Teresa Carreté, mejor docente catalana del año: «Este es el mejor trabajo del mundo, lo tengo claro»

Formada en la escuela rural, esta profesora del Institut Campclar se esfuerza para que los alumnos del barrio confíen en sus capacidades. La fundación Jordi Sierra i Fabra acaba de reconocer su labor

01 mayo 2019 10:43 | Actualizado a 02 mayo 2019 07:07
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«Fue una encerrona de mis compañeros de departamento», reconoce Teresa Carreté para explicar cómo se gestó su candidatura para el premio Docente del Año que entregan, por tercera vez, la Fundació Jordi Sierra i Fabra y la Editorial Cruïlla. Un vídeo que prepararon a escondidas y en el que hablaban desde sus alumnos a la mujer de la limpieza del Institut Campclar acabó de convencer al jurado. Cuando se supo la noticia de que había ganado, el centro estalló en una celebración. 

¿Siempre quiso ser profesora?
Sí, yo soy una niña de escuela rural. Eso quiere decir que en Els Guiamets, de donde soy, éramos diez, y de mi quinta, solo dos. La señorita no podía estar por todos, así que a mí desde pequeña me tocaba explicarle a gente más pequeña que yo, igual que a mí me explicaban los mayores. Así que ya desde pequeña tuve claro que quería ser profesora.

¿Algún profesor inspirador?
He tenido profesores magníficos. Hice biología por el profesor Jordi Virgili, que nos daba Sociales y Ciencias Naturales. 

¿Cuando llegó a este instituto?¿Qué se encontró?
Llegué en el curso 2005-2006 y me tocó sustituir a un tutor de primero de ESO. Era una época en que los alumnos no estaban mezclados, es decir, había clases muy buenas y otras no tan buenas. A mí me tocó una tutoría dura. Aprendí mucho de lo que no debería ser... El problema de los grupos homogéneos es que hay grupos que tiran mucho, pero los más flojos son complicados. Los niños decían: ‘¿Tú me estás clasificando como malo? Pues ahora verás’. Esa es una de las cosas que en 2014-2015, con la nueva dirección, vimos que había que cambiar. Lo primero que hicimos fue crear clases de primero de la ESO heterogéneas, mezcladas.

¿Qué han conseguido?
Ya han pasado cuatro cursos y tenemos datos objetivos. El porcentaje de problemas de convivencia, como incidencias o expulsiones, ha bajado sustancialmente. Eso quiere decir que el instituto está más tranquilo, todo el mundo se conoce y así también mejoran los resultados académicos... Pero todavía hay mucho que hacer, en educación se necesita tiempo.

Y trabajan con proyectos, como el yacimiento arqueológico que han montado en el patio.
Es todo un paquete: primero creamos grupos heterogéneos, luego los alumnos trabajan cooperativamente, como les tocará hacer el día de mañana en cualquier lugar, y, al final de cada trimestre, hacen un gran proyecto... Hoy, por ejemplo, los alumnos de primero de ESO les están explicando a los alumnos de sexto de primaria de las escuelas el proyecto de arqueología... Los niños se sienten muy orgullosos de su trabajo. También convocamos a las familias. Cuando  les explicaron a sus padres todo lo que habían hecho les parecía imposible. Alucinaban porque Eudald Carbonell les había retuiteado.
 

Cuando se trabaja en contextos complicados, ¿no se siente impotencia al pensar que sus alumnos tal vez no tendrán las mismas oportunidades que otros?
Es muy duro. Estamos en un centro de alta complejidad donde igual te puedes encontrar con  alumnos que están aquí de las 8.30 de la mañana a las tres de la tarde y no tienen desayuno. Entonces buscamos en la cantina un bocadillo, unas galletas... Hasta situaciones de excelencia, alumnos que están haciendo dos grados a la vez... Con esta inmensa gama de grises nos movemos. Me da mucha rabia que cuando en cuarto de ESO les explicamos a los padres el camino que sus hijos pueden seguir, algunos nos piden que no digamos que pueden hacer bachillerato porque ellos no podrían pagar la universidad. ¡Se me ponen los pelos de punta! Me da mucha rabia porque vengo de una familia humilde y no sé si mis padres en el contexto actual me hubieran podido pagar la universidad... Y así se pierden muchas mentes pensantes.
 

¿Qué pediría para la escuela pública?
Que se preserve la escuela rural, que es de lo mejor que hay. En Els Guiamets llevamos unos años pendientes de si se cierra o no la escuela.

¿Y qué más?
Necesitamos más dinero, está claro, y más personal. Y que los políticos de tanto en tanto nos vengan a ver. Invito por ejemplo al alcalde Ballesteros y al concejal Roca a que hablen con los chicos. Los barrios nos sentimos dejados y cuando estás dejado te alejas. 

Dígame un momento que le haya hecho pensar que su trabajo vale la pena.
Tengo muchos, como el día que estaba en el Carrefour y mi pareja me dijo que un chico me miraba con insistencia. Resultó ser un alumno de cuando trabajaba en el SES Monsant. Tenía un déficit de atención de manual y pasó mucho tiempo conmigo. Hoy está estudiando Ciencias Políticas... Este premio nos ha venido bien para hacerles ver a nuestros alumnos que ellos serán gente válida, que no porque sean de un barrio son menos... Este es el mejor trabajo del mundo, lo tengo claro.

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