Fernando Gamboa: 'Estamos controlados, pero felices'

Entrevista
‘Redención’ es el último thriller del autor, una historia que transcurre en una turbadora Barcelona, en  2028

28 septiembre 2019 17:20 | Actualizado a 28 septiembre 2019 17:37
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Fernando Gamboa (Barcelona, 1970) es el mayor autor de éxito de la historia de Amazon, donde su libro La última cripta, ha vendido más de 250.000 ejemplares. Viajero empedernido, sus novelas de aventuras enganchan a miles de seguidores. Son las historias del Capitán Riley, Ciudad negra o Guinea, por citar algunas. La última, Redención (Editorial Suma de Letras), transporta al lector a la Barcelona de 2028 en un thriller que deja sin aliento.

La Barcelona que presenta es, como mínimo, inquietante.
Para mí lo es, desde luego. Por eso la quería representar en la novela, extrapolar lo que todos podemos ver a día de hoy, la tendencia que tenemos en toda Europa. Hacia dónde van las sociedades, cada vez más autoritarias, con más control.

Ha convertido en un gueto el drama del Open Arms o la Jungla de Calais.
Imaginémonos que dentro de diez años empieza a llover menos y que en África, donde ahora viven con medio litro de agua al día, de repente no tienen ninguna. ¿Qué va a hacer toda esa gente? La crisis climática va a pasar y en el momento en que haya una crisis de refugiados climáticos se parecerá mucho más a lo que ocurrió en Siria que lo que está pasando ahora. Estoy adelantando esa posibilidad y abro un dilema social.

Una crítica social...
Sí. Estoy absolutamente a favor de ayudar a todos los que vienen buscando una vida mejor pero cuando empiecen a llegar porque no tienen más remedio, habrá que pensar qué vamos a hacer. De hecho, la guerra de Siria generó una crisis en Grecia, se desencadenaron los regímenes autoritarios en Bulgaria o Polonia y hasta el Brexit es una especie de hijo legítimo. Todo esto ha sido el desencadenante a partir de medio millón de refugiados.

«Imaginémonos que en África deja de llover. ¿Qué va a hacer toda esa gente? La crisis climática va a pasar y habrá que pensar qué vamos a hacer»

Su desencadenante es el atentado de Las Ramblas. ¿Cómo lo vivió?
Supongo que como todo el mundo, con sorpresa e incredulidad. Pero luego a pesar de esa especie de bofetada de realidad, también me encantó ir días después a Las Ramblas y ver a gente de todos colores y credos dándose ánimos entre ellos.

Con ‘Redención’ pasa de la aventura al thriller.
Es un thriller de aventuras. No es el típico thriller sueco, que te deja mal rollo en el cuerpo.

¿No le gustan?
Soy más de pasarlo bien. Mis malos son personas más reales, no están tan perturbados ni son tan sádicos. Tienen su parte mala y su parte buena. Realmente la etiqueta de bueno o malo, aparte de los locos psicópatas, es siempre muy relativa. ¿Bueno? ¿Malo? ¿Para cuántos? Y en Redención el lector tiene que juzgar y puede que se sienta más identificado con el malo, por así decirlo.

En realidad, ¿quién se redime?
El que se redime soy yo. Nuria, la protagonista, lo hace a través de la historia, pero esa es una parte de la redención. La otra es la mía. Nuria Badal fue una persona real, era mosso d’Esquadra y mi pareja. Sufrió un derrame cerebral estando en mis brazos y en cierto modo yo me siento responsable porque tengo la sensación de que si no me hubiera conocido, quizás estaría viva. La novela es mi pequeña manera de traerla a la vida.

«El que se redime soy yo. Nuria Badal, la protagonista, fue real. Era mi pareja. Sufrió un derrame cerebral estando en mis brazos»

Lo hace de la mejor forma y en medio del feminismo en auge.
Exacto. Me encantan las novelas en las que las mujeres son protagonistas.

Ha batido todos los récords en Amazon y ahora publica en papel, ¿funciona esta dualidad?
Soy muy fan del libro electrónico. Hasta ahora he sido autor independiente y me ha ido muy bien. De hecho, publico en digital y la editorial tiene la posibilidad de sacar mis libros en papel. 

Cambia mucho el precio.
Por eso abogo por el libro digital. Entre las muchas ventajas que tiene es que la gente lee mucho más y yo lo que quiero es que la gente lea.

Usted, que es tan defensor de la tecnología, paradójicamente vuelve a Orwell.
La diferencia es que con Orwell era algo impuesto pero ahora la dictadura tecnológica es autoimpuesta. Estamos absolutamente vigilados y controlados, pero felices. Google lo sabe todo de nosotros, pero nos da igual. 

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