La mitad de familias que atiende Cáritas son jóvenes y 'autóctonas'

La mayoría de quienes piden ayuda están en paro, pero crecen los que tienen trabajo y siguen siendo pobres

19 mayo 2017 22:38 | Actualizado a 22 mayo 2017 17:55
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El año pasado las Cáritas de Tarragona ayudaron a cubrir sus necesidades básicas a 20.525 personas, de ellas ya la mitad (un 50,1%) fueron familias autóctonas; en general, jóvenes, entre 25 y 44 años, con hijos a cargo.

Son los grandes titulares que dibuja la memoria del año pasado de Cáritas Diocesana de Tarragona. Para resumir la evolución, su director, Francesc Roig, explica que, tras cinco años de profunda crisis, la situación tiende a estabilizarse en cuanto al número de demandantes de ayuda, pero quienes están en este grupo se encuentran en una situación crítica que no será fácil de superar. «Hemos tocado hueso», ilustra.

Se trata, en general, de familias en paro (el 83%) que no pueden hacer frente a gastos básicos como la alimentación, la vivienda y los servicios. Les preocupa, además, que sus hijos se sientan señalados en la escuela por su situación familiar.

No obstante, también reconoce Roig que va en aumento el número de trabajadores pobres que no pueden hacer frente a los gastos más elementales. «Ya no llegan ni a mileuristas, son seiscientoeuristas», explica.

Ayuda en femenino

Las mujeres, en general, son las que más acuden a buscar ayuda (el 69,6%). En cuanto a la formación, el grupo más numeroso es el que tiene estudios primarios (51,9%), aunque hay un 22,3% que tiene estudios de bachillerato o formación profesional y un 2,6% que son universitarios. En el otro extremo hay un 7,4% que está sin alfabetizar.

El programa más destacado de Cáritas sigue siendo el de distribución de alimentos, SDA, que cuenta con 44 puntos de distribución de alimentos y tiene otros nueve en proceso.

Además, el año pasado los comedores sociales en Tarragona, Reus y Montblanc atendieron a 1.590 personas y ofrecieron 70.014 comidas. Los roperos de Filigrana, por su parte, realizaron 55.482 atenciones, una cifra que ha ido aumentando año tras año.

A la caza del pícaro

La entidad, además, está haciendo un esfuerzo para que la ayuda llegue realmente a quien la necesita, por lo que cada Cáritas archiprestal cuenta con un trabajador social.

Además, se ha ido afinando el proceso informático para frenar algunos casos de picaresca que se habían detectado. Se trataba de familias que solicitaban ayuda en parroquias de distintas localidades para luego revenderla. Con el nuevo sistema el control se ha hecho más efectivo.

Algo parecido han observado entre algunos usuarios que han sido alojados en una vivienda de emergencia temporal mientras arreglaban su situación. «Hay que espabilarse y no apalancarse. La solidaridad tiene que ser entre todos, también entre los que reciben», comentaba Roig.

Solidaridad en alza

Desde el punto de vista económico, la entidad vio el año pasado aumentar sus ingresos en un 8% respecto al año anterior, hasta alcanzar los 2.683.944 euros. Aumentó, especialmente, el aporte de los donantes periódicos, que creció en un 18%. También recibió un 16% más por concepto de IRPF, ya que se presentó a más proyectos. Igualmente, los donativos de particulares y entidades crecieron en un 8%.

Con estas aportaciones la entidad pudo aumentar su presupuesto para proyectos sociales, a los cuales dedicó el año pasado dos millones de euros. La partida más grande estuvo destinada a la atención primaria.

En lo que se refiere a la otra riqueza de la entidad, sus voluntarios, contaba el año pasado con 1.617 personas. El arquebisbe de Tarragona, Jaume Pujol, que estaba en la presentación de la memoria, aprovechó para agradecerles su labor desinteresada.

Francesc, Roig, por su parte, animó a los interesados en comprometerse con este trabajo a acudir a sus parroquias. Comentó que se necesitan, por ejemplo, voluntarios que ayuden a impulsar la página web. Es uno de los retos que se plantea la entidad. «Tenemos que pasar de una Cáritas analógica a una Cáritas ‘hashtag’», aseguró.

Entre las iniciativas de este año se ha puesto en marcha la campaña ‘Empreses amb cor’ –ya se ha contactado a unas 30– en que las empresas, independientemente de su tamaño, colaboran con la entidad en la medida de sus posibilidades. A cambio reciben una pegatina que pueden poner en la entrada del establecimiento.

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