El reto de cuidar, a debate en Tarragona

La URV aborda los desafíos presentes y futuros de la atención a los mayores en un congreso internacional

13 septiembre 2019 17:44 | Actualizado a 13 septiembre 2019 17:51
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Marcelo es una persona mayor que vive en Cabo Verde. Tiene dos hijas y también nietos, pero es consciente de que nadie de su círculo le va a cuidar cuando lo necesite. A una hija le acaban de dar el visado para ir a Estados Unidos  y la otra, que vive en Portugal y que podría cuidarle, no quiere por diferentes motivos. Marcelo se da cuenta de que la perspectiva de futuro que le queda es ir a una residencia, algo nuevo en Cabo Verde y a lo que él se opone. Al mismo tiempo, la situación le afecta no solo porque no va a ser cuidado, sino porque tampoco va a poder cuidar a sus nietos, que también van a viajar a Norteamérica.

Este caso tan lejano en la distancia es muy cercano en el escenario y es el que presentó el viernes 13 de septiembre la profesora Heike Drotbohm, de la Universidad de Maguncia (Alemania), en el congreso celebrado esta semana en la Universitat Rovira i Virgili (URV), bajo el título de La cura de les persones grans: avançant cap a la igualtat de gènere i la justícia social, que, entre otras cosas, reivindica la implicación de los hombres en los cuidados de los mayores. 

«Hablar de cuidado es hablar de relaciones humanas y es importante ver quién cuida, cómo y porqué, así como el contexto político, social y los factores que influyen», manifiesta esta antropóloga, especializada en los movimientos migratorios que se producen en la región del Atlántico.

¿Tiene el cuidado nombre de mujer? «No. Pero se ha feminizado», responde Drotbohm. «A lo largo de la historia lo han hecho las mujeres -continúa-».

«A lo largo de la historia el cuidado ha recaído en manos de las mujeres, se ha feminizado»

No obstante, en relación a su línea de investigación, resalta que cuidado y género van implícitamente unidos en el sentido de que «se produce un impacto en las identidades de las personas, no solo de los hombres, sino también de las mujeres. Cuando una mujer no cuida y sí lo hace su pareja, esto puede impactar en sus identidades de género y también en su tipo de relación». Por ello, la doctora Heike Drotbohm pone el acento en la implicación de los sentimientos, «en cómo se siente la persona que cuida y, sobre todo, cómo la ve la sociedad». 

La globalización y la fisura en el Estado del Bienestar conlleva asimismo otros tipos de relaciones y de necesidades, otras obligaciones y responsabilidades.

Aunque Heike Drotbohm especifica que no se puede ni se debe generalizar porque cada país presenta una realidad distinta, sí que admite que la crisis económica en Europa ha comportado consecuencias en las familias.

«Cuando el Estado se retrae de la provisión de cuidados, se pasa la responsabilidad al ámbito familiar, sobre todo en el caso de las personas mayores. El Estado desaparece y es en esta situación cuando entran en escena los hombres como actores, proveedores de cuidados e inclusive hombres mayores que, ante una situación de emergencia, cuidan a personas también mayores», revela. «Es una explotación del Estado del Bienestar», puntualiza.


Renegociar responsabilidades
Unas situaciones que se agravan cuando se habla de migración o de refugiados. «En el caso de los migrantes en los países de destino, es infrecuente que queden totalmente solos. Por ejemplo, en Brasil o Cabo Verde se ha generado una comunidad. Pero al mismo tiempo, cuando se produce esta delegación del Estado a la comunidad este hecho afecta a sus planes de vida, de ahorro o de futuro», explica.

El congreso La cura de les persones grans: avançant cap a la igualtat de gènere i la justícia social se celebró el jueves 12 y el viernes 13 de septiembre en el Campus Catalunya, unas jornadas que han reunido a investigadores de todo el mundo.

El punto de partida ha sido la democratización de los cuidados, de la mano de Elli Scambor, del Instituto de Investigación en Masculinidad y Estudios de Género de Austria, quien subrayó la necesidad de que los hombres se impliquen en el diseño y en la aplicación de las políticas de igualdad. Unos hombres que son necesarios en el presente y lo serán en el futuro si se observa la curva demográfica de los próximos años, todo un desafío debido al fuerte aumento de la población envejecida. 

Cuidar implica relaciones de parentesco pero también laborales. Y como señala Heike Drotbohm, «una persona cuida de una manera distinta a sus colegas, a sus alumnos o a sus hijos. Es un deseo humano que implica recibir y también dar».

 

Dolors Comas, a la cabeza del proyecto

Dolors Comas d’Argemir, catedrática de antropología social y cultural en la URV, es la organizadora del congreso.

Precisamente DAFITS, grupo de investigación que encabeza, puso en marcha hace cuatro años ‘Gendercare’, para analizar el compromiso masculino en los cuidados de adultos dependientes.

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