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«Algunas empresas han probado a trabajar con Amazon y al final lo dejan porque no se ganan la vida por lo poco que pagan... Pero ahora Amazon, si quiere mantener el servicio, tendrá que pagar más y comenzará a subir precios», cuenta Toni Aragonès, gerente de Transports Aragonès, una compañía que, como otras, se ha negado a trabajar con el gigante estadounidense de comercio electrónico.
Josep Lluís Aymat, director de FEAT, es crítico con esta situación: «La demanda, en muchas ocasiones, es irregular y tensa las redes logísticas de una manera brutal. De un día para otro puedes triplicar la demanda. Tienes que trabajar como un loco para sacar un sueldo bajo. Acabamos teniendo a los trabajadores presionados, saturados o de baja». Aymat cree que las grandes plataformas de distribución «tienen que poner límites», como «un máximo volumen de entregas en cada zona».
«Hablamos de trabajadores casi esclavos y, además, estamos estresando la red logística. Hay gente trabajando a destajo, con una presión enorme para ir lo más rápido posible, para hacer un volumen suficiente para tener ingresos. Estamos uberizando la economía. El consumidor tampoco tiene en cuenta que llevar algo de un lugar a otro tiene un precio», comenta Aymat, que añade: «Hay empresas que están diciendo que la gente se apunte a trabajar para hacer envíos en su tiempo libre. Está entrando gente no profesional y se está menospreciando el transporte en una carrera enloquecida».
Desde Transports Aragonès, el gerente pone el grito en el cielo. «Es una bola de nieve que mata el comercio. Es una lástima pero no nos podemos oponer a los cambios que no son del gusto de todos», apunta Toni Aragonès.
Amazon trabaja con una gran plataforma fundamental en toda la provincia. Se trata de la empresa Kuehne+Nagel(K+N), que opera desde su complejo logístico en Constantí casi de forma exclusiva para la multinacional norteamericana.
