La clase donde 
las emociones se ponen por carta

Más allá de las palabras. El Vedruna Sagrat Cor, premiado por un proyecto en el que los pequeños escriben a las personas queridas

24 diciembre 2019 13:40 | Actualizado a 24 diciembre 2019 13:53
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«No sé poner mamá», le dice una niña de unos tres años a Esther Neila mientras le tira de la bata. La maestra le dibuja unos puntitos en el papel para que los una y le coge de la mano: «Así: ¿Te acuerdas?», le anima.

«Algunos han escrito mamá o papá por primera vez aquí», explica Neila con cierto orgullo. Y es que de eso va su clase, de algo aparentemente sencillo como escribir cartas a las personas que se quieren o, simplemente, a las que hay que decir algo importante.

No obstante, lo de escribir, en este caso, es relativo, porque aquí acuden niños de educación infantil de segundo ciclo, es decir, la mayoría solo tienen entre 3 y 5 años.

El proyecto, que han titulado ‘Magic World’, resultó ganador en su categoría en la última edición de los premios Josep Vives Ciurana que entrega el Institut Municipal d’Educació de Tarragona.

Un ambiente especial

Una de las primeras cosas que llama la atención al llegar a esta clase en la que la dimensión de las sillas y las mesas recuerda el tamaño de sus ocupantes, es la ambientación. Se escucha el ruido de una pequeña fuente, música suave, hay buenos aromas... En un rincón, un niño de P5, que ha llegado un poco antes, le explica un cuento a otro de P3 que se ríe acurrucado a su lado.

La actividad de las cartas es una de las que las nueve profesoras de infantil preparan una vez a la semana para los niños de P3 a P5 y en las que se mezclan sin importar la edad. Los niños, de hecho, prueban todas las actividades o ‘Ambients’, como los llaman, y el día que toca eligen a cuál quieren acudir.

Neila cuenta que cuando se plantearon hacer una actividad de educación emocional pensó en su propia experiencia y en que a veces es más fácil expresar las cosas que son difíciles de decir por escrito.

Aquí las mayoría son cartas de cariño a los padres, los abuelos, los hermanos. Es el caso de Eva, que le ha escrito una a su hermana mayor «con muchos corazones y estrellas». También hay un niño que le escribía a su perro pero desistió «porque se las come».

Pero lo sencillo del gesto muchas veces ayuda a las maestras a identificar otras realidades familiares que pueden afectar a los niños y que les cuesta explicar. Es el caso, por ejemplo, de las cartas deseando a un abuelo que se recupere, o las de un niño que escribía todo el tiempo a su padre para animarle porque había perdido el trabajo.

Situaciones a explicar

También han tenido situaciones en que las cartas han mostrado situaciones más complicadas, como la de un pequeño que estaba llevando muy mal la separación de los padres. La maestra les llamó aparte para comentar la situación y entregarles las cartas en mano.

En el caso de los niños un poco más mayores son menos dados a explicar lo que ponen en sus mensajes, pero es más frecuente que escriban, por ejemplo, a un compañero de clases con el que se han peleado.

Y es que en esta clase se preparan las cartas y se cierran con cinta adhesiva (mucha) y se colocan en una caja mágica. Al final los niños sacan las cartas de la caja y se las llevan a casa.

Además de llevarse las cartas, otra de las peculiaridades es el estado de ánimo que tienen los niños al terminar, se les ve relajados, tranquilos.

«Es que cuando están trabajando con las manos no pueden estar enfadados o nerviosos, respiran más despacio y eso se nota», explica Neila.

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