‘En la estiba no hay machismo, hacemos lo mismo que los hombres’

En el Port de Tarragona faenan diez estibadoras, que consideran que el pulso con el Gobierno por la reforma del sector ha estigmatizado su profesión

14 mayo 2017 20:30 | Actualizado a 14 mayo 2017 20:37
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El Gobierno no lo tendrá fácil para tirar adelante la reforma de la estiba sin contar con el apoyo de los implicados. Y es que, lejos de arrugarse, el pulso de los últimos meses ha despertado un sentimiento de lucha en el colectivo que quieren hacer extensible a otros ámbitos. En Tarragona han mostrado su apoyo a los trabajadores de Bic Graphic, mientras buscan desestigmatizar las acusaciones que afirman que ha lanzado intencionadamente el Ejecutivo para criminalizar al sector.

«Se critica el sueldo que tenemos, pero nadie tiene en cuenta que para ganar lo que ganamos nos pasamos aquí muchísimas horas, haga frío o calor». Así lo afirma Esther Martín, estibadora del Port de Tarragona y una de las diez féminas –tres fijas y siete eventuales– que faenan en el enclave tarraconense.

Son minoría en los puertos, pero trabajan en las mismas condiciones que sus compañeros varones. Bajo un sol abrasador o en la madrugada se juegan la vida a decenas de metros de altura para cargar y descargar la mercancía marítima. Las mujeres estibadoras rompen amarras y alzan la voz para desmentir las voces que acusan a este colectivo de sectario y machista.
 

Débora Castro es la que suma más años de antigüedad, pese a que no fue la primera mujer. Comenzó hace más de diez años. «Es un ámbito difícil, sobre todo porque no llevaba grúa y tenías que hacer mucho esfuerzo físico, pero poco a poco vas haciendo cursos y tienes las mismas oportunidades», asegura.

La primera, en 1995
El paso del trabajo manual a la mecanización de la operativa es lo que ha facilitado progresivamente la incorporación de la mujer. Son poco más del 5% del total de la plantilla, una cifra que se ha incrementado paulatinamente desde que en 1995 entró la primera mujer en el Puerto de Valencia.  «Quizás sí que inicialmente hacíamos otro tipo de actividades, pero ahora no. Cada trabajador tiene su función en el buque y esto es lo que marca el tipo de trabajo que hacemos. Si necesitan a un gruista, cogen a un gruista, independientemente de si es hombre o mujer», argumenta Verónica Ramos. 

Las estibadoras tarraconenses defienden que, a pesar de que durante muchos años éste ha sido un mundo de hombres, no es machista. «Desempeñamos las mismas labores profesionales, tenemos los mismos derechos y cobramos lo mismo. Aquí no hay diferencias», argumenta Ramos.

Todas son peones, tienen el carné de camión y han ido mejorando sus oportunidades laborales a partir de cursos de formación que les han permitido adquirir nuevas capacidades. Hay gruistas móviles, gruistas de pórticos, trincadoras, paletistas, transpaletistas y un largo etcétera. El hecho de trabajar en un puerto como el de Tarragona, en el que predomina el tráfico de graneles, hace que su perfil sea polivalente. «Somos muy polivalentes y cualquiera de nosotras puede hacer cualquier cosa», describe Noelia Olaya. 

Lo único que hasta el momento no han conseguido es que una de ellas logre el cargo de capataz o entre a formar parte del sindicato de los trabajadores.

¿Cómo se accede?
Otro de los aspectos que se les ha echado en cara es que es un mundo cerrado en el que se limita el acceso a los familiares de los que ya están dentro. «¿Si te enteras de que hay una vacante no se lo vas a decir a tu primo o a tu hijo? Aquí de enchufismo nada. Tenemos todas el carné de camión y unos estudios», defiende por su parte Esther Martín.

El acceso a la estiba se hace a partir de convocatorias abiertas en las que se puede presentar cualquier persona. No hay plazas reservadas para familiares sino que los requisitos son ser mayor de edad, tener el permiso de conducir, la FP de grado medio o superior con una de las titulaciones que establece el artículo 153 de la Ley de Puertos o acreditar cien jornadas de trabajo al año natural anterior a la convocatoria. «Yo soy eventual y mientras me he sacado la carrera de Derecho. Allí he coincidido con muchos compañeros que estaban porque el padre tiene un despacho o un familiar es notario... Es que esto pasa en todos los sitios. Conocemos el mundillo porque lo hemos vivido en el ámbito familiar, pero no hay diferenciaciones por ser hijo de», argumenta Ramos.

Lamentan que estos meses de negociaciones con el Gobierno «nos han hecho mucho daño». «Han dicho que si no había mujeres, que si es un colectivo machista, y no es verdad. Yo llevo casi 12 años de eventual y vengo a trabajar todos los días contenta porque me gusta lo que hago», defiende Goretti Sampietro.

Por el contrario, aseguran que la situación ha unido mucho más al colectivo. «Los portuarios trabajamos 24 horas. Los veo más que mis tres hijos, aquí tengo a mi familia», dice Olaya.

Y si una cosa ha demostrado esta gran familia es que no se doblega. Se movilizaron para conseguir el apoyo de todos los partidos políticos y finalmente el Partido Popular no pudo sacar adelante la primera propuesta de real decreto. Un triunfo que prácticamente fue un hecho histórico ya que era la tercera vez en democracia que se producía una situación de estas características y convertía el grito ‘Ni un paso atrás’ en toda una declaración de intenciones.

Y esto hace que ahora mismo la estiba esté abrazando y apoyando nuevas causas. También la lucha de la mujer, y este fue uno de los aspectos que abordaron en el encuentro que protagonizaron el pasado 30 de abril en Valencia, como anticipo al Día del Trabajador. En éste, por primera vez, se reunieron para compartir impresiones y plasmar la realidad de las mujeres portuarias.

Estibadoras de toda España «fortalecieron lazos». En su mente queda aún el recuerdo de una jornada histórica, que hicieron junto con Coordinadora Solidaridad, y que ya están pensando en repetir de alguna forma en Tarragona coincidiendo con la Mare de Déu del Carme, patrona del mar.

Mujeres con carácter
«Mucha gente nos ve como luchadoras, por lo que podemos hacer muchas cosas», argumenta Olaya. Y es que su empeño ha hecho que su voz esté sobresaliendo en un mundo de hombres. Las características de la estiba no contribuyen precisamente a conciliar la vida laboral y familiar. Cada día se les informa de si trabajarán o no con muy pocas horas de antelación y esto dificulta su día a día. 

Algunas de ellas son madres y tienen que recurrir a canguros o familiares asiduamente. Aunque aquí también han conseguido pequeñas victorias. Lourdes Cantudo es la primera chica con una reducción de jornada. «No puedes hacer medias jornadas ni nada, porque no puedes dejar la operativa a medias, pero haces más días de fiesta», argumenta.

Consideran que el sector está adoptando nuevas regulaciones a medida que van surgiendo. Otros aspectos son de más difícil solución. Es el caso de ir al baño cuando una está conduciendo una grúa a decenas de metros de altura y su ausencia supondría parar toda la operativa. Aunque esto tampoco es un problema, y cada una de ellas ha encontrado su propia solución.

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