Esculturas de desechos en la playa

'Perlas de Tarragona'. El artista visual Jordi Llort reelabora los restos de plástico que encuentra en la costa para denunciar el mal uso de un material difícil de eliminar

17 junio 2019 07:28 | Actualizado a 17 junio 2019 07:31
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Un domingo a primera hora de la mañana, la Platja de La Savinosa aparece limpia y en calma ante nuestros ojos, pero un paseo con el artista visual Jordi Llort tiene el poder de cambiar nuestra miópica visión. Quedamos con él para que nos muestre como, día a día, recoge pequeñas muestras de plástico y objetos en desuso que se encuentran en algunos rincones de la costa, tan cerca y tan lejos de nuestros ojos, restos con los que forma pequeñas esculturas que reclaman, desde su aparente miniatura, una reflexión sobre la gestión de nuestros residuos. «En los extremos de la playa, entre las rocas y donde no pueden acceder las máquinas limpiadoras, es dónde encuentro más objetos», explica Llort. Una vez a la semana, como mínimo, este artista visual se desplaza hacia alguna de las playas de Tarragona para buscar nuevas piezas. 

Esta mañana soleada de principios de verano, nos muestra los despojos que ha recogido hace escasos minutos; bastoncillos de las orejas multicolores, restos de tapones de botellas que la erosión ha empezado a deformar pero que todavía conservan su forma identificable, puntas de petardos que confirman que las fiestas de Sant Joan inician su apogeo y muchas pequeñas partículas blancas, no superiores en tamaño a la uña del dedo meñique. «Yo las llamo ‘las perlas de Tarragona’ porque, de hecho están en muchos rincones de la playa aunque no las vemos», argumenta Llort, que explica que estas ‘perlas’ son, en realidad, pequeñas partículas que se usan en el ámbito de la industria para ser fundidas y rellenar moldes. «El hecho es que en las playas de nuestra costa, en los rincones, se pueden encontrar muchas de estas ‘perlas’», explica, mientras examinamos algunos de los restos que ha encontrado hace escasos minutos con un aparato casero que le permite cribar la arena de estos pequeños deshechos, entre los que también vemos elementos curiosos, como imitaciones de algas —seguramente procedentes de acuarios o similares— y  trozos multicolores sin explicación aparente, que forman ruedas y otras formas multicolores que caben en la palma de la mano.  

Con estos elementos, Llort elabora, desde hace cerca de medio año, relieves que nacen uniendo y dando forma a estos objetos y con el objetivo de alinear el arte con la consciencia social, tan necesaria para mantener limpias nuestras costas. «Un día me di cuenta de la cantidad de restos de plástico que se encontraban en la playa y empecé esta serie de obras de pequeño formato», explica, mientras detalla que la mayoría de las producciones «comienzan ya en el mismo punto en el que recojo los objetos, cuando empiezo a imaginar como podrían unirse y qué forma podrían adoptar, hasta el taller, donde trabajo para dar el acabado final a la pieza». Mientras habla, me muestra una de las últimas producciones que ha elaborado, una forma que recuerda a un barco, que reúne varios elementos sin aparente tuilidad que, bajo su propuesta y su trabajo, tienen el poder de recordarnos a una embarcación. 

«Una vez me dijeron que ojalá se me acabara la materia prima. Tenían toda la razón» 

Hasta el momento, Llort ha elaborado una veintena de tallas desde que empezó este ciclo. «Cuando comencé a cribar la arena de la playa y me di cuenta de la cantidad de plástico con el que convivimos, pensé en iniciar este proyecto, que quiere unir el arte con el toque de alerta acerca de como usamos y eliminamos el plástico», explica Jordi Llort, que destaca también que «es importante que haya una concienciación a nivel industrial, pero también en los hogares, ya que cada uno de nosotros podemos hacer mucho para evitar que las alcantarillas y la costa no aparezcan llenos de restos que tardan tantos y tantos años para eliminarse». 

En este caso, de su indignación ha nacido una fuente de inspiración que, manifiesta, le gustaría que no existiese. «Hace unos meses, me dijeron que lo que sería realmente bueno es que se me acabara la materia prima. Tenían toda la razón», comenta, mientras seguimos examinando el botín matutino, multicolor, aparentemente divertido. Por el momento, su objetivo es el de seguir analizando las playas cercanas y seguir elaborando esculturas que, desde su aparente ligereza, no hacen más que recordarnos la pesadez de un problema, com el de la contaminación, que soportamos entre todos.  

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