El milagro de la sopa que calienta el alma

Estos días de frío la Comunitat de Sant Egidi ha pasado de repartir comidas dos días a la semana a hacerlo siete. Sus amigos lo agradecen

18 enero 2021 19:30 | Actualizado a 19 enero 2021 10:20
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Hace exactamente un año acompañábamos a los voluntarios de la Comunitat de Sant Egidi en una de las comidas que organizaban en su pequeño local de la Plaça Mossèn Salvador Ramon i Vinyes de la Part Alta. Aquí nadie habla de usuarios sino de amigos, porque este no es un solo un sitio donde se reparte comida, aclara Montserrat Llurba, una de las voluntarias.

Hoy, después de meses de pandemia, nada es igual. La Covid impide sentarse juntos y alargar la sobremesa, pero hay algo que permanece: la sopa caliente; con su aroma reconfortante y todo lo que la rodea.

La necesidad, de hecho, ha conseguido que la sopa, de manera casi milagrosa, se multiplique. Si cuando les visitamos hace un año hacían una comida semanal y repartían sopa los viernes a las personas sin hogar; durante el primer confinamiento los días pasaron de dos a tres. Ahora, en plena tercera ola, abren todos los días (alguno de la semana pasada llegaron a repartir hasta 60 platos). Además, los jueves también entregan paquetes de comida a familias que tienen como cocinar pero que se encuentran en una situación muy precaria. Cada mes reparten unos 200 lotes.

Y ¿cómo se obra el milagro? Montse habla, como lo hacía su madre, de ‘la providencia’. Cuentan con el apoyo inestimable del Banc dels Aliments, pero también de empresas, como Aneto, que les donó dos palets de caldos y otros establecimientos de la ciudad que les ayudan. Y como no, amigos, que siempre aparecen.

La otra parte del milagro son los voluntarios, unos siete, también amigos entre ellos, que no han dudado en echar más horas. La entrega se hace, además, de forma escalonada para no coincidir muchos en la plaza. También hay mascarillas por si alguien necesita cambiar la suya.

Historias con nombre

Entre quienes acuden hay mayoritariamente personas que viven en la calle o en casas ocupadas, pero también personas que, pese a tener unos pequeños ingresos, viven en pensiones, hostales o habitaciones alquiladas y que no siempre tienen para comer o un lugar para preparar alimentos.

Ayer a las cuatro de la tarde había personas de diferentes edades en la plaza, todos hombres excepto una mujer de mediana edad quien decía que los voluntarios lo hacen todo con gusto. A los más antiguos los voluntarios los llaman por su nombre y conocen sus historias, pero también hay nuevos, como Johnny, quien acudía ayer por primera vez.

Nació en Venezuela pero tiene también nacionalidad española. Enfermero de profesión, ha venido repatriado. Aquí la persona que iba a acogerle inicialmente no lo hizo, así que cuando se le acabaron los pocos ahorros que traía se vio durmiendo en una plaza de Reus, algo que jamás llegó a imaginar. Ayer, con otro joven, se enteraron de la existencia de ‘la sopa’ y reconocen con vergüenza que se colaron en el tren para venir porque llevaban dos días sin comer. La sopa, ni de lejos, iba a solucionar sus problemas, pero, por un momento, les cambió la cara.

De momento los voluntarios no saben cuánto tiempo más seguirán haciendo la sopa cada día de la semana, pero toda la colaboración que reciban será bienvenida; aquí todo lo que llega se reparte. Además, explican que les vendría muy bien contar con mantas y sacos de dormir, no solo pensando en las personas sin hogar, sino también en las familias que acuden al local.

Otro voluntario reconoce que, pese a que las personas más pobres son las primeras a quienes les afecta la crisis, «Me quedo pasmado con la entereza con la que están llevando las cosas nuestros amigos que están acostumbrados a vivir a la intemperie. Es ejemplar para los que estamos con ellos. Hay una gran dosis de humanidad y de enterezas en su comportamiento», señala.

Contacto:
Esta semana la sopa se seguirá entregando cada día a las cuatro en la Plaça Mossèn Salvador Ramon i Vinyes. Los interesados en colaborar pueden llamar al teléfono 653 565 988

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