Hecatombe. «Lo hemos perdido todo»

Un restaurante y una bodega de L’Espluga de Francolí se derrumbaron, mientras que el agua anegó los bajos de un hostal.

24 octubre 2019 07:46 | Actualizado a 24 octubre 2019 08:04
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La parte baja de L’Espluga de Francolí, la que da al río, parecía a primera hora de la mañana de ayer una zona de combate, con toneladas de árboles y cañas a ambos lados. Fueron arrastrados por el agua, que en los dos puentes que dan acceso al núcleo urbano pasó por encima al estar taponados los arcos. Mientras, se estaban buscando a cinco personas que se habían dado por desaparecidas: dos en Vilaverd y otras tres en L’Espluga. 

Esta acumulación de vegetación  y árboles en L’Espluga acabó afectando a los edificios más cercanos. «Lo hemos perdido todo», apuntaba en declaraciones a la ACN Arnau Roig, el hijo del propietario del Celler Rendé Masdéu, una bodega que quedó reducida a escombros al igual que el Restaurant El Gatim, que se encontraba debajo. 
Abrieron el negocio cuatro años después de la gran riada de 1994 y ahora, en 2019, otra riada les ha quitado todo el trabajo que han hecho durante 21 años. «No hay palabras para explicarlo», lamentaba Arnau Roig. «Hay toda la vida de mi padre, que es quien había puesto más esfuerzo. No es sólo el daño material sino todo el trabajo que había detrás», explicaba con gran tristeza.

A pesar de haberse quedado sin el negocio, Roig señalaba que la desgracia podría haber sido aún peor. «Mi hermano tenía que ir por la noche a la bodega y al final no fue. Gracias a Dios podemos decir que estamos todos bien, que es lo más importante», narraba. En los próximos días esperan la visita de los peritos de los seguros para cuantificar los destrozos. El objetivo es volver a poner en marcha todo de nuevo, aunque en otro sitio, lejos del río.

Llegar a L’Espluga era relativamente fácil, pero no acceder en coche hasta el núcleo urbano. Los dos puentes que dan acceso estaban bloqueados por lodo, arboles y cañas. Sólo se podía llegar a través de la carretera que viene de Poblet, por lo que se tenía que dar un importante rodeo.

Una de las vías de llegada a la zona afectada era el Passeig Josep M. Rendé i Ventosa, que transcurre al lado de la cooperativa. El panorama era dantesco. En medio de tanta vegetación arrancada se divisaban las máquinas excavadoras, retirando los escombros. El puente quedó taponado y todo lo que arrastraba el río se acumuló encima y vías adyacentes. Decenas de personas coordinadas trabajaban para dejar expedita la vía, mientras que otros se lo miraban desde el otro lado.

Montse y Albert estaban la noche del martes en su casa, situada en el número 10 de dicho paseo. Han tenido suerte. El agua sólo les ha alcanzado un poco el almacén. «Escuchamos tres explosiones, como si fueran fuegos artificiales sobre las nueve y media». Reconocen que pasaron muchos nervios y miedo al ver lo que estaba ocurriendo. Estuvieron controlando que el nivel no subiera más, por si tenían que marchar precipitadamente. 

En el mismo paseo, anexo al río, Ramon Guasch tiene su garaje, donde guarda (o guardaba) su vehículo, herramientas de payés y muebles viejos. «El agua procedente del río abrió la puerta delantera, la corriente arrastró el coche y rompió la puerta metálica de detrás, por donde salió todo lo que había dentro», aseguraba, mientras señala la altura que alcanzó el agua: tres metros. Sobre las dos de la madrugada lo despertó su hija, que vive en La Pobla de Mafumet, para alertarle de lo que ocurría, «pero como todo estaba a oscuras no he venido hasta las siete y media de esta mañana». Se encontró con que no podía acceder porque la puerta principal estaba tapiada por los escombros. 

No muy lejos, cerca del cauce del río, estaba un almacén municipal, donde se guardaba el material de la Agrupació de Defensa Forestal (ADF) y de la Brigada Municipal. Desapareció por completo. Metros abajo aparecía volcado uno de los vehículos de los voluntarios así como un autovolquete. 

Muchos voluntarios

Una vez pasado el puente, el trabajo de las máquinas y el personal resultaba frenético. Lo que era una de las rotondas de entrada al municipio estaba todo lleno de barrio. «Si voleu ajudar, aneu a buscar guants, perquè hi ha branques trencades. Tota ajuda és bona», comentaba una componente de la ADF a dos jóvenes que querían colaborar. Y es que decenas de ciudadanos no dudaron en mancharse el calzado y la ropa de barro para poder ayudar en las tareas de retirada del material, al igual que hicieron otros vecinos con sus tractores y remolques. Todo bajo una gran coordinación en un reducido espacio. 

El agua no sólo inundó la rotonda sino que incluso subió hacia la calle Major, la que se dirige hacia el ayuntamiento. Justo al principio se encuentra el Hostal de les Disset Fonts, un establecimiento abierto en 1960. «Es un negocio de tercera generación, con su bar, su restaurante y sus habitaciones», apuntaba al Diari su propietario, Joan Carles. El martes no había ninguna persona alojada. «Me llamaron por la noche para que viniera al hostal porque se estaba inundando», comentaba al Diari mientras hacia un alto en el trabajo de limpieza y de sacar todo el material que había el interior. El agua alcanzó los dos metros de altura, por lo que todo lo que había en el bar y en el restaurante lo tiene que tirar. Ayer, con ayuda, sacaba todo el material al exterior. Lo único que se salvó fueron las habitaciones, que están en la primera planta. 

Joan Carles reconocía que desconoce cuándo podrá reabrir el negocio, «estamos mirando el tema del seguro», porque las pérdidas son muy importantes. En la riada de 1994 el agua apenas le afectó al negocio.

Muchos vecinos recordaban ayer el tornado que en 1994 arrasó una parte del casco urbano. Ese mismo año sufrieron también una riada, pero cuyos daños fueron muy menores a los producidos ayer.

Servicios básicos

L’Espluga de Francolí se quedó sin los tres servicios básicos: electricidad, gas y agua potable, según reconocía el alcalde, Josep Maria Vidal. Respecto al servicio eléctrico, explicaba que «también está afectada la localidad de Vimbodí y que el problema «hace de mal resolver». Habló que «tardará horas, y quizá algunos días en solventarse esta avería», a pesar de que en la zona ya se habían desplegado los servicios técnicos. Se habló de la posibilidad de desplazar equipos electrógenos, pero no serían suficientes para dar luz a todos los afectados.

En relación al suministro de gas, el alcalde indicó que «se ha reventado la tubería principal». Finalmente, en cuanto al agua potable comentó que «desde julio ya teníamos problemas de suministro. Los pozos estaban muy bajos e incluso se estaba barajando la posibilidad de realizar cortes». Las conexiones se habían roto en tres puntos.

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