La guerra al plástico se libra por barrios en Tarragona

Bolsas de un solo uso. Las grandes superficies corren para hacer los deberes, mientras que en las pequeñas tiendas, bazares y mercadillos todavía miran para otro lado

27 septiembre 2019 07:50 | Actualizado a 30 septiembre 2019 12:08
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Las imágenes de animales moribundos y de islas enteras de plástico han hecho su efecto. Ya casi nadie se cuestiona que usamos este material por encima de nuestras posibilidades.

Pero si la guerra al plástico tiene una batalla emblemática, esa ha sido la de las bolsas y envases de un solo uso.

A partir de julio del año pasado una ley obliga a los comercios a cobrar las bolsas a sus clientes (entre 5 y 15 céntimos, dependiendo de su espesor). En una siguiente fase, en 2020, se prohibirán las bolsas de plástico fragmentables (fabricadas con aditivos que fragmentan el plástico en microplásticos). Además, las de más de 50 micras de espesor (las típicas de las tiendas de ropa) deberán estar fabricadas con un mínimo de 50% de plástico reciclado.

Finalmente, en 2021, quedarán prohibidas todas las bolsas ligeras (entre 15 micras y 50) y las muy ligeras (menos de 15 micras) que no sean biodegradables. Ese mismo año deberán desaparecer platos, cubiertos, vasos y pajitas plásticos de un solo uso, así como bastoncillos y contenedores de comida de poliespán.

Bandejas de palma y fiambreras

Pero, toda esta guerra al plástico, ¿cómo se vive en la calle? Nos dedicamos a mirar el panorama en el Mercat Central de Tarragona. Un primer repaso muestra que las bolsas de tela, rafia y carritos de la compra están prácticamente empatados con las bolsas de plástico.

Pero si se mira con atención, en las paradas todavía el plástico manda. Ignasi, de la pollería Ignasi y Tere, luce orgulloso unas bolsas de papel en la pared. «Tenemos que ir enseñando a la gente», dice. Se lamenta, eso sí, de que a pesar de que él las compra a 15 céntimos y las cobra a 5, todavía hay clientes que se quejan.

Maria Virgili, de una carnicería, explica que poco a poco han ido probando nuevos materiales para sustituir el plástico. Después de pruebas fallidas con bandejas de cartón, han optado por las bandejas de hoja de palma y por el papel biodegradable.

No obstante, de momento, cuenta que hay algunos plásticos más difíciles de sustituir, como las bandejas de termosellado. En su caso ofrece un menú que cuesta 7,90 euros y va en dos bandejas. Sustituir las bandejas por otras más ecológicas le costaría 1,20 euros por bandeja, es decir, 2,40 euros más del coste en total. Repercutirlo en el precio final sería inviable. «Seguro que llega la alternativa, pero de momento no la tenemos», explica.

Montse Bertran, presidenta de la Associació de Concesionaris del Mercat, explica que desde la entidad están hablando con empresas de paquetería para que les muestren nuevas opciones para embalar sus productos. «Pero hay que tener en cuenta que normalmente la paquetería se compra en mucha cantidad y nosotros somos pequeños comerciantes que vamos vendiendo poco a poco... No es fácil», señala.

Virgili explica, por ejemplo, que le han ofrecido bolsas que se degradaban a los tres meses, algo que para un negocio como el suyo es muy difícil de gestionar.

Lo que sí han comenzado a ver en diferentes paradas es cada vez más personas que llevan su fiambrera a la hora de comprar la carne, el embutido y el pescado. Ignasi reconoce que son pocos, pero van a más «y suelen ser jóvenes; son los más concienciados. Tenemos mucho que aprender».

Los supermercados ‘corren’

Pero si alguien ha comenzado a ‘correr’ en los últimos meses para adaptarse a la normativa y, de paso, hacer publicidad con su compromiso medioambiental, esas son las grandes superficies.

En la entrada del Plusfresc, por ejemplo, un cartel anuncia el «adiós a las bolsas de plástico». En la parte de frutas han comenzado a ofrecer bolsas compostables, ponen bolsas de papel para el marisco y permiten poner la carne y el pescado en tápers traídos de casa. Además, prometen que antes de que se acabe el año sustituirán las bandejas y el film por material compostable.

Uno de los puntos en que, de momento, muchos supermercados no han conseguido eliminar el plástico es en la sección de frutas y verduras. En este capítulo Lidl ha lanzado recientemente una bolsa de malla. La cadena de supermercados de bajo coste copia así una iniciativa similar puesta en marcha a principios de agosto por su rival Carrefour. Se trata de mallas que hay que comprar, eso sí, pero que se pueden lavar y reutilizar tantas veces como se quiera.

En el caso de Mercadona este año han eliminado de forma definitiva las bolsas de un solo uso de todas sus tiendas y ahora ofrecen tres tipos: las de papel, las de rafia y las que tienen un 50-70% de plástico reciclado procedente del embalaje recuperado en sus tiendas. En la sección de frutería, eso sí, siguen con las bolsas de plástico finas.

En súpers más pequeños, como el ecológico Veritas, todas las bolsas son reutilizables o compostables y, como un detalle, tienen cajas a la entrada para los clientes que quieran llevarse la compra en ellas. No obstante, pasar por los pasillos de cualquier supermercado es suficiente para darse cuenta de que las bolsas son apenas la punta del iceberg. Desde los congelados a las legumbres, los plásticos están por todas partes.

El mercadillo es tierra de nadie

Donde el mensaje ecologista apenas ha calado es en el mercadillo, donde las bolsas de plástico de un solo uso campan a sus anchas y donde prácticamente nadie cobra por ellas pese a que desde el año pasado es obligatorio.

Apenas en una parada de ropa interior encontramos bolsas de papel. El presidente de los marchantes, Josep Joaquim Gómez, reconoce que lo de las bolsas de plástico para pequeños comerciantes es un problema difícil de gestionar. «Ojalá mañana las eliminaran todas», señala. Eso sí, se queja de que las grandes superficies hacen dinero con la venta de las bolsas «y encima les hacemos publicidad».

Pero atención, que las bolsas de un solo uso no solo están en el mercadillo. Hacemos la prueba en varios bazares del centro y en ninguno nos cobran por la bolsa plástica. Lo dicho, la guerra al plástico de usar y tirar tiene para rato.

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