La oposición asegura que el freno de Ikea a su proyecto comercial en TGN era esperado

Los más críticos con el papel del  Ayuntamiento han sido Cs y el PDeCAT, mientras que otras formaciones lo ven como un buen momento para priorizar el pequeño comercio

30 septiembre 2018 13:05 | Actualizado a 30 septiembre 2018 13:13
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La noticia publicada ayer por el Diari en el sentido de que la multinacional sueca Ikea estaría dando marcha atrás a su proyecto de construir un gran centro comercial entre la Anella Mediterrània y la carretera T-11 no ha cogido desprevenida a la oposición. La mayoría de los portavoces ya temían que la iniciativa no saldría adelante. Mientras algunos se han mostrado muy críticos con el trabajo hecho por el equipo de Ballesteros –como el portavoz de Ciutadans, Rubén Viñuales–, otros lo alaban –como Josep Maria Prats, de Units per Avançar– y algunos apuestan por priorizar el pequeño comercio.

El más crítico con la casi segura marcha de Ikea es Rubén Viñuales: «Ha habido una gestión muy mala del equipo de Ballesteros. Además, ahora tenemos un problema: cómo tiramos adelante el PP-10, porque era un plan parcial a la medida de Ikea». Pero también se muestra muy indignado porque el Ayuntamiento firmó un convenio en el que asumía unas responsabilidades económicas «que creíamos que no tenía que asumir. Si al final ellos –Ikea– no pagan, lo haremos nosotros», una circunstancia de la cual se quejó Cs «e impugnamos su legalidad».

Reconoce que se ha tardado mucho en tenerlo todo a punto, tanto que al final la empresa sueca ha cambiado su modelo comercial. Sobre lo que se tiene que hacer a partir de ahora, reconoce que es un problema serio: «Quizás se tiene que replantear si buscar a alguien para este traje hecho a medida de Ikea o cambiarlo». Finalmente asegura que estaban preparando una petición de información al equipo de gobierno para que explique cómo está el tema.

Comercio de proximidad

Más meditativo se muestra el portavoz republicano Pau Ricomà, quien asegura que «el tema de Ikea nos tiene que hacer reflexionar que los cambios de los hábitos comerciales van muy deprisa. Habíamos pensado en la ciudad desde la perspectiva de precrisis. Y esto ha cambiado». Apuesta también por la potenciación del comercio de proximidad, «tenemos que tener un urbanismo pensando en la recuperación del comercio del centro. Tenemos que ser capaces de generar pequeño comercio, con dinámicas y estrategias de competencia con el comercio digital y también con las grandes marcas». En este sentido, señala que «sólo con una ciudad limpia, más cómoda, urbanísticamente agradable, de prioridad de paso a los peatones, se puede ofrecer la posibilidad para un comercio local potente». Sobre si culpa al equipo de gobierno de la marcha, contesta que «sería muy fácil a ocho meses de las elecciones tirarnos al cuello del Ayuntamiento. No tengo elementos de juicio para ello».

En el sentido urbanístico, apuesta para que la T-11 sea el punto de crecimiento no de Tarragona sino del área metropolitana del Camp de Tarragona. Sobre lo que hay que hacer a partir de ahora, señala que el emplazamiento del PP-10, desde un punto de vista municipal, está en un extremo, «no es un elemento cohesionador pero sí lo puede ser del Camp de Tarragona». «No queremos un área comercial como Les Gavarres, pero sí que vengan empresas de servicios, de comunicación». 

«Escándalo»

Desde la CUP, Laia Estrada considera que fue un «escándalo» supeditar que la Generalitat concediera la licencia a la construcción de un barrio en dicha zona: «La política de vivienda no se tendría que hacer al servicio de intereses lucrativos, sino para garantizar el derecho a la vivienda». Sobre la falta de interés ahora de Ikea por Tarragona, asegura que «no solamente representa un nuevo fracaso para la política de esta ciudad sino también al proyecto de Ballesteros».

Estrada cree que el Ayuntamiento lo sabía desde hacía tiempo, pero que no lo ha querido hacer público antes del fiasco de los Juegos Mediterráneos. «Tendríamos que hacer un análisis del planteamiento urbanístico que necesitamos, para cohesionar los barrios y realizar una política integral. Y también de cómo damos respuesta a los equipamientos en los diferentes puntos. Hay que cohesionar una ciudad fracturada».

No cumplir los compromisos

«Desde mi etapa de abogado, desde hace años conocía los compromisos por parte del Ayuntamiento en relación con la urbanización de Ikea», recuerda Dídac Nadal, portavoz del PDeCAT. Añade que muchos se han incumplido, nunca se han cumplido, «han dejado escapar Ikea. Si se hubiesen cumplido los calendarios inicialmente establecidos, seguramente la empresa no habría tenido posibilidad de marcharse». Y lo justifica porque, según él, la tramitación administrativa tendría que haber ido más rápido, «y eso obedece a una falta de decisión. Hace falta un líder político que si asume unos compromisos, los tiene que cumplir». 

Nadal apunta que había un retraso endémico y durante este tiempo ha habido un cambio de contexto, «y ahora habrá un problema grave para la implantación de empresas en aquella zona». «Tienes un plan parcial que está pendiente de recepción y con un drama a nivel de vertederos ilegales, de robo en diferentes instalaciones». Para él, primero es necesario que se haga público cuáles han sido las decisiones a partir de las cuales se ha llegado a este punto en que Ikea no venga a Tarragona.

Falta de modelo de ciudad

La portavoz de Iniciativa per Catalunya-Verds, Arga Sentís, lamenta que la ciudad de Tarragona no tenga un modelo de ciudad. «La reflexión que hago es que hace mucho tiempo que esta ciudad no tiene una propuesta propia de un modelo económico de futuro, y dependemos de las inversiones de fuera». Y ello no acaba de funcionar, «porque la situación es inestable y las cosas cambian». Por ello, califica la ciudad de «pasiva», porque «espera a que le vengan de fuera y esto nos lleva a la desesperación y al desastre». Y también se pregunta qué pasará ahora con el PP-10, porque era un plan desarrollado urbanísticamente a medida de Ikea, «quién lo pagará», se pregunta.

Sobre el diseño del plan parcial, asegura que no le gusta a nivel urbanístico, «es un tipo de polígono que no corresponde con una ciudad moderna y no tiene los estándares, porque se ha hecho a medida. Recuerda también que había unas expectativas de puestos de trabajo y de impacto sobre la economía local «que se han quedado en nada»

«No creo en las hadas»

Más irónico se muestra el concejal de Units per Avançar, Josep Maria Prats: «Estoy acostumbrado a no creer en los cuentos de hadas». Y lo dice porque, según él, siempre ha dudado de que el proyecto se llevase a cabo, «por lo tanto no me ha sorprendido». Asegura que «acostumbro a ser una persona que hasta que no veo las cosas hechas no confío. Y en política, menos». El exmiembro del equipo de gobierno afirma que el concejal de Territori, Josep M. Milà, «se ha dejado la piel en el tema. Ha hecho lo posible para la causa». Entiende que la empresa haya cambiado de orientación comercial, «porque sus plazos no coinciden con los plazos que hay en política. Mientras ésta va una velocidad de traginer del siglo XIX, la economía va a velocidad astronómica».

Tanto en el tema comercial como en el de vivienda, apuesta por priorizar el centro de la ciudad, hacia donde, según él, se tienen que dirigir las políticas.

«Encontraremos otra empresa»

José Luis Martín, portavoz del PP, se muestra más optimista, «lamentamos que Ikea no tenga claro su futuro en Tarragona como sí lo tenía hace unos meses. Encontraremos otras empresas para el PP-10», para que el proyecto continúe adelante, incluida la zona inmobiliaria. Reconoce que sus socios de gobierno no le habían informado de este contratiempo con la empresa sueca.  

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