El plan B de Ricomà: la moción de confianza

30 de diciembre. Todo apunta a que las cuentas se votarán tras Sant Esteve. Junts se abre a dar sus tres votos a Ricomà

03 diciembre 2019 16:07 | Actualizado a 09 enero 2021 18:55
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Estamos ya a 3 de diciembre y, a día de hoy, los partidos de la oposición no tienen ni rastro de las previsiones presupuestarias de Pau Ricomà (ERC) para el próximo año. Hace pocos días, el alcalde mantuvo una primera ronda de contactos con PSC, Cs, Junts per Tarragona, CUP y PP, en la que no trascendió ningún avance sobre las prioridades del nuevo gabinete local de cara a 2020. El gobierno prefirió escuchar las propuestas de las formaciones que no están en el gobierno, emplazándose para un segundo encuentro para ofrecer datos. 

Sin embargo, hasta esta misma semana no se ha programado la segunda reunión con los partidos que podrían estar dispuestos a estudiar los números para ceder, ni que sea, su abstención en el pleno municipal, que aún no se sabe cuándo será. Pese a ello, apunten esta fecha: la votación se perfila para el lunes 30 de diciembre, aún con el regusto de los canelones de Sant Esteve. 

Once votos (casi) seguros
A día de hoy, la realidad es la siguiente: el alcalde solo tiene garantizados los nueve apoyos que suman Esquerra (7) y En Comú Podem (2), mientras que es segura la oposición de los seis ediles que suman Ciutadans (4) y el PP (2). De momento, 8 a 6 a favor de Ricomà, con la mitad del partido aún por jugar.    

Todo parece indicar que el gobierno republicano podrá contar con los tres apoyos de Junts per Tarragona. «Desde el primer minuto hemos estado predispuestos para aprobar las cuentas. Sería contradictorio participar de la investidura y después no facilitar la herramienta imprescindible para gobernar», indica el portavoz, Dídac Nadal, quien pide un nuevo encuentro con el gobierno «para saber si han incluido nuestras propuestas». 

Con los tres ediles de Junts, Ricomà contaría con una ventaja de 12-6. Solo le faltarían dos apoyos para sumar la mayoría, que encontraría con las dos ediles de la CUP o con los siete del PSC. Una abstención de los socialistas sería suficiente para avalar las cuentas, ya que Ricomà se aseguraría contar con más síes que noes. Sin embargo, la situación se le complicará al alcalde si el PSC opta por el «no», ya que entonces serían 13 los votos en contra, por los 12 asegurados de los «sí». En este extremo, Ricomà necesitaría el OK de Laia Estrada y Eva Miguel para tirar hacia adelante las cuentas.  

¿Y si no hay mayoría?
¿Qué pasaría, sin embargo, si CUP y PSC votan «no» y el gobierno pierde por 12 a 15? Pues que el alcalde aún tendría una última alternativa para no tener que prorrogar las cuentas de este año: el plan B sería forzar en otro pleno una cuestión de confianza vinculada a la aprobación de los presupuestos. Si la ganara, las cuentas serían avaladas automáticamente; y, si la perdiera, entonces, la confianza se entendería otorgada si en el plazo de un mes desde la votación de rechazo no se presentara una moción de censura con candidato alternativo, que debería prosperar. Si no lo hiciera, Ricomà obtendría sus primeras cuentas, pero chocaría con un panorama político ingobernable: un «no» de CUP y PSC en el primer año de mandato, sin ofrecer ningún margen de confianza, sería toda una declaración de intenciones hasta 2023. 

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