Ester Gomis: 'Este año no me podré comprar una chaqueta ni ir de vacaciones'

Ester Gomis llegó a la agricultura por convencimiento y ahora sufre la crisis de la avellana

31 enero 2019 09:12 | Actualizado a 31 enero 2019 09:16
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«¿Que cómo vivimos? Pues muy mal. No se puede vivir de la avellana. A ver, la comida no nos falta, porque en casa de un agricultor siempre hay; el problema llega cuando tienes que pagar las facturas, la luz, el agua, la seguridad social… Yo ya sé que este año no podré comprarme una chaqueta, ni mucho menos pensar en ir de vacaciones». 

Quien así se expresa en Ester Gomis, una mujer que se incorporó al mundo de la agricultura en el marco de un programa que incentivaba la entrada de jóvenes –hasta los 40 años–. «Hicimos un contrato con la Generalitat que nos permitía recibir un fondo europeo y que te ligaba cinco años a la tierra.

Realizamos una gran inversión, pues necesitas entre 12 y 15 hectáreas para que una producción sea rentable. Además, está el tractor, la maquinaria... Pero este año no tendremos ingresos. Si esperabas 30.000 euros, te encuentras con 8.000. Y es que ahora toca abonar los campos y ves que no tienes dinero para pagar los fertilizantes. Por eso pedimos que nos ayuden con fondos de Europa para inyectar dinero en tres años y créditos a cero interés para poder dar la vuelta a esta situación». 

Ester prosigue: «Este año se formó la tormenta perfecta. En primavera hizo mucho viento, cayó la avellana pequeña y se rompieron los brotes pequeños. Perdimos un 40-50% de la producción. Y cuando cosechábamos apareció una plaga de chinche, que se juntó con un otoño muy lluvioso, y las pocas avellanas que quedaron buenas se pudrieron. Y, para colmo, la bajada de precio por la devaluación de la lira en Turquía. Fue horrible».

No obstante, esta mujer es muy consciente de dónde se ha metido. Por eso dice que «cuando eres agricultor ya cuentas con que las inclemencias del tiempo son un factor más en tu trabajo». Sin embargo, lleva peor «la especulación» en los precios. «El problema es que aquí no se regula bien el mercado. En la llotja de Reus hay manipulación o monopolio. Se pacta entre diferentes empresas y el precio ni sube ni baja, a diferencia de lo que sucede en Italia o Turquía. El problema lo tenemos en casa», se queja. 

Pero a la pregunta de si se ha planteado dejarlo, responde con rotundidad: «No, nunca. La avellana tiene futuro».

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