La iglesia mormona estará lista a finales de este año

El diseño del edificio, ubicado delante del Hospital Joan XXIII, es tan moderno que los pasillos cuentan con altavoces para que nadie se pierda parte de los discursos

11 septiembre 2019 08:20 | Actualizado a 12 septiembre 2019 11:02
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El nuevo edificio de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, conocida popularmente como mormona, entrará en funcionamiento a finales de este año. Los trabajos están a punto de finalizar y el equipo de arquitectos encargado de su diseño y construcción asegura que, en cuestión de un mes, se entregará la obra. Ahora es el momento de la puesta a punto y de la colocación del mobiliario. El edificio está situado en la calle Doctor Mallafré Guasch, muy cerca del Hospital Joan XXIII. Cabe recordar que su ubicación provocó una polémica entre la ciudadanía tarraconense.

La comunidad mormona en la provincia de Tarragona es de unas 750 personas. En la actualidad, la iglesia está ubicada en una planta baja de la avenida Marqués de Montoliu. Los responsables aseguran que «se ha quedado pequeña». El próximo 14 de noviembre se cumplirán dos años desde que se puso la primera piedra a la iglesia.

El nuevo edificio cuenta con un total de 3.800 metros cuadrados, repartidos en cinco plantas. Dos de ellas están soterradas y se dedicarán a aparcamiento de coches, con una capacidad de medio centenar de plazas. En las otras tres plantas se repartirán los equipamientos de la iglesia mormona, como el salón sacramental –donde se llevan a cabo los cultos– o la pila bautismal.

La planta baja cuenta con cuatro despachos para los obispos y secretarios, en los que se planifican conferencias y reuniones. Unos metros más adelante, se encuentra uno de los puntos más valiosos del centro de culto: la pila bautismal. En ella, los sacerdotes autorizados –solamente pueden ser hombres a partir de 15 años–, bautizan a los nuevos miembros de la iglesia. Para celebrar este ritual, tanto los sacerdotes como las personas que reciben el bautismo, deben ir vestidas de riguroso blanco. La pila cuenta con una puerta corredera para que el espacio quede cerrado al público cuando no se utiliza.

«También en la planta baja hay una sala destinada al Centro de Historia Familiar, donde trabajamos recopilando datos genealógicos», explica Carlos Gómez, obispo de la iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. En el exterior hay un jardín y una cancha de fútbol que, ocasionalmente, también podrá funcionar como aparcamiento.

La primera planta acoge la habitación más importante del edificio: el salón sacramental con una capacidad para 260 personas. Allí es donde se reúne la comunidad el domingo, de diez a once de la mañana, «para tomar la Santa Cena y bendecir y repartir el pan y el agua. Es una manera de demostrar que hemos renovado los compromisos que tenemos con Jesucristo», explica Luis Suárez, miembro de la iglesia y responsable de relaciones públicas.

Una puerta gigante corredera separa el salón sacramental con una habitación prevista para llevar a cabo actividades de índole cultural, como cenas o talent shows. «Cada seis meses, la comunidad celebra reuniones llamadas de Estaca, en las que nos juntamos miembros de todas las iglesias mormonas de la provincia. Esta sala irá perfecta para la ocasión», explica Gómez. En la primera planta también hay una cocina, donde preparar refrigerios.

Por último, el segundo piso acoge aulas para llevar a cabo las clases y formaciones de la comunidad. Algunos domingos, hombres y mujeres se separan para tratar temas distintos.

Un edificio hecho a medida

Joan Baptista, miembro del despacho de arquitectos Milà y director de ejecución de la obra, explica que «el nuevo edificio está hecho con madera de primera calidad, de larga durabilidad, para que sea perdurable en el tiempo», y añade que se trata de un diseño «custom design», es decir, hecho a medida, «ya que por norma general, las iglesias son de una sola planta. Esta es distinta».

La nueva iglesia cuenta con una parte muy importante de domótica –mejora de la gestión energética–, y de interconectividad con otros edificios de la comunidad. Tanto es así que en todos los pasillos hay un sistema de altavoces para que, si alguien va al lavabo, no se pierda los discursos.

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