La memoria de Bonavista, en murales

Pintura. Las paredes al descubierto del barrio sirven de lienzo para plasmar su historia cotidiana 

27 octubre 2018 11:09 | Actualizado a 30 octubre 2018 13:37
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La escena, sacada de una fotografía publicada en el libro Bonavista, una biografía social, de Federico Berdají, muestra a cinco mujeres en una calle de este barrio tarraconense en la década de los sesenta. Estaban ‘cotilleando’ una boda que se estaba celebrando en frente. La instantánea inspiró, en 2015, a la artista argentina Mariela Arjas para decorar la fachada lateral de un edificio de la calle 21 de Bonavista. Es un pedazo de historia, que «explica muy claramente el papel tan importante de las mujeres del barrio en primera línea de la lucha reivindicativa y de la vida social y vecinal», afirma Darío Cobacho, miembro de la asociación Polígon Cultural, entidad de Tarragona que impulsó este proyecto junto con el área de Joventut del Ayuntamiento y el desaparecido Centre d’Art Teler de Llum.

El arte se ha convertido en una herramienta para recuperar la memoria histórica de Bonavista. El mural de las cinco mujeres es el primer paso de una iniciativa ambiciosa que pretende plasmar en lugares bien visibles el pasado y el presente de esta barriada surgida a mediados del siglo pasado por el empuje de la inmigración. «Estamos a la espera de conseguir financiación, ya que pintar murales en edificios a gran altura requiere medios y un presupuesto importante. Los siguientes que estaban previstos son los del quiosquero de la calle 21 y la bailaora de flamenco Belén López. Ambos están muy vinculados a la cultura. El quiosquero, ya fallecido, era una persona muy querida que fomentó la lectura popular, la de periódicos y cómics. Y Belén es un referente que sigue triunfando», explica Nani Blasco, gestor cultural y miembro de 27.7 Artgroup, colectivo formado por diversos artistas urbanos e implicado en este proyecto de recuperación histórica.

Escenas de la vida callejera cotidiana, ahora olvidadas e incluso prohibidas, también son candidatas a ocupar lugares privilegiados en edificios con fachadas a la vista. «Por ejemplo, gente comprando, que serviría para fomentar el comercio del barrio; personas sentadas en un banco, pues cada vez es más difícil encontrar uno en una plaza; o niños jugando a la pelota en un espacio público como contrapunto a las señales de prohibido jugar que abundan ahora», apunta Blasco.

Este tipo de intervenciones, añade Blasco, ayudan a que los vecinos se sientan representados y orgullosos del sitio donde viven y aprecien que hay un respeto por el arte. Cobacho asegura que es una manera también de dar la oportunidad a creadores emergentes de pintar en lugares diferentes y, a la vez, regenerar espacios vacíos y en desuso, «algo especialmente frecuente en los barrios».

Y recuerda cómo fue el proceso de elaboración de aquel primer mural de las mujeres: su primera opción para   pintarlo era unas naves abandonadas en el mercadillo, pero les dijeron que iban a ser derribadas (cayeron con motivo de los Juegos Mediterráneos) y cambiaron de plan hasta encontrar la pared en la que está. «El dueño del solar es uno de los vecinos más auténticos de Bonavista, nos abrió las puertas de su huerto y nos dejó introducir una grúa pluma durante una semana para realizar la obra. Viéndolo ahora, creo que fue el sitio ideal: no le da excesivamente el sol y las personas se quedan mirándolo y fotografiándolo desde la esquina», dice Cobacho.

Al terminarlo -cuenta-, se enteraron de que «algunas de estas mujeres aún seguían vivas y vivían en la calle paralela. Una se acercó para contar la historia de la foto».  Bonavista dispone de una amplia tradición grafitera, habitualmente con mensaje político. Recordados son los de la imagen del Che Guevara o una jeringuilla con un lema contra la droga. «Ahora mismo, en Bonavista se dan dos sentimientos: el de sentirse ciudadanos de segunda y el de querer cambiar esta situación para mejorar el barrio.

Uno de los retos es integrar a las nuevas generaciones de inmigrantes: del Magreb o Sudamérica. Y estas acciones artísticas ayudan a mantener viva la historia del barrio y la identidad cultural de sus habitantes, recordándoles que nada se consiguió sin lucharlo primero», señala Cobacho.

Para él, el arte juega un papel clave para fomentar la cohesión de la sociedad, pero «hace falta inversión para que haya trabajadores sociales o agentes culturales constantemente en el barrio».

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