto y sufrió una fractura en una pierna. En este punto Kumar advierte que una fractura es una fractura independientemente del lugar del planeta donde vivas, pero la forma como se trata marca la diferencia.Y es lo que pasó con este chico de una familia campesina muy humilde, que no tuvo tratamiento inmediato, sino que estuvo un año en casa sumido, además, en una profunda depresión.

Cuando llegó al hospital la primera idea era la amputación, pero después de siete cirugías consiguieron salvarle la pierna. Hoy camina, corre, está contento y sobre todo «conseguimos que pudiera volver a estudiar», dice.

Un trozo de Tarragona

Durante la entrevista hace de intérprete el médico de Tarragona Xavier Manubens. Este traumatólogo también tiene mucho que contar (aunque insiste en que el protagonismo es para Kumar).

Su participación fue crucial en la formación de la unidad de traumatología del Hospital Bathalapalli. De hecho, en 2012 pidió cinco meses de excedencia para ayudar a ponerla en marcha.

Relata que a los dos meses de su creación vieron que recibían casos tremendamente complicados, pacientes que nadie más trataba... Anna Ferrer, mujer de Vicente Ferrer, le dio la respuesta clave: «Justo para eso estamos aquí». Hoy Manubens está feliz de que la unidad funcione perfectamente de mano de cuatro médicos hindúes. 

Explica Kumar que igual que en el caso del joven estudiante, muchos de los pacientes llegan con complicaciones evitables que en los hospitales de aquí apenas se ven, como las infecciones de huesos. Se debe a que muchos no pueden acudir al médico hasta semanas o meses después. 

El contexto influye, además, en el tratamiento que se da a los pacientes. En una zona con gran extensión del VIH-Sida apunta un dato relevante: de los pacientes que tratan y que son portadores del virus, un 30% no conocía su condición, sino que fue diagnosticado cuando le hicieron análisis de sangre para una operación.

Pacientes repudiados

Y aquí viene el otro calvario, porque las supersticiones y la desinformación hacen que estos pacientes sean rechazados tanto por sus familias y comunidades como por los propios médicos, que se niegan a tratarles y a operarles por miedo al contagio.

En Bathalapalli, no obstante, la situación es diferente; tienen un servicio de VIH Sida y, por supuesto, cuando lo necesitan también se les opera. Kumar y su equipo fueron pioneros en poner en marcha un protocolo para atenderles minimizando riesgos.

Aunque no hace falta tener VIH para tener dificultades para acceder a la salud y esa es una de las peculiaridades de Bathapalli, que se atiende a todos y sólo colabora pagando algo el que puede y en función de sus posibilidades. 

Kumar se encuentra estos días entre Barcelona y Tarragona para conocer experiencias y técnicas de la mano de especialistas locales. Cuando le preguntamos qué se llevaría de los hospitales de aquí, cuenta sonriente: «Es que lo tenéis todo». Aunque luego concreta: «El trabajo en equipo».

Si la pregunta es al revés: ¿qué traería de su hospital en la India? No sabe qué responder. Y aquí sí que interviene Manubens: «La calidad humana, sin duda».